Seguir la moda de Urueña y Calonge

La Noche de la Edición, organizada por el Gremi d’Editors de Catalunya, dio buenas noticias. El sector editorial sigue bien. Este "bien" es lacónico y escueto, pero claro. Las ventas ni se triplican, ni se doblan, eso que convence a los responsables de una cuenta de resultados. Sin embargo, la progresión se mantiene razonable. Estamos hablando del libro de papel. De ese material que, según algunos gurús hace unos diez años, estaba llamado a desaparecer.

Las noticias son buenas también para el libro en catalán. Durante estos años de subidas en el castellano, la lengua de Ramon Llull se había quedado estancada. Las cifras de 2023 marcan un incremento del 12%.

Algunas fuentes del sector relacionan ese aumento con que, durante este año, se habría casi solucionado el problema de la distribuidora Entredos, que nació de la fusión de Les Punxes y Àgora, esta última de Enciclopèdia Catalana.

La cuestión es que las cosas van mejor y eso es lo que cuenta. Si a ello le añadimos los magníficos niveles de ventas que ofrecen los libros de papel frente a los digitales, los primeros un 93% sobre la cantidad del 5% de los segundos, más un 2% de audiolibro, como decía destruyendo la idea de los futurólogos agoreros, el horizonte es positivo, sin bajar la guardia.

Lo mejor fue descubrir que hay dos pueblos en España, Calonge-Sant Antoni en Girona y Urueña en Valladolid, que tienen más librerías por habitante que cualquier municipio en la península. En Urueña, en concreto, más que bares: una librería por cada 18 habitantes. No es un chiste. Se ha convertido en un aliciente turístico.

Es todo un detalle que habla del buen momento de las librerías de pueblo y de barrio, consolidadas durante la pandemia y que se mantienen. Mejor nos quedamos con esta idea más que con las lamentables cifras del Informe PISA en la comprensión lectora de nuestros chavales. Eso, otro día.