FERIA DEL LIBRO

Pedro Mañas: "Los arquetipos clásicos atraen mucho a los niños, pero les gusta que se subviertan"

Es uno de los autores de literatura infantil que más ejemplares vende, pero también uno de los más prolíficos. Mantiene más de tres series de novelas infantiles en marcha, pero admite ser un poco caótico escribiendo

El escritor Pedro Mañas en la Feria del Libro de Madrid 2023. Foto: Alba Vigaray

El escritor Pedro Mañas en la Feria del Libro de Madrid 2023. Foto: Alba Vigaray / Alba Vigaray

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

Pedro Mañas (Madrid, 1981) mantiene dos biografías en la web, la sensata, que enumera sus logros académicos y profesionales, y la insensata, en la que cuenta detalles como que su hermana, cuando él tenía poco más de año y medio, anunció que iba a ser un niño mudo, o que creció hasta alcanzar casi dos metros. Hacerlas, confiesa, comenzó como un juego con sus amigos, pero reconoce que a sus lectores les encanta conocer esos detalles. Algunos otros son que pasó por varias carreras universitarias hasta afianzarse en Filología Inglesa o que pensó que el teatro sería su futuro y lo ha encontrado escribiendo para niños. La biografía sensata recoge los numerosos premios que ha recibido, o que su primer libro fue Klaus Nowak, limpiador de alcantarillas (Anaya, 2007). Y, sin embargo, su biografía insensata no recoge que es un autor súperventas de literatura infantil: sólo los libros de la serie Anna Kadabra, que publica en Destino (Grupo Planeta), llevan más de medio millón de ejemplares vendidos en poco más de tres años (pandemia mediante).

Alterna proyectos en diferentes editoriales. En los últimos meses se ha publicado su primera incursión en la novela juvenil (o young adult, de acuerdo a la terminología editorial) Un lobo dentro (Nube de tinta), nuevas entregas de las series Anna Kadabra, Marcus Pocus -ambas en Destino-y Las princesas dragón (SM) y ha estrenado otra serie más: Moztruos. En la Feria del Libro de Madrid es uno de los autores más solicitados, con diferentes citas para encontrarse con sus lectores. Es justamente antes de una de estas citas cuando conversa con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, en un banco del Parque del Retiro cobijado por un gigante plátano de sombra.

P. ¿Cómo es posible mantener tantas series de libros en marcha? ¿Es difícil no repetirse?

R. Sí que es difícil, pero afortunadamente vivo entre gente muy creativa, sobre todo otros autores e ilustradores, así que suelo leer mucho. Es verdad que desgasta un poco, pero también te ofrece mucha inspiración. Es un poco como un músculo, que cuanto más lo entrenas, si lo entrenas demasiado, se agota, pero también si mantienes un ritmo, que hasta ahora puedo llevarlo, también te permite inspirarte, dar con nuevas ideas. Pero a veces sí siento esa preocupación de empezar a repetirme.

Pedro Mañas, autor de libros como las colecciones de 'Moztruos', 'Las princesas dragón' o 'Anna Kadabra', en la Feria del Libro de Madrid de 2023.

Pedro Mañas, autor de libros como las colecciones de 'Moztruos', 'Las princesas dragón' o 'Anna Kadabra', en la Feria del Libro de Madrid de 2023. / ALBA VIGARAY

P. Moztruos (SM) es la serie recién estrenada. ¿De dónde surge la idea de comenzarla?

R.Yo quería hacer una serie de libros que fuera una excusa para hablar a los niños pequeños de lo sorprendentes que somos los humanos. Es decir, que llamara un poco la atención sobre las costumbres, sobre la cultura, sobre por qué celebramos una fiesta, qué es cocinar... Para que repararan en lo asombroso que es cada uno de estos pequeños detalles a los que desde pequeños nos acostumbramos y no prestamos atención. Quizá un poco desde el punto de vista de poeta, que también hace eso que un poeta llama la atención sobre lo cotidiano. Entonces encontré la excusa de los monstruos, que en realidad es un tema clásico. Pero bueno, tal y como lo planteé, pues era la historia de unos monstruos muy interesados por los humanos que invaden su castillo y comienzan a replicar todas esas cosas raras que hacen los intrusos. Y a su vez, eso me dio una excusa para hablar de la diferencia, porque son unos monstruos a los que no les gusta asustar y son muchos y diversos. De hecho hay un monstruo que quiere ser artista, otro que es un claro guiño a la comunidad trans, porque no se reconoce como monstruo, es una princesa, otro monstruo que directamente les tiene terror a los monstruos... Así que contiene esas dos vertientes: hablar de la diversidad y mostrar qué bichos tan raros, qué monstruos somos los humanos, tan curiosos y dignos de exploración.

