CRÍTICA

Crítica de 'Fortuna', de Hernán Díaz: el dinero como ficción

Tras la excelente ‘A lo lejos’, el autor norteamericano de origen argentino se adentra en una impresionante reflexión sobre la naturaleza económica de la literatura

El escritor Hernán Díaz

El escritor Hernán Díaz / Robert Ramos

Sergi Sánchez

"Es difícil que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda". Cuando el escritor Upton Sinclair pronunció estas palabras ya había publicado ¡Petróleo!, novela sobre los conflictos morales del capitalismo que Paul Thomas Anderson adaptó parcialmente en la magistral Pozos de ambición.

No es difícil detectar en el Benjamin Rask de Fortuna el hombre más rico del mundo, los rasgos de Daniel Plainview, aquel voraz emprendedor del oro negro, ahora convertido en un demiurgo de la economía mundial, igual de autista, atravesado, eso sí, por el halo romántico de la novela gótica, encerrado en su torre de marfil, protagonista de una novela de Henry James o Edith Wharton que pronto se siente como el grito inacabado de un escritor mutante. 

Porque esa novela titulada Obligaciones, la primera de esta impresionante Fortuna, se transforma en otras tres, comandadas por tres voces que traducen al terreno de la (meta)ficción las teorías del sujeto esquizofrénico y el capitalismo tardío de Fredric Jameson, pasándolas por el tamiz del realismo capitalista de Mark Fisher, sin que nada de ello resulte demasiado abstracto u obvio como para despertar sospechas.

La puesta en abismo de ese texto supone una inteligentísima traducción de las relaciones peligrosas entre dinero y ficción, atravesando, por supuesto, un contexto histórico que ha modelado la construcción del yo en la escritura de la intimidad, con sus consiguientes efectos en los distintos formatos de la autoficción -desde la autobiografía anotada, en bruto, que magnifica los logros del ego masculino que escribe hasta el diario íntimo que se ofrece como contraplano femenino a esa celebración del poder y la gloria, pasando por una suerte de making of que deconstruye las mentiras del proceso autobiográfico- y sus espectaculares cambios de estilo y registro.

Imitador de voces

A priori, podría parecer que, con Fortuna, Hernán Díaz (Buenos Aires, 1973) necesitaba demostrar su músculo como escritor, como si la excelente A lo lejos no hubiera sido suficiente, y ahora quisiera decirnos que, como imitador de voces, no hay quien pueda con su talento.

Y, sin embargo, esa demostración de fuerza, que podría abismarse en un manierismo vacuo, se erige en una profunda reflexión sobre la naturaleza económica de la literatura. Si el dinero es una representación del mundo ("bienes de consumo en forma de pura fantasía"), ¿no lo es acaso la literatura, en su imposible búsqueda de comprender la realidad a través de una ilusión que cambia, una y otra vez, de máscara, de disfraz?

Díaz comercia con palabras, no con valores bursátiles, pero en esta majestuosa novela el colonialismo, el crack del 29, el anarquismo, los primeros tratamientos psiquiátricos, la cultura de las élites, la poesía de la resistencia, la locura como manifestación definitiva de la lucidez, se conjuran bajo el signo de la magia de la escritura, que también tiene sus plusvalías, comete crímenes y somete a lo real a la ciclotimia de sus creadores.

Como el dinero, la literatura, nos dice, no es inocente, y es en ese descubrimiento que el lector se deja atrapar en su balanza de pagos, donde el haber siempre pesa mucho más que el deber.

'Fortuna / Fortuna'

Hernán Díaz 

Traducción de Javier Calvo / Josefina Caball 

Anagrama / Periscopi 

440 / 472 páginas

21,90 euros