Opinión | ALTA FIDELIDAD

La fe de 'La Despentes'

En su nueva novela, 'Querido capullo', la escritora francesa demuestra que sigue entendiendo y analizando el tiempo en el que vive

La escritora francesa Virginie Despentes, autora de 'Querido capullo'

La escritora francesa Virginie Despentes, autora de 'Querido capullo' / EPE

Desconfío tanto de lo panfletario como de los artistas que se vanaglorian de no hacer una obra política. Quizá, ahora que lo pienso, desconfío en primer lugar de cualquiera que se vanaglorie de algo. Confieso que me interesan especialmente los escritores que pisan el barro, que se manchan con esa arcilla de la que estamos hechos los seres humanos, que indagan en nuestras miserias, en conflictos cotidianos, en asuntos políticos, es decir, en nuestros asuntos.

No quiero decir que tenga que compartir el punto de vista; de hecho, me gusta no compartirlo y ponerme en duda, desorientarme y volverme a encontrar, como en un tema de jazz. Lo mejor que puede pasar en realidad es que ni el escritor comparta el punto de vista de sus personajes, no en principio, al menos. Eso es lo que parece que ha hecho Virginie Despentes con Oscar, el capullo de su Querido Capullo, la novela protagonizada por este escritor de éxito denunciado por acoso sexual por una joven activista y bloguera.

La escritora francesa, referente feminista, pone a dialogar por carta a Oscar con Rebeca, una actriz mítica de los años 90 cuyo teléfono ha dejado de sonar al sumar los cincuenta y unos kilos al cuerpo que la industria no tolera. Él lloriquea, se siente cancelado; ella se ríe, cancelada está ella por ser mujer y estar fuera del canon, le responde. Ambos se conocían de niños, se reconocen ahora en pandemia, en unas sesiones telemáticas en grupo para dejar las drogas y el alcohol.

Despentes nos enseña su correspondencia, el espacio en el que pueden ser sinceros, pero también la de la joven activista, su denuncia, su pensamiento, el ensañamiento y el odio que recibe en las redes. Pero lo interesante viene cuando la autora de Teoría King Kong nos va haciendo empatizar no solo con la maravillosa, divertida y resistente Rebeca, claro, sino con el frágil, imbécil (capullo, digámoslo) e inmaduro Oscar.

Dice Despentes que ella le entiende a él porque sabe lo que es tener a las masas en contra, pero sobre todo, dice la escritora, Oscar es una utopía porque es un hombre que pasa de haber acosado a una mujer a reconocer su error, todos sus errores, a entender lo que lleva toda la vida haciendo mal.

Un mundo sin futuro

Querido Capullo es la historia de una amistad improbable, una historia de adicciones y una historia sobre lo difícil que es envejecer y quizá más en estos tiempos. Despentes sabe de lo que está escribiendo. Tiene 54 años, también ha dejado atrás adicciones y, de algún modo, el punk a la manera tradicional. Ya nadie lleva cresta, ya nadie grita que no hay futuro porque lo asumimos hace tiempo.

Me da esperanza que Virginie Despentes siga escribiendo y agitándonos cuando lo hace

En Querido Capullo, Despentes reconoce la subversión en la figura, por ejemplo, de Lil Nas X, el músico estadounidense para el que no hay géneros, ni musicales, ni sexuales. Lil Nas X supera la etiqueta queer y la de rapero e incluso es capaz de criticar las incongruencias del movimiento LGBTIQ+.

Por eso la escritora hace que Oscar quede fascinado ante su aparición en la televisión, como si fuera una revelación mariana. Su imagen y su música, para un hombre heterosexual de mediana edad como él, es un golpe de realidad, la evidencia de que su mundo se está desmoronando y es bueno que así sea porque ese no era un mundo igualitario.

Que La Despentes sea capaz de hablar con melancolía de las tiendas de discos, como hizo en Vernon Subutex, y al mismo tiempo sea capaz de reconocer la valía de Lil Nas X y darle un lugar relevante en su novela habla de la capacidad de la escritora para pisar el fango, para seguir entendiendo y analizando el tiempo en el que vive. Dice Despentes que Lil Nas X le da esperanza. A mí me da esperanza que Despentes siga escribiendo y agitándonos cuando lo hace.