CRÍTICA

'Meditaciones', de Marco Aurelio: una guía para tiempos de vértigo

La editorial Arpa recupera la filosofía práctica y despojada de artificios retóricos de esta obra

El emperador Marco Aurelio

El emperador Marco Aurelio / EPE

Francisco Recio

En esta era de desarrollo tecnológico veloz, de internet e inteligencia artificial, cuando nos afligen pandemias, guerras, emergencias climáticas, crisis migratorias, pérdida de libertades y derechos, cuando el mundo parece que colapsa y todo amenaza con derrumbarse tanto en el plano individual como en el colectivo, las Meditaciones de Marco Aurelio (Roma, 121 d. C.-Vindobona o Sirmio, 180 d. C.) nos ayudan a afrontar los problemas con la serenidad e imperturbabilidad necesarias para hacerles frente con animosidad, temple y la distancia suficiente para profundizar en ellos con la idea de revertirlos en soluciones. Marco Aurelio nos reclama calma, serenidad.

La vigencia y la permanencia del pensamiento de Marco Aurelio nos imponen la reedición del mismo de continuo. En este caso es Arpa la que, con traducción y estudio de David Hernández de la Fuente, recupera su filosofía práctica despojada de artificios retóricos, concisa y austera, que ha tenido una influencia primordial en el advenimiento de movimientos históricos y en la conducta de grandes hombres que tejieron su compromiso con la humanidad a la luz de las ideas y reflexiones del emperador romano. Y ello porque Marco Aurelio fue el hombre más poderoso y sabio de su tiempo; de una enorme grandeza espiritual y de una rica vida interior.

Devaluación y clichés

La gran propagación de esta antigua idea del estoicismo tiene también sus riesgos por su tratamiento oportunista, que puede acabar derivando en el subgénero de la autoayuda. Últimamente, el pensamiento de Marco Aurelio se ve devaluado en adaptaciones de moda, con frases escogidas como eslóganes de puro marketing. Nada más ajeno a estas Meditaciones que los clichés de una charla de motivación o los simplistas resúmenes que se dan entre los llamados youtubers e influencers y que no van más allá de ser un mero barniz de intelectualismo, como se nos advierte en la introducción.

Marco Aurelio reinó como emperador romano desde el año 161 hasta el 180 de la era cristiana y es conocido como el último de los cinco grandes emperadores de Roma (con Nerva, Trajano, Adriano y Antonino Pío). Durante mucho tiempo ha sido respetado por encarnar el concepto platónico del rey filósofo tal como se articula en la República de Platón: un gobernante que no busca el poder para sí mismo, sino para ayudar a su pueblo.

Marco Aurelio nos enseña que no vale de nada aspirar y confiar ni en la gloria ni en la inmortalidad personal

"El goce en el ser humano es hacer las cosas propias del ser humano. Y lo propio del ser humano es la benevolencia con sus congéneres", señala uno de los principios vectores de sus Memorias. Y todo ello dando prioridad al cultivo del espíritu, desterrando esa idea de ocio que tenemos hoy, basada en el mero entretenimiento y la pura distracción, frente a la más necesaria de la visión introspectiva de la vida interior. Pero ello no obvia el esfuerzo y la necesidad de una fortaleza de espíritu frente a las adversidades: "El arte de la vida es más parecido a la palestra que a la danza, según se desprende de que siempre hay que estar preparado para recibir golpes imprevistos y resistir sin caerse".

Hoy día, donde algunos con sus actos innobles e ignominiosos aspiran a la posteridad más allá de la muerte, Marco Aurelio nos enseña que no vale de nada aspirar y confiar ni en la gloria ni en la inmortalidad personal. "Aquel que persigue la fama póstuma no imagina que cada cual de los que lo recuerdan morirá velozmente también. Y que, a su vez, el que sucede a aquel, morirá, y así hasta que toda su memoria se extinga. Pero incluso si tu memoria es inmortal, ¿qué te importa?, no ya cuando estés muerto, sino estando aún vivo", y para corroborarlo nos deja este pensamiento absolutamente irreprochable: "Recuerda que nadie pierde otra vida que la que tiene, ni vive otra vida que la que pierde".

El punto negro o más oscuro de todo la gran obra humanitaria de Marco Aurelio fue la dura represión del cristianismo, conducida con rigor feroz. Consideraba al cristianismo una secta de fanáticos y rechazaba su adhesión a una fe dogmática, basada en las creencias reveladas y unos cultos mistéricos. Así los convirtió en mártires.

'Meditaciones'

Marco Aurelio

Traducción de David Hernández de la Fuente

Arpa

224 páginas

14,90 euros