Opinión | ALTA FIDELIDAD

Taylor Swift, cuentista del año

Uno de mis relatos favoritos se titula 'The Last Great American Dynasty' y es una de las canciones de 'folklore', el disco que en 2020 marcó un punto de inflexión en la carrera de la artista estadounidense, persona del año 2023 para la revista 'Time'

La cantante estadounidense Taylor Swift, persona del año 2023 para la revista 'Time'

La cantante estadounidense Taylor Swift, persona del año 2023 para la revista 'Time' / Reuters

Uno de mis relatos favoritos está en un disco de Taylor Swift. Los griegos entenderían bien lo que digo, para ellos contar era cantar y a la inversa. En nuestros compartimentados días no admitimos demasiado bien esa relación, salvo para Bob Dylan y ni si quiera la Academia Sueca contentó a todos cuando le dio el Nobel de Literatura al de Duluth. El relato del que hablo se llama The Last Great American Dynasty, una de las canciones de folklore, el disco que en 2020 marcó un punto de inflexión en la carrera de Taylor Swift, y no solo por lo musical.

Hasta entonces, las letras de la cantante habían girado principalmente en torno a ella, sus relaciones con el amor, el desamor, la amistad, pero también el éxito y la fama, como sucede en ese otro disco magnífico sobre la resurrección social que es Reputation. En inglés, folklore alude a las historias que se transmiten entre generaciones de forma oral y eso es precisamente lo que hace Swift en este disco: cantarnos historias de diferentes mujeres en diferentes momentos de la Historia, muchas de ellas consideradas locas bien porque se enfadan, bien porque rompen el molde, y este es el caso de la protagonista de The Last Great American Dynasty, el botón que expongo hoy para mostrar que Taylor Swift es la gran letrista del pop actual y que por eso, entre otras razones sociales y económicas, es la persona del año para tantos seres humanos y para la revista Time, que nunca antes había otorgado su número especial de fin de año a un artista y, además, mujer.

Varias vidas

En los casi cien años de historia de la famosa publicación, ni si quiera Dylan ha ocupado la portada que este mes protagoniza Swift. A sus 33 años, ha vivido varias vidas y todas están reflejadas en sus canciones, por eso su discografía tiene una letra para cada estado vital. Hace años se compró una gran mansión en Rhode Island, sus fiestas eran legendarias, hasta se dijo que el alcalde pensó que sería buena idea crear el Impuesto Swift para compensar la plaga de paparazzis que acudían para informar sobre la interminable lista de novios de la cantante.

La discografía de Taylor Swift tiene una letra para cada estado vital

The Last Great American Dynasty cuenta la historia de Rebekah, que llega en el tren de la tarde, dice la letra, a su casa de la playa, es viuda, su marido ha muerto, el doctor le dijo que tenía que descansar, la culpa es de ella, que no dejaba de dar fiestas. Todo el mundo habla de ella, miradla, ahí va la última de la gran dinastía americana, dice la canción, llena la piscina con champán, se juega la herencia a las cartas con Dalí, lo pasó muy bien arruinándolo todo, ahí va la mujer más atrevida que ha visto esta ciudad.

Todo lo que canta Taylor sucedió. Rebekah Harness fue una mujer excéntrica que por lo que sabemos debió de disfrutar de algunas buenas jaranas hasta su muerte en 1985. Durante cincuenta años aquella casa de la playa y su piscina estuvieron vacías, “libres de mujeres locas, sus hombres y sus malos hábitos”, continúa la letra, “hasta que la compré yo”, remata Taylor, reivindicando su estirpe y ser heredera de las mujeres locas, aquellas que hacen con su vida lo que quieren y que décadas después aún tienen que seguir soportando las críticas que no se les hacen a los hombres.

Taylor sonríe durante toda la canción, ahora a ella también le da exactamente igual lo que digan los demás y termina jugando con los tiempos y la primera persona para meterse en el papel y decir: “Me lo pasé de maravilla arruinándolo todo, fue una época maravillosa”. Es la canción perfecta para brindar por arruinarlo todo según los demás, pero no dejarse ni las migas de lo que a nosotros nos hace felices.