Opinión | ALTA FIDELIDAD

La vida como obra de arte

Deberíamos empezar cada día como si la vida fuera una hoja en blanco. Nietzsche lo aprobaría, y Rick Rubin también

El productor musical Rick Rubin y Paul McCartney

El productor musical Rick Rubin y Paul McCartney / EPE

Normalmente estoy muy ocupada simplemente con mantenerme viva, pero en cuanto tengo un poquito de tiempo libre pienso en Nietzsche. Pienso en esa idea del filósofo alemán de que deberíamos hacer de nuestra vida una obra de arte. Me pregunto si es más fácil hacer de la vida una obra de arte o hacer obras de arte, y cuál de los dos objetivos es más loable.

Pienso en todo esto mientras leo a uno de los hombres de la industria musical que más admiro, Rick Rubin, el productor que devolvió a la vida a Johnny Cash, pero también el hombre detrás de discos y sonidos tan heterogéneos como los de Adele, Neil Young, Metallica, Shakira, Beastie Boys, Slayer, Mick Jagger o Kanye West; la lista es inmensa y apabullante, por eso para muchos Rubin es el productor más importante de las últimas décadas.

Rubin acaba de publicar en nuestro país El acto de crear: Una manera de ser (Diana), un libro que a ratos parece el manual de un budista en Wall Street o una guía new age, pero si estoy aquí hablando de él es porque hay algo más que un listado de reflexiones sobre cómo favorecer la creatividad, hay algo más aparte de proponerte salir a dar un paseo cuando estés atascado en una idea, que es algo que, por cierto, también propone Rubin, pasear o simplemente dejarse estar para que fluyan los pensamientos.

Los paseos son como una familia de castores que en lugar de fabricar presas se dedicaran a quitar troncos para que fluya el agua. Podría haberlo escrito él, pero el símil no especialmente brillante es mío. Me interesa, además, leer las propuestas del productor porque, del mismo modo que leemos El arte de la guerra de Sun Tzu sin preparar realmente una batalla física, cuando Rubin escribe sobre aceptar el miedo o la inseguridad no está solo dirigiéndose a un artista.

La belleza de la imperfección

A menudo pienso cómo es posible que artistas como Taylor Swift salgan a un escenario frente a cientos de miles de personas a cantarles sobre sus rupturas sentimentales o sus inseguridades y no se derrumben si a veces tomar la palabra en la reunión de padres del colegio puede ser un suplicio. Rubin habla de la belleza de la imperfección, de eso que alguna vez he oído llamar la ética del error, lo humano es cometerlos, lo humano es el tachón, un temblor en la voz que da verdad a la canción y que toca algo en los oyentes que una nota perfectamente colocada no necesariamente puede tocar.

En El Quijote también hay incoherencias que, dicen los expertos, Cervantes escribió a propósito como homenaje a los errores e inconsistencias de las novelas de caballerías. Pienso que eso es lo que Rubin hizo con Johnny Cash cuando grabaron juntos los American Recordings. Ahí Johnny Cash tiene la voz rasgada, la dentadura del hombre de negro se nota en la pronunciación y Rubin deja que lo escuchemos, las cicatrices de la vida de Cash se escuchan cuando canta y toda esa verdad se convierte en belleza, nunca en patetismo.

En El acto de crear, Rubin dice que debemos abordar cada obra como si no tuviéramos nada que perder, como si no hubiéramos tenido antes ni éxito ni fracaso. Y así, pienso un poco hippie, deberíamos empezar cada día también nosotros, como si la vida fuera una hoja en blanco. Nietzsche también lo aprobaría.