P. Y ya nace como serie, ¿no? ¿Hay un argumento general a desarrollar en el largo plazo o cómo se organiza eso?

R. Bueno, me ayuda mucho la presentación a la editorial. Una vez que hemos elegido la idea, yo les presento un proyecto completo con una sinopsis del primer libro, pero también unos temas que van a recorrer toda la colección, qué sería lo que une a todos los títulos. Llevo tres títulos escritos, solo hay uno publicado, pero ya va a salir el segundo y creo que puede dar bastante de sí la serie.

Yo soy caótico y admito que soy un poco el niño que estudia el día antes del examen y voy un poco a trompicones"

P. La publicación de los libros en series suele ser muy seguida en literatura infantil. ¿Cómo le afecta en su trabajo de escritor?

R. Las editoriales tienen que organizar los calendarios de publicación, de aparición en catálogos y de coordinación con los ilustradores de una manera muy estricta. Hay escritores que llevan muy bien eso y se ajustan a su propio calendario, pero yo soy caótico y admito que soy un poco el niño que estudia el día antes del examen y voy un poco a trompicones. Hay días que puedo no escribir nada, otros que puedo escribir muchísimo. O sea, si llega tarde algo no será por culpa de la editorial, sino mía.

P. Las princesas dragón es otra de las series infantiles que lleva ya 14 libros y numerosas reediciones, también con SM, pero aún sigue abierta. Entiendo que es una serie más enfocada al público infantil femenino. ¿Le motiva crear nuevos referentes para las niñas, que se salgan de los estereotipos?

R. Sí, absolutamente. Es un libro que la realidad del mercado dice que es para niñas, porque ya tengo otras series como Anna Kadabra y sé perfectamente que apela sobre todo a una mayoría de niñas, pero diría que es más bien un libro de niñas protagonistas. Invita a que, en primer lugar, las niñas se vean reflejadas y además vean que hay otros modelos de ser niñas: que no son siempre ni las enamoradizas, ni las que tienen un papel maternal, ni las cursis, sino que hay otros. Y también se invita a los chicos, que poco a poco van entrando en esas colecciones. Y esa es especialmente la motivación, ver qué funciona y que poco a poco cada vez tenemos más lectores chicos, que vean que las aventuras protagonizadas por mujeres y en las que ellas son las heroínas son tan divertidas como las que hemos leído nosotros en nuestra infancia, de piratas, de aventureros, de robots.

P. Tanto en Las princesas dragón como en Anna Kadabra, las protagonistas son niñas que parten justamente de arquetipos: las princesas y las brujas. ¿Esto es buscado también, resignificar los arquetipos infantiles?

R. Pues en principio no fue tan buscado, porque la serie de las princesas fue una sugerencia de mi editora Paloma Muiña, pero sí que es cierto que con la experiencia, que ya llevo unos cuantos años dedicándome a esto, me he dado cuenta de que los arquetipos clásicos les gustan mucho a los niños, pero luego les interesa que se subviertan y que se exploren y que se dé su otra cara. Yo tengo colecciones de princesas, monstruos y brujas, que son tres clásicos, pero espero haberlos plasmado de una forma más o menos propia y original.

P. Anna Kadabra es una serie muy exitosa, de la que ha surgido además un spinoff (Marcus Pocus), pero justo se lanzó en un momento muy difícil, en pleno confinamiento. ¿Cómo recuerda aquellos momentos, ahora que han pasado ya tres años?

R. Pues que pensamos: "menudo momentazo, esto nos lo vamos a comer, no va a tener visibilidad". Pero quizá la pandemia demostró como ningún otro acontecimiento en muchos años que la lectura sigue siendo necesaria, que es una tabla de salvación y afortunadamente fue el momento en el que muchos niños empezaron a leer con asiduidad y a descubrir en la lectura un modo de viajar, de escapar de ese encierro obligado. Así que al final no sé si hubiera funcionado mejor sin pandemia, pero bueno, creo que el resultado fue, en cualquier caso, sorprendente. Y sobrevivió.

P. Y tanto que sobrevivió. Es una serie superventas.

R. Sobrevivió y vive bastante bien (risas). Y nos deja vivir a nosotros, al ilustrador y a mí.

El humor es un pilar básico para mí, dirigirme a los lectores de una manera cercana, utilizar referencias a su propio mundo"

P. ¿Cuál es la clave para conectar con los lectores?

R. Yo para conectar con los lectores utilizo sobre todo el humor. Dirigirme a los lectores de una manera cercana, utilizar referencias a su propio mundo y creo que también aprender a actualizarme y tratar de que los personajes sean niños de ahora. Pero que luego la serie triunfe me parece un misterio. No lo sé, porque creo que en realidad no hago nada tan diferente en Anna Kadabra que en cualquiera de mis colecciones y unas por algún motivo funcionan y otras funcionan menos. Pero bueno, en general tengo unos lectores que me dicen cosas muy bonitas.

P. Me llama la atención que diga que quiere que sus personajes sean niños actuales. En una entrevista hace poco leía que no le gusta que sus personajes sean demasiado actuales, que usen teléfonos móviles, por ejemplo.

R. Sí, pero cuando digo que quiero que sean niños actuales me refiero a que se puedan identificar con valores más actuales, como hablábamos del papel de las mujeres: que las niñas puedan ser divertidas, valientes y aventureras. Pero sí que me resisto en el sentido de atmósfera: me resisto un poco a abandonar mi propia niñez. Porque precisamente temo no saber hacerlo bien, porque yo no sé cómo los niños se relacionan ahora con la tecnología. Bueno, lo sé, pero no lo vivo día a día. No tengo hijos, tengo sobrinos, pero no es lo mismo. Cuando hay un terreno resbaladizo prefiero centrarme en los elementos universales a los que me refería. Creo que a un niño se le puede hablar de que uno de los protagonistas pone un gramófono y no el Spotify y conecta. Lo importante es algo que va más allá, que está en su personalidad, en la frescura al hablar.

P. Escribir para niños, sobre todo los primeros lectores, que es a quienes va dirigido Anna Kadabra, Las princesas dragón o Moztruos, requiere de un importante trabajo de síntesis y elegir muy bien los diálogos y las palabras. ¿Cree que se reconoce esto lo suficiente?

R. Bueno, primero te lo agradezco porque efectivamente hay mucha gente que no valora y que piensa que cualquier cosa sirve. Para mí el trabajo de síntesis, de querer contar una historia con suficiente complejidad y emoción, pero que no sea una cosa pueril por ser para niños, cuesta. Pero al mismo tiempo me parece satisfactorio decir: en un espacio pequeño he conseguido narrar una aventura completa y no sé si está suficientemente reconocido, pero yo me siento cómodo, porque soy tímido y creo que no me gustaría estar muy expuesto.

P. Me imagino que los niños además como lectores son implacables: el interés o no en una historia lo demuestran rapidísimo. ¿Cómo es esa relación?

R. Pues muy especial. Es verdad que los niños son extremadamente honestos, pero eso se agradece. Y los encuentros suelen ser muy divertidos. En eventos como la Feria del Libro de Madrid hay desde niños que vienen a pedirme que les firme libros que no son míos a otros que traen toda la colección, no sé, diez ejemplares, y quieren que se los firme todos. Y a veces pasa que tienen muchas ganas de verte pero cuando por fin están aquí y les preguntas algo se bloquean y no son capaces de decir ni su nombre… Y mira, una cosa que me hace mucha ilusión es que vengan adultos a que les firme el libro, que alguien se esté haciendo una cola para su sobrina, su nieta, su hijo... O gente adulta que lee literatura infantil también.

P. Hace poco también ha publicado su primera novela juvenil, ¿esto le da más libertad creativa o ha sido más duro que escribir para niños?

R. Pues ambas cosas a la vez. Por una parte tienes que desaprender, y en mi caso, prescindir de dos de los recursos más usados que son el humor, como te decía, y también la fantasía. Es como empezar otra vez y esto te da libertad, te da capacidad de sorpresa, de exploración.

P. También es autor de algunos poemarios infantiles. Y con la editorial Nórdica ha publicado un álbum ilustrado (Un calcetín infinito, con ilustraciones de Eleni Papachristou) en el que el texto va rimado. ¿Son todo propuestas editoriales o hay algunos proyectos a iniciativa suya?

R. Efectivamente hay proyectos con muy diferente perfil y se alternan las dos cuestiones. En las colecciones tiras más de técnica. Eso no quiere decir que no te lo pases bien, que no pongas compromiso, pero a veces sí se convierte más en un trabajo mecánico o en el que recurres a un trabajo más que de inspiración, quizá de preparación, de planificación y de ejercicio de escaleta. Y luego, hay cosas como esta novela que he escrito, o como los poemas, que para mí suponen un mayor ejercicio de libertad.

P. Leo en varias entrevistas que tiene varios proyectos más personales entre manos. ¿Cuál es la historia que le gustaría contar?

R. Nunca he tenido metas realmente. La verdad es que yo llegué aquí de casualidad porque me gustaba contar historias, pero no se me había ocurrido canalizarlas a través precisamente de la literatura. Voy dejando que las cosas lleguen y afortunadamente van llegando. Sí que tengo historias que creo que por su contenido, por su complejidad, encajarían más en un formato directamente para adultos. No sé si encontraré tiempo y habilidad, porque a lo mejor luego me apaño fatal. De momento sí que me ha ayudado hacer algo para el público juvenil, porque voy viendo cómo me desenvuelvo. No es una cosa que me obsesione, pero sí tengo historias que me gustaría narrar para el público adulto.