Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: variantes tóxicas, la tele y el polvo blanco

A medida que la serie avanza, la mirada corrosiva sobre la tele misma es de una lucidez tan rara como estimable

Yolanda Ramos en ‘Un nuevo amanecer’

Yolanda Ramos en ‘Un nuevo amanecer’ / / LA SEXTA

Ferran Monegal

Ferran Monegal

Ha lanzado La Sexta los tres primeros capítulos de la serie ‘Un nuevo amanecer’. Firmada por José Corbacho, y con Yolanda Ramos en el papel estelar, es un retrato implacable. De entrada parece una pirueta despendolado sobre Candela (Yolanda) una famosilla televisiva, siempre ‘colocada’, existencialmente desballestada, que sobrevive haciendo patéticas posturas en programas, y macarrónicos ‘bolos’ que le van saliendo en fiestas privadas.

Pero a medida que la serie avanza, la mirada corrosiva sobre la tele misma es de una lucidez tan rara como estimable. Arranca Candela metida como miembro de un jurado de un concurso burdo y disparatado, como esos tan habituales que pululan en la tele real. A través del pinganillo en su oreja tiene que puntuar según la conveniencia que le dicta la directora del programa. Y Candela, que va absolutamente drogada, monta un número alucinante y acaba, en directo, desmayada. No provoca este desastre gran enfado en los directivos de la cadena. Finalmente la estampa de Candela derrumbada acaba siendo ‘trending topic’ en las redes, y los índices de audiencia se disparan. Y eso es lo único que cuenta. Pero le aconsejan a Candela un par de semanas de descanso en alguna institución desintoxicante. Ahí vamos conociendo la realidad vital de esta ‘famosa’ televisiva. En particular a su representante, un pirata que en lugar de cuidarla la va degradando más. Y José Corbacho, que posee una sabiduría televisiva considerable, nos hace la radiografía, en paralelo, de cómo funciona la televisión, esa picadora de carne humana. Es muy ilustrativa la escena de la directora del programa con la sustituta de Candela. Cómo la adiestra para que el negocio siga funcionando: repetir como un lorito lo que ella le dicta por el pinganillo;inclinarse sobre la mesa de vez en cuando para que la cámara enfoque sus turgencias frontales; y nunca hacer caso del público porque para eso ya están los regidores y animadores que son los encargados de manipular y conducir el rebaño. ¡Ahh! Felicito a Corbacho. Nos enseña que, para Candela, la tele es tan tóxica, o más, que el polvo blanco que va esnifando.

Esta serie se ha lanzado inicialmente en La Sexta, y continúa en la web de pago. En A-3, la cadena buque insignia de este imperio, no sería soportable.

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