EXPULSIÓN DEL CENTRO

Efecto donut: 170.000 personas dejaron Madrid ciudad por la sierra o el cinturón sur tras la pandemia

La sierra norte recibió un elevado porcentaje de madrileños mayores de 65 años

Los menores de 45 años llenaron los municipios del sur

Iago Fernández cambió su pequeño piso de Conde Duque por una vivienda en el espacio natural de Hoyo de Manzanares

Iago Fernández cambió su pequeño piso de Conde Duque por una vivienda en el espacio natural de Hoyo de Manzanares / Javier Barbancho

Ángeles y su marido ampliaron el radio de búsqueda de piso cuando supieron que esperaban gemelas, en pleno confinamiento. "Necesitábamos tres dormitorios y ascensor. Hasta entonces pagábamos 900 euros en Puerta de Toledo; por un dormitorio más nos pedían 1.800 euros. Era inviable", cuenta. "Miramos Móstoles, Getafe y Rivas. Escogimos Rivas porque ya teníamos amigos ahí. Somos de fuera, habíamos venido a Madrid para estar en la capital y no era nuestro plan ir a un pueblo. Yo tuve un período de duelo: todo lo que se alejase del centro era un fracaso. Ahora nos hemos adaptado y estamos muy contentos: está lleno de gente joven con hijos y hay calidad de vida".

Como Ángeles, su marido y sus tres hijos, casi 170.000 personas dejaron la ciudad de Madrid por otros municipios madrileños entre febrero de 2020 y febrero de 2022. Otras 173.000 dejaron la ciudad por municipios del resto de España. Un total de 309.000, sumando Madrid ciudad y el resto de la comunidad, abandonaron la región, siendo Guadalajara, Toledo y la costa los principales destinos. Se estima que unas 225.000 personas entraron a la Comunidad en el mismo período. El saldo migratorio sería, por tanto, negativo.



Son cifras del proyecto DARUMA, que desarrollan la empresa tecnológica Nommon y el Grupo de Investigación en Transporte, Infraestructuras y Territorio de la Universidad Complutense de Madrid con datos anonimizados de las redes de telefonía móvil. Este tipo de datos también se usaron durante la pandemia, en el estudio de movilidad del Ministerio de Transporte. En el caso de las migraciones, "permiten capturar movimientos que no se registran en las estadísticas oficiales", dicen los investigadores, pues no todo el mundo se empadrona cuando se muda.

La información recopilada por DARUMA para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA incluye varios detalles llamativos, como el del municipio de destino según la edad. Los pueblos de la sierra norte (Canencia, Madarcos, Puebla de la Sierra, etc.) han recibido en su conjunto un elevado porcentaje de migrantes madrileños mayores de 65 años, mientras que los menores de 45 años han llenado los municipios del sur.

En términos absolutos, las ciudades madrileñas que más migrantes reciben son Getafe, Leganés, Rivas-Vaciamadrid, Alcorcón y Pozuelo de Alarcón. Más de la mitad de los cambios de residencia regionales se hacen a municipios grandes, de más de 50.000 habitantes. Los investigadores han encontrado, además, que los habitantes de los distritos ricos son menos proclives a mudarse a pueblos de menos de 5.000 personas.

"El cambio sucede a dos niveles: el periurbano y el nacional", dice Gustavo Romanillos, arquitecto, doctor en Geografía y miembro del grupo de investigación. "Hay cosas lógicas, como que la mayor parte de la gente se vaya a municipios grandes: hay más oferta de vivienda. Hay una migración a la corona de gente que ha querido cambiar de tipo de vivienda, porque fuera de Madrid hay más unifamiliares, y otra de personas mayores a la sierra. En muchos casos, esta será gente que se haya ido a la que era su vivienda secundaria".

El aumento de los precios, la presión turística y la consecuente expulsión del centro hacen el resto. "Al principio echaba de menos Madrid, pero luego me di cuenta de que lo que añoraba era mi estilo de vida de antes", bromea Ángeles. "Con tres hijos, las cosas cambian. No puedes salir a pasear por el centro porque para los niños es un peligro y necesitas dos millones de ojos. Aquí vivimos en un barrio con vida vecinal, en el que los niños se pueden mover libremente, hay campamentos asequibles y piscina municipal. Pago una hipoteca razonable por una casa de cuatro dormitorios. Moverme ahora es impensable, estoy feliz. Los amigos que se han quedado en Madrid se quejan de los precios y la falta de plazas en la guardería pública".

El efecto donut

Se conoce como 'efecto donut' al movimiento que se produjo durante y después de la pandemia del centