Opinión | ALTA FIDELIDAD

Tirar los trastos

'Buen pop, mal pop' son unas originalísimas memorias del músico británico Jarvis Cocker

El músico Jarvis Cocker

El músico Jarvis Cocker / EFE

Mi madre ha sido siempre una gran economista del lenguaje. Para mi madre, un juguete era un trasto, la tostadora era un trasto más en la cocina, mi habitación siempre estaba llena de trastos; para ella, ahora, mi salón está lleno de trastos. Mi madre se queja de mi tendencia al trasto, pero mi madre debería estar agradecida por no tener como hija a Jarvis Cocker.

El músico británico, uno de los padres del britpop y estiloso icono, ha vivido a lo largo de sus sesenta años recién cumplidos en muchos países y ha tenido varias casas, pero solo en una tenía un desván donde iba acumulando esas cosas que mi madre llamaría trastos y los nostálgicos, recuerdos. Un día Jarvis se vio obligado a vaciar ese desván y según iban saliendo objetos su memoria se desataba porque eso de la memoria es un tema complejo y apasionante, pero lo resumiría en que sin objeto de memoria no hay memoria, llámalo recuerdo, llámalo trasto.

El líder de Pulp ha demostrado no solamente ser un músico genial, un señor de Sheffield en traje y corbata siempre, un señor con gafas de pasta muy culto de verdad, sino un magnífico escritor de canciones y de libros. A medida que Cocker iba sacando objetos del desván se preguntaba si debía tirarlos o guardarlos (qué suerte tuvo de que mi madre no pasara por allí) y se le ocurrió que podía ser divertido convertir ese escrutinio en un libro que acaba de publicar Blackie Books en nuestro país bajo el título de Buen pop, mal pop. Un inventario y que, disfrazado de inocuo artefacto pop con sus fotografías de los objetos y sus juegos tipográficos, en realidad son unas originalísimas memorias del músico.

Memoria y nostalgia

Con la excusa de encontrarse un paquete de chicles antiguo, una cassette de Barry White o una pastilla de jabón, Cocker va describiendo a su familia, su origen social, aquel Sheffield pobretón de su infancia, su pasión por la ropa o el nacimiento de Pulp, la banda que creó con sus amigos del colegio y que marcó un antes y un después en la música precisamente con letras en las que hay mucho de memoria y nostalgia. No he podido evitar leer este inventario escuchando de fondo canciones como Disco 2000 en la que Jarvis Cocker le habla a una primera novia con la que todos creían que acabaría casándose y se pregunta qué será de ellos en el año 2000 en uno de los estribillos más pegadizos de la música de los años noventa y del que hasta Nick Cave se enamoró y terminó versionándola.

Es una de las canciones de Different Class (1995), el disco más aclamado de la banda y en el que está la famosísima Common People, un estandarte del buen pop y un himno de la conciencia de clase (o retrato de las pijas, según se mire) también basado en las memorias de Cocker, la historia de aquella compañera griega y rica que estudiaba con él en la prestigiosa escuela de arte Central Saint Martins de Londres y que quería hacer una inmersión y conocer a “la gente normal”, vivir la aventurilla de no llegar a fin de mes y Cocker le acaba gritando, básicamente, que pasar hambre no tiene nada de emocionante.

Ya conocíamos bastante de Jarvis por sus letras, como esa Little Girl (1985) que habla de su madre, se la compuso cuando cumplió la misma edad con la que ella se quedó embarazada de él sin querer, la letra fue un poco escandalosa y con la excusa de encontrarse una foto la cuenta en el libro, otro trasto de tapa dura más que no saldrá de mi salón, ya está en mi inventario.