Opinión | ALTA FIDELIDAD

Pero es pop, mamá, es pop

Laura Fernández ha creado un universo propio porque este que compartimos es bastante aburrido; sus relatos son cabañas en las que todos los niños zombis, tengamos la edad que tengamos, seguimos refugiándonos

La aescritora y periodista Laura Fernández

La aescritora y periodista Laura Fernández / EP

Algunos habrán tarareado el titular. Aquellos con buena memoria, algo de cultura musical y un poco de edad. En 1999 la banda barcelonesa TCR publicó su primer disco homónimo, dentro estaba Es pop, un tema que aún sigue sonando impecable, fresco, divertido y, por supuesto, pop: “Baja el casete, escucha a tu mamá, piensa en tus padres, esto suena mal. Quita eso ya, todo suena tal igual, compra otra cosa que no suene mal. Pero es pop, mamá, es pop”.

Leyendo estos días Damas, caballeros y planetas, el volumen de cuentos reunidos de Laura Fernández, me descubría a mí misma diciéndome “Es pop, mamá, es pop”, y luego dando palmas, como en la canción. Rodrigo Fresán dice que el de escritor es el trabajo más infantil que existe, y Laura Fernández eleva la apuesta cuando dice que el escritor de ciencia ficción es el más puro que existe, el que más sigue trabajando como un niño.

La autora sabe lo que dice. En estos cuentos escogidos hay dinosaurios oficinistas, personas perfectamente humanas salvo que tienen tres ojos, detectives mutantes, escritoras de crímenes absurdos, periodistas fantasmas, naves espaciales y, obviamente, damas, caballeros y planetas.

A estos cuentos seleccionados y presentados por la propia Fernández con textos autobiográficos, les encaja la música de Isaac Hayes en Shaft, Bobby Womack, cualquier canción de la era blaxploitation; sin embargo, el humor y la actitud siempre tiernas de Fernandéz me hace pensar en esa canción de TCR que seguro que seguís tarareando ahora porque es como un chicle pegajoso con el que hacer enormes pompas, pero también me hace pensar en otros casos aislados y maravillosos de nuestra música actual, tan aislados y maravillosos como es la propia Laura Fernández en la literatura española; estoy pensando en los discos de Wild Honey, Remate y Parade.

Desde Murcia, Alejandro Galván lleva más de dos décadas componiendo, escribiendo e interpretando canciones bajo el nombre de Parade en las que cuenta historias de amor y soledad protagonizadas por astronautas o niños zombis, como la que se llama así y que casi podría ser una versión musical de La chica zombie, la novela que Laura Fernández publicó en 2013 sobre una adolescente que una mañana descubre que se le cae la piel a pedazos y le brotan gusanos, pero nadie en el instituto parece darse cuenta.

Cabañas para niños zombis

En Niño zombi Parade canta: “Niño zombi va a la escuela y al sacar el desayuno niño zombi se da cuenta de lo diferente que es el suyo, niño zombi sabe que hay algo especial en sus ojos blancos, en su forma de andar. Los demás se ríen, hacen chistes y él sabe que esta noche se hará comprender”. Fernández, que por cierto llegó a tocar la guitarra en una banda en los 90, ha creado un universo propio porque este que compartimos es bastante aburrido; sus relatos son cabañas en las que todos los niños zombis, tengamos la edad que tengamos, seguimos refugiándonos.

Fernando Martínez de la Serna se cobija también en la música. Bajo el nombre de Remate ha trabajado mucho con Guillermo Farré, al frente de Wild Honey. Juntos crearon la banda sonora para 2001 Destellos en la Oscuridad, un homenaje a Kubrick, pero también ese precioso disco de Wild Honey que Remate produjo titulado Ruinas futuras y en el que está una de las canciones más preciosas que existen, y que tiene un título que inspiraría a Laura Fernández: Dinosaurios y supermercados: “Un día encontrarás notas de voz que congelaron dinosaurios y supermercados, quizás todo cambiará mucho más de lo que nos habíamos imaginado, un resplandor distorsionado, silencioso y brillante convirtiendo cenizas en diamantes”.