Opinión | ALTA FIDELIDAD

Luz, fantasía y contemplación

Creo firmemente en el lenguaje del silencio en los momentos oportunos, y en el lenguaje de la música para decir lo que a veces de otro modo no se puede

El escritor y sacerdote Pablo D'Ors, autor del libro de relatos 'Los contemplativos'

El escritor y sacerdote Pablo D'Ors, autor del libro de relatos 'Los contemplativos' / Elisenda Pons

Me gusta mucho que todas las canciones hablen de mí, pero me gusta mucho más que una sola canción pueda hablar de muy diferentes asuntos según el momento o quién la escuche. Eso pasa con Hasta la raíz, de la mexicana Natalia Lafourcade, un tema en el que ella habla de la importancia de conversar con la tierra de la que procedemos, con nuestro pasado, con nuestro origen, pero que sin embargo para muchos es una canción de amor: “Cuando escriba tu nombre en la arena blanca, con fondo azul. Cuando mire el cielo, en la forma cruel de una nube gris, aparezcas tú, una tarde suba una alta loma, mire al pasado, sabrás que no te he olvidado, yo te llevo dentro, hasta la raíz”.

Natalia Lafourcade aparece en uno de los relatos de Los contemplativos (Galaxia Gutenberg), el libro que acaba de publicar Pablo D’Ors, un volumen inspirado en Ejercicios de contemplación, de su maestro Franz Jalics, y con cuyas historias el escritor y sacerdote quiere, entre otras cosas, ayudarnos a llegar a la raíz, a la esencia de las cosas, a encontrar la paz.

Pensaba leyendo a Pablo D’Ors y escuchando la canción de Natalia Lafourcade que ese llevar dentro, hasta la raíz, también es Dios, la fe o, para quien no tenga nada de esto, la confianza. Pablo D’Ors explica que la confianza es algo parecido a la fe, confiar en el otro, en uno mismo, en la vida, en lo que viene o lo que se va. No es fácil, la verdad, tener ninguna de las dos cosas, sin embargo, en estos relatos Pablo D’Ors nos empuja a pensar que quizá el problema para no tenerlo no está ahí fuera, como siempre pensamos, sino dentro; los problemas, cree el escritor, casi nunca están fuera.

La bondad del arte

En Los contemplativos, Natalia Lafourcade aparece por la obsesión del propio escritor, que encuentra consuelo en ella y en sus compatriotas Silvana Estrada y Carla Morrison; la música y la voz de las tres es un motivo, sin duda, para la confianza, la buena música siempre lo es.

Sin embargo, podríamos poner esto en duda, la bondad del arte, digo. Uno de estos relatos, un homenaje a autores como Robert Musil o Joseph Roth, está protagonizado por un joven y atormentado músico cuya vocación empieza a ser autodestructiva, la música que persigue y que debería salvarlo está acabando con él.

Pablo D’Ors quiere hacernos reflexionar sobre el papel del arte, sobre cuánto tiene de salvador y de destructor, pero especialmente quiere proponer que nosotros, que somos al final los responsables del arte, busquemos la luz y la difundamos. La luz, que es conocimiento, pero también es amor.

Es una idea que desde Biografía de la luz está presente en la obra de D’Ors, porque seguramente es una idea propia del cristianismo, la de que luz, amor, conocimiento y Dios van juntos. Pienso que algo tan complejo solo se puede verbalizar con silencio o con música. Aunque parece una paradoja, sin embargo creo firmemente en el lenguaje del silencio en los momentos oportunos y en el de la música para decir lo que a veces de otro modo no se puede. Es lo que sucede con la estremecedora Fantasía para violín y piano de Schubert que Pablo D’Ors hace sonar al final de ese relato para iluminar al personaje, para hacerle creer, para llevarle a él, y a nosotros, hacia la confianza.