LA ENTREVISTA

Pedro Martín-Barrajón, psicólogo: "Cada año superamos el récord de muertes por suicidios en España"

Psicólogo experto en emergencias y prevención en suicidios, ha formado parte del operativo que acompañó a los familiares durante la tragedia de Spanair en 2008 y ha coordinado equipos para ayudar a los afectados por los atentados de las Ramblas en Barcelona y durante la pandemia ha atendido vía telefónica crisis suicidas

Pedro Martín-Barrajón en la sala de coordinación del 1-1-2 en Canarias.

Pedro Martín-Barrajón en la sala de coordinación del 1-1-2 en Canarias. / EPE

Iván Alejandro Hernández

Pedro Martín-Barrajón es psicólogo y uno de los mayores expertos en emergencias y prevención en suicidios en España. Formó parte de forma voluntaria del operativo que acompañó a los familiares durante la tragedia de Spanair en 2008; ha coordinado equipos para ayudar a los afectados por los atentados de las Ramblas en Barcelona y durante la pandemia ha atendido vía telefónica crisis suicidas, como jefe de sala del dispositivo emergencias del Ministerio de Sanidad.

Actualmente, es responsable de Emergencias en Psicólogos Princesa, en Madrid, donde desempeña su labora como director del Área de Emergencias y de la Red Nacional de Psicólogos para la Prevención del Suicidio, que cuenta con más de 240 miembros repartidos por todo el territorio nacional. Fruto de esta labor recorre todo el territorio nacional para ofrecer formación en la especialidad de la psicología de emergencias o la prevención del suicidio.

Recientemente, ha viajado a Canarias para impartir dos cursos formativo dirigidos a 80 profesionales que trabajan en los diferentes servicios de seguridad y emergencias de las islas. En concreto, el pasado 14 de mayo en Tenerife, y el día 16 en Gran Canaria. Ambas iniciativas estuvieron organizadas por el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (CECOES) 112 dentro del programa de actividades formativas que la empresa pública Gestión de Servicios para la Salud y Seguridad en Canarias (GSC) contempla para este año.

¿Cuál es la importancia de la primera atención telefónica ante una tentación suicida?

Es crítica. Esa primera atención puede tener dos vías: que la persona termine con su vida o que consiga demorar el intento. Una buena atención telefónica puede disminuir de manera significativa la idea suicida y producir una regresión continuada de la desesperanza o el sufrimiento. Una atención deshumanizada o frívola, donde se demuestren prisas por solucionar cuanto antes la situación, puede ser condicionante para que esa persona no vuelva a pedir ayuda y desconfíe del resto de eslabones de la cadena asistencial y termine por seguir adelante con lo que tenía pensado hacer. En ese primer eslabón, los profesionales de primera línea son cruciales.

¿Cómo se puede ofrecer una correcta atención ante una tentativa suicida?

Hay un decálogo que surge de un protocolo que desarrollé para el Ministerio de Sanidad y el Consejo General de la Psicología para las llamadas crisis suicidas durante el coronavirus. En ese protocolo doy ciertas pautas: no tener prisa y que no se note esa prisa; evaluar la situación en la que se encuentra; no responder con tópicos o frases hechas; no buscar quitarle las ideas suicidas. Ni el mejor psicólogo o psiquiatra del mundo consigue quitar las ideas suicidas. De lo que se trata es de facilitar el desahogo. La psiquiatra Carmen Tejedor, una de las madres de la suicidología en España, hablaba de una ventana temporal de 90 minutos desde que alguien tiene la intencionalidad firme hasta que inicia el gesto suicida. Se trata de filtrar el desahogo, de saber cuál es la gota que ha colmado el vaso, por qué se encuentra en esa situación, si ha pasado algo en especial para que se encuentre en una situación tan crítica y que la persona durante ese desahogo consiga una desactivación, no solo fisiológica, también emocional y que sea más fácil negociar con ella y que acepte la ayuda.

¿Todo intento de suicidio es evitable?

Lamentablemente, no. Por muchos esfuerzos que invirtamos es un poco utópico e ingenuo pensar en las cifras de suicidio cero. Sabemos que el suicidio es prevenible, pero no es predecible. Sabemos que con campañas divulgativas públicas y serias de prevención se reducirían las muertes entre un 25% y un 30%, lo que supone casi 1.200 fallecidos menos en España. Al igual que se ha hecho con los accidentes de tráfico, la drogadicción, el VIH o la violencia de género. El suicidio es la causa de muerte no natural más frecuentedesde el año 2008, que desbancó a las muertes por accidentes de tráfico. Causa 4.227 muertes en España, 233 en Canarias. Pero ojo, que desestimamos que por cada suicidio consumado hay al menos 20 intentos. Según las últimas cifras de 2022, más de 4.600 personas intentaron suicidarse en Canarias.

¿Sigue siendo un tema tabú?

Antes existía un Pacto de Estado que prohibía a los medios de comunicación hablar sobre el suicidio. A día de hoy, el consenso internacional es que el silencio mata, pero el ruido también. Lo que no se conoce, no se previene. Como había un silencio en torno al suicidio, se desconocía la magnitud de este grave problema de salud pública. Ahora nos encontramos con otro problema: se publica de manera inapropiada. Existen guías de estilo de la Organización Mundial de la Salud del año 2000 y en el año 2020 se ha publicado en la Comunidad de Madrid una guía de estilo sobre cómo informar acerca de las muertes por suicidio. De hecho, en mi opinión, la periodista más cualificada en nuestro país en este ámbito es Yaiza Perera, que publica todos los meses en el diario El Mundo información contrastada como una medida preventiva, con profesionales y supervivientes. Es una manera de ayudar ofreciendo información veraz. 

