CRÍTICA
'Mester de batería', de Ce Santiago: el cuerpo acorazado
Este libro es una declaración de amor a la batería y un intento de precisar los rostros de una mitología
Ricardo Menéndez Salmón
Aventuremos una definición antropológica. El hombre no es sólo el animal que come pan (Hesíodo), el animal que promete (Nietzsche) o el animal con gafas (Svevo). El hombre es, también, el animal que percute. En el principio fue el ritmo, una invariante eterna, otorgada de serie, no negociable, que se halla presente por doquier. Hay ritmo en el flujo y en el reflujo de las mareas; hay ritmo en las órbitas de los planetas; hay ritmo en el vuelo de las aves; hay ritmo en la gimnasia del sexo; hay ritmo en las hazañas del lenguaje.
Por decirlo con Carson McCullers, de ritmo sólo carece la muerte. Después del ritmo, vino el cuerpo que se nos ha entregado como especie: los brazos y los pies, el pulgar opositor, los ojos a la altura del paisaje, una estructura refinada tras millones de años de orfebrería evolutiva. Y por fin amanece el instrumento: en su origen, el palo y la piedra de la horda primitiva; en algún momento, el tambor de los esclavos africanos; un día, felizmente, esa máquina compleja que llamamos batería y se encarna en artistas cuyo nombre es Art Blakey, John Bonham, Dave Lombardo.
Un vistazo a ese nutrido pasaje donde ocurre el misterio irrevocable que significa la creación
Traductor exquisito (William H. Gass, Mary Robison y Chris Offutt figuran en su haber) y autor hasta la fecha de una única pero memorable novela (El mar indemostrable, en La Navaja Suiza), gracias a Mester de batería sabemos hoy que Ce Santiago toca este instrumento desde hace décadas, en realidad desde hace más tiempo del que lleva dedicado a escribir y a traducir.
Motivos pasionales
Mester de batería es una declaración de amor y es, así mismo, el intento por precisar los rostros de una mitología. Como toda declaración de amor no precisa de otras razones que no sean las del corazón; como toda mitología, es por definición injusta. Pero ni los motivos pasionales ni el sesgo interesado restan interés al empeño. Muy al contrario. Apuntalan la evidencia de hallarnos ante una pesquisa en torno a eso que Cioran concretó mediante una intuición soberbia: "Todo lo musical pertenece a la reminiscencia".
Así pues, tocar y escribir, traducir y tocar. Tocar y tocar hasta que las palabras (de los otros, de uno mismo) se ordenan en la secuencia precisa, en el tictac donde el lenguaje atrapa el mundo y nos devuelve un atisbo de claridad, un vistazo a ese nutrido pasaje donde ocurre el misterio irrevocable que significa la creación. Escribir para explicar quién y qué soy yo; traducir para explicar quiénes y qué son los demás; tocar para desvelar el ritmo secreto de las cosas y de su circunstancia.
Ce Santiago lo expresa con palabras más hermosas y resonantes, así que el redoble final le pertenece: "La batería es semilla y a la vez materialización última del ritmo, la mónada mundana del ritmo que hay en todo y en todos; y es, además, el altar de todo lo que, como el dios de Zaratustra, quiere bailar: con el cuerpo acorazado de libertad y autoafirmación".
'Mester de batería'
Ce Santiago
H&O Editores
106 páginas
13,90 euros
- La 'última' gran finca sin construir de La Moraleja se vende por 6 millones, pero tiene un problema: una casa protegida dentro
- Robert Sapolsky, neurocientífico: "Si todo el mundo entendiera que no somos dueños de nuestras decisiones, el mundo se derrumbaría
- Telefónica, Naturgy, Talgo… y ahora BBVA-Sabadell: el Gobierno entra de lleno en las grandes operaciones
- Varios municipios del sur de Madrid se movilizan contra la planta de biogás proyectada en Cubas de la Sagra
- La abogada de Rato lamenta en el juicio no haber conocido antes los correos de Montoro: "No pude preguntar por ellos
- Encuesta prohibida de las elecciones en Cataluña: último sondeo
- Dios salve a la Zorra: Suiza arrebata el Eurovisión más polémico a Israel con una España sin pelos en la lengua
- El barrio 'chic' de Madrid en el que comprar una casa nueva vale casi tanto como en París