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La lectura como ejercicio de empatía navideña

Lloremos, riamos y leamos hasta tener un atracón de bienestar. ¡Feliz Navidad! 

El ministro francés Bruno Le Maire

El ministro francés Bruno Le Maire / EFE

La Navidad no incrementa nuestros tiempos de lectura, todo lo contrario. Y es una suerte que sea así. Estar en familia estos días es reconfortante. Estar con los de siempre. Con aquellos con los que tienes vínculos de complicidad y que durante todo una vida han estado ahí.

Pero, en ocasiones, estas maravillosas rutinas familiares se rompen por la falta de alguien. Que todos hayamos pasado por esos procesos no sirve de excusa. Nuestra procesión va por dentro. Es única. Claro que sabemos que el tiempo todo lo resitúa. Pero no es excusa.

Llorar a los ausentes durante estos días está muy bien. Es el proceso. Éste que les escribe ha llorado mucho y creo que ha sido gracias a la literatura. El método empático de la literatura. Fue el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, quien, en un inicio de curso de las écoles francesas, se dirigió a los estudiantes animándolos a que leyeran.

«Leed. Os va a permitir entender quiénes sois, va a poner palabras a aquello que sentís, que ni siquiera sabéis de vosotros. Y una persona totalmente desconocida, a la cual nunca habéis visto y a la que probablemente nunca veréis, os susurrará al oído, en el silencio de la lectura, cosas que nunca habríais comprendido sobre vosotros si no las hubierais leído». Y acabó diciendo, con una gran convicción: «Estáis solos, pero nunca estáis tan cerca de los demás como cuando leéis un libro».

El discurso entero del ministro escritor –tiene publicados ya 15 libros– es una delicia y lo pueden encontrar en internet. La soledad rodeada de gente en la que están los jóvenes, allí donde a veces decidimos situarnos todos, tiene como remedio la literatura. Y los que amamos leer sabemos que todos los personajes literarios, también los más fantásticos, sufren y combaten la angustia en una demostración empática de que no estamos solos, aunque la soledad, a veces, también sea gustosa. Lloremos, riamos y leamos hasta tener un atracón de bienestar. ¡Feliz Navidad!