¿Cómo se debe informar del suicidio en los medios de comunicación?

A cualquier periodista que me pregunte, siempre le recomiendo que a la hora de publicar tenga en cuenta una premisa: si fuese él quien se enterase de la muerte de un familiar por la prensa, ¿cómo le llegaría? Me parece fundamental ser respetuosos con la intimidad de las personas, no dar detalles escabrosos, no reducirlo a una sola causa porque el suicidio es un fenómeno multicausal. Confundimos el precipitante, la gota que ha colmado el vaso con las causas del fallecimiento. El Ministerio de Sanidad ofrece una serie de pautas para el tratamiento del suicidio en los medios de comunicación, de libre acceso y gratuito, que podrían resultar muy útil y es muy preventivo.

¿Las administraciones públicas ponen los recursos necesarios?

A la vista está. Durante el último lustro, cada año hemos batido el récord de muertes por suicidio en nuestro país. Las medidas son insuficientes. Quizá sean cortoplacistas. Y no hemos conseguido reducir las cifras porque año tras año sigue creciendo.

¿Qué acciones recomienda para reducir esas cifras?

Ofrecer una continuidad en distintos servicios de emergencias. Con mucha frecuencia, se suele achacar la responsabilidad al personal sanitario. Pero no hemos pasado de 6.000 muertes al año en accidentes de tráfico en la década de 1990 a 490 en 2020 por contratar más personal sanitario. Se ha debido a campañas de divulgación pública acompañadas de distintas medidas. En el ámbito educativo, por ejemplo, los protocolos contra el acoso escolar. En las redes sociales, que se fiscalicen los contenidos de promoción, inducción o colaboración al suicidio. En las artes y las ciencias; por ejemplo, el cine es un motor de cultura, de cambio y de aprendizaje que podría ser una herramienta importante. Otro agente involucrado podría ser la arquitectura. En la Comunidad de Madrid contamos con mamparas en el puente de Segovia; en Santa Cruz de Tenerife hay un muro de hormigón en el puente Zurita para prevenir que la gente saltara al vacío.

Usted ofreció escucha y apoyo a las víctimas de la tragedia de Spanair en 2008, ¿cómo ha evolucionado la atención y el apoyo psicológico en emergencias o catástrofes desde entonces?

Lamentablemente, la psicología de emergencias sigue muy abocada al voluntariado y a la vocación, pero es que nadie come de la vocación. Con las emergencias sucede algo similar a lo que ocurre con la salud mental, es la hermanita pobre de la sanidad, excepto en algunos servicios de emergencias extrahospitalarias, como el SEM en Cataluña, el SUMA en Madrid o el SAMUR, que fue un servicio pionero en España en incorporar a su plantilla a psicólogos de emergencias. Al igual que existen otras especialidades médicas, como la Pediatría o la Traumatología, en el ámbito de la prevención del suicidio y la intervención en situaciones de emergencia o catástrofes, se requiere también de esta especialización. Está un poco en la sombra y no se le da la relevancia que tiene salvo cuando existe un incidente con múltiples víctimas.

¿Por qué es importante la psicología de emergencias en el día a día?

La psicología de emergencias tiene mucho que decir en el ámbito cotidiano. Sucede todos los días: muerte súbita; atropellos; violaciones; suicidios… no solo se debería reducir a los accidentes, atentados o catástrofes con múltiples víctimas. No recibir una atención adecuada en un momento inicial, puede condicionar el resto de una vida. La mayoría de las personas se recupera por sus propios medios, pero hay un porcentaje que no puede afrontar la pérdida de un hijo por suicidio o que le cueste superar por sus propios medios algo tremendamente dramático, que es una violación. Las experiencias traumáticas son un precipitante serio de conductas suicidas. En mi opinión es fundamental que alguien que está atravesando por el peor momento de su vida reciba una atención adecuada por parte de un profesional especializado.

¿Es partidario de disponer de un servicio de atención inmediata a través de mensajería instantánea?

Como medio de contención o una primera asistencia de acompañamiento en el momento inicial, puede ser una vía. Como ha ocurrido durante la pandemia con las consultas online. Pero no comulgo con la forma de trabajar el trauma a través de internet. Cada uno tiene su metodología, pero a mí me parece que esto requiere de atención presencial. Por ejemplo, tras un accidente de tráfico, probablemente lo que necesite la persona afectada no sea más que la presencia de alguien que no juzgue, que no apremie a la pronta recuperación, que normalice los síntomas… en muchas ocasiones, lo que nos dicen los supervivientes al suicidio es que lo que necesitaron en esos momentos era que alguien le diera un abrazo. Ninguna pastilla mágica. En esos momentos, la comunicación no verbal llega a ser más importante que la verbal. Que respete tus tiempos, que no te juzgue, que te dé permiso para desahogarte como necesites. Y no tanto una terapia al uso, porque en ese momento no se hace terapia, se acompaña.

La especialización en España en emergencias desde la psicología, ¿en qué estado se encuentra?

Existe una acreditación profesional por parte del Consejo de la Psicología donde justificar el número de horas y las intervenciones que se han llevado a cabo. Desde el Consejo General de la Psicología hay un departamento específico que lidera Javier Torres, desde Baleares, y existe una sección específica de psicología de urgencias, emergencias y catástrofes. Seguimos haciendo cosas, seguimos avanzando e interviniendo a lo largo y ancho del país. Pero esa disciplina de la psicología en emergencias no tiene mucha visibilidad o no está instaurada la figura en el sistema sanitario. Y tampoco hay formación suficiente. Si no formas parte de ningún servicio, no hay un acceso fácil a la formación. Nosotros estamos intentando universalizar este tipo de formación para quien esté interesado en aumentar su conocimiento en esta disciplina.