CRÍTICA

'De la tradición a más allá de la posmodernidad', de Tomás Marco: la ópera, un género cargado de futuro

En esta obra, el autor recorre la lírica de los siglos XX y XXI

Tomás Marco

Tomás Marco / EPE

Cosme Marina

Tomás Marco (Madrid, 1942) es una gloria nacional, una de las personalidades más inquietas e interesantes de nuestro país en el ámbito de la cultura. Compositor de prestigio internacional, con un sólido catálogo que abarca los más diversos géneros, ensayista de fuste y gestor curtido en mil y una batallas. Es una presencia imprescindible en nuestra vida musical y vuelve ahora a su labor de divulgación con una obra extraordinaria, De la tradición a más allá de la posmodernidad, historia de la ópera a lo largo del siglo XX y también de lo que llevamos del XXI.

El repaso de escuelas, países y compositores es exhaustivo, permite al lector hallazgos sorprendentes y, sobre todo, es un estímulo para conocer decenas de títulos al margen del repertorio tradicional. Nos cuenta con pasión este último largo siglo de un género fascinante y lo hace desde el conocimiento y la erudición, pero también desde una capacidad narrativa fuera de serie.

El punto de partida está en la disolución de la ópera del XIX. Ahí explica todos los modelos que van sentando las bases de una evolución que se acrecienta en la segunda mitad del siglo en ámbitos como el italiano, el germano y el francés. Autores como Richad Wagner y Giuseppe Verdi son esenciales en el avance del género y en la introducción de novedades que se extienden a todas las parcelas que integran la ópera como espectáculo, entre ellos el libreto, que adquiere más peso y permite una estructura diferente y compleja. También los aspectos orquestales y los de la dirección de escena –Wagner es aquí esencial– sufren transformaciones que tienen en el cambio entre el XIX y el XX un hito esencial de no retorno.

Aciertos

Uno de los aciertos de la propuesta es la de no limitarse a realizar una sucesión lineal de la evolución operística, sino que es capaz de transmitir su tremenda riqueza explicando la convivencia de diversas tendencias de manera simultánea; vemos así cómo los avances no impiden que algunos autores sigan estrenando con gran éxito desde parámetros tradicionales y cómo, también, determinados riesgos acaban en fiasco en su presentación, para luego asentarse con fuerza en los circuitos. Indudablemente hay cambios que, en primera instancia, causan rechazo, pero no deja de ser algo puntual y casi anecdótico cuando la calidad de un autor se acaba imponiendo contra los prejuicios.

En el arranque del siglo XX comienza a profundizarse una verdadera revolución que para muchos tiene su punto de partida en el estreno de Pelléas et Mélisande de Claude Debussy en 1902, aunque, como explica el autor, los cambios son más complejos y las influencias van transitando por distintos países. En Italia el peso de Giacomo Puccini es determinante en estos años y también el movimiento verista en su conjunto, mientras que en la zona germánica Richard Strauss es el equivalente en cuanto a su influencia con estrenos determinantes como Salomé que parte de la obra de Oscar Wilde.

Autores de otros países como Leos Janacek también son claves. Asimismo, destaca el caso de Ethel Smyth, compositora militante del movimiento sufragista y autora de seis títulos, rastreando varias autoras de óperas hasta ahora ausentes en este tipo de estudios. Explica, asimismo, el decisivo peso que una ciudad como París tiene en todo lo que entendemos como modernidad, puesto que lo que triunfa allí acababa por imponerse en los circuitos, si bien acaba cediendo el testigo a Nueva York tras la Segunda Guerra Mundial.

Compositores importantes que fueron impulsando el género en los albores del XX son Paul Dukas y Maurice Ravel, en Francia –muy significativo el Grupo de los Seis, con Jean Cocteau como alma tutelar–, en otros países, Karol Szymanowski y Béla Bartók, y en España, Enrique Granados y Manuel de Falla. La línea vanguardista, o una de las vanguardias más influyentes, llega de la mano de Arnold Schönberg a través de títulos como Erwartung y la inconclusa Moses und Aron.

Tras él aparece Alban Berg con una obra como Wozzeck, "arquetipo de la nueva ópera" y que tiene una influencia que llega hasta el siglo XXI. Paul Hindemith, Kurt Weill, Ígor Stravinski, Francis Poulenc, Darius Milhaud o Arthur Honegger –estos tres también del Grupo de los Seis– y Serguéi Prokófiev son algunos de las decenas de nombres significativos cuya trayectoria se aborda.

Como en el resto de los géneros artísticos, la influencia sociopolítica es determinante y Marco analiza el nazismo y el estalinismo y su envenenada relación con la ópera; basta pensar en Dmitri Shostakóvich y Lady Macbeth de Mtsensk. Se analiza el progresivo auge lírico que desde finales del XIX se produce en EEUU, con la compositora Amy Beach, llevando el jazz a la ópera, y con George Gershwin, así como en otros países como Brasil con Carlos Gomes, México, Cuba, Argentina.

A lo largo del XX Giancarlo Menotti, Benjamin Britten, Hans Werner Henze –uno de los autores influidos por la vanguardia serial en torno al grupo de Darmstadt–, Aribert Reimann, Heitor Villa-Lobos, Alberto Ginastera, Karlheinz Stockhausen y Nino Rota marcan tendencias de lo más diverso, al igual que en España el propio Marco, Cristóbal Halffter, Luis de Pablo y Carles Santos.

El Círculo de Darmstadt tiene, precisamente, un icono decisivo en Bernd Alois Zimmerman y Die Soldaten, obra ahora muy representada en los grandes teatros. Y luego llegan Luciano Berio, Bruno Maderna, Oliver Messiaen, György Ligeti y György Kurtág. No quedan de lado corrientes como el minimalismo a través de Michael Nyman y Philip Glass y el espectralismo. De forma pautada se llega a los autores nacidos en los 80 con el fin de reivindicar que "escribir y representar óperas no es una reliquia del pasado: es un arte aún de actualidad con futuro".

'De la tradición a más allá de la posmodernidad'

Tomás Marco

Galaxia Gutenberg

592 páginas

27,50 euros