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Tom Hanks: "El único poder del actor es decir que sí o que no a una película"

El actor produce y protagoniza el 'remake' de una película sueca en la que interpreta a un vecino cascarrabias y amargado que termina dándose cuenta de la satisfacción que genera ayudar a los demás, compartir y sentirse querido

Tom Hanks en 'El peor vecino de mundo'.

Tom Hanks en 'El peor vecino de mundo'. / ARCHIVO

Tom Hanks está de vuelta. Nunca se ha ido del todo, pero la pandemia lo ha tenido un tiempo alejado de las cámaras. Fue una de las primeras estrellas de Hollywood que contrajo el COVID, cuando todavía la crisis sanitaria no había hecho saltar las alarmas, y estuvo ingresado en el hospital unas semanas. Quizás ahí nos dimos cuenta de la magnitud del asunto: si Tom Hanks estaba enfermo, todos podíamos estarlo. Y es que el actor puede que sea una de las mayores estrellas de Hollywood, pero siempre ha resultado tan cercano como si se tratara de nuestro propio vecino.  

Precisamente ahora asume ese rol, el de vecino, en su nueva película, pero no el que esperábamos, simpático y generoso, sino cascarrabias, maniático y faltón. Ese al que es mejor no preguntar si te puede dejar un par de huevos o un poco de sal, ese que te saca de quicio cada vez que te lo encuentras y que ni te saluda. Pero hay truco porque, en realidad, es solo fachada. Su personaje, Otto, ha perdido a su mujer y se siente tremendamente solo y perdido, por eso lo paga con los demás. 

El intérprete vio la película sueca Un hombre llamado Ove, de Hannes Holm, basada en una novela de Fredrik Backman y se enamoró del personaje. ¿Por qué no trasladar la historia a los Estados Unidos? Su entusiasmo por el proyecto fue tal, que incluso decidió producirlo. Por eso visitó nuestro país para promocionar la película, acompañado del director Marc Foster y de la actriz mexicana María Treviño, que, por méritos propios, se convierte en una de las revelaciones gracias a su encanto y desparpajo. 

El peor vecino del mundo habla del sentimiento de comunidad frente al aislamiento, algo que después de la pandemia cobra un sentido especial. También trata sobre la especulación, de cómo los grupos inmobiliarios se aprovechan de los ancianos y de la gente desatendida para quedarse con sus propiedades. Y, por supuesto, de cómo una comunidad de vecinos puede convertirse en un trasunto del mundo en el que vivimos, diverso, plural e inclusivo, o también un lugar en el que afloran todo tipo de conflictos. “Lo que me gusta de esta película es que uno piensa que va a ver la historia de un hombre huraño y de pronto te está hablando de otras muchas cosas, de los prejuicios, de la soledad, de la pérdida, de abrazar o no la diferencia”, contaba el actor durante su visita a Madrid. “No creo que las películas puedan cambiar el mundo o la opinión de la gente, pero me parece importante que aporten una nueva sensibilidad en torno a la sociedad en la que vivimos”. 

A Tom Hanks siempre le ha gustado cultivar un perfil bajo dentro de Hollywood. No es amigo de las polémicas, lleva casado con Rita Wilson desde los años ochenta y con ella tiene dos hijos (más otros dos de su anterior relación), entre ellos Truman Hanks, que aparece por primera vez en la pantalla haciendo precisamente de su padre (del personaje de Otto) en el pasado. Por lo tanto, dada la involucración de toda la familia (su esposa también ejerce como productora), se podría decir que El peor vecino del mundo está hecha a la medida de Hanks, en un registro dentro de su zona de confort, alejado de riesgos kamikazes como el que emprendió en la reciente Elvis encarnando al grotesco Colonel Tom Parker. "A veces me gusta desaparecer detrás de la máscara, como si fuera Frankenstein", comenta al respecto.

Hace poco sorprendió en una entrevista a la revista People afirmando que consideraba que solo había hecho cuatro buenas películas en su vida. Cuando le preguntaron cuáles eran respondió: es un misterio. “Internet siempre saca las cosas de quicio. Estaba de broma, creo que he hecho más de cuatro buenas películas”, bromea ahora.

El poder del actor

Cada uno puede quedarse con sus favoritas, pero lo cierto es que la lista de clásicos contemporáneos resulta aplastante: de Big a Algo para recordar, de Philadelphia a Forrest Gump, de Salvar al soldado Ryan a Naufrago. Sin olvidar la voz de Woody en Toy Story, La milla verde, Camino a la perdición, Atrápame si puedes o Capitán Phillips.

“Cuando era joven decía que sí a cualquier cosa, pero llegó un momento en el que me pregunté, ¿por qué hago esto? ¿qué estoy haciendo? Siempre he querido poder elegir para expandir mis horizontes, mis habilidades y preguntarme si me estaba engañando a mí mismo. Pero al final todo se reduce a aceptar la responsabilidad de mi profesión y que esta forma parte de un proceso colaborativo, que es hacer películas. La cuestión es formar parte de una alianza creativa. El único poder que tiene un actor es decir que sí o que no a un proyecto. Y a veces es muy difícil decir que no, pero luego aprendes lo importante que es”.

¿Cómo ha logrado entonces Tom Hanks crear ese impresionante legado como actor? “Sabiendo que hay que decir que no”. Añade: “Uno nunca sabe si una película va a pasar la prueba de los veinte años, aunque fuera exitosa en su día. Las películas que importan son las que no tienen fecha de caducidad”. 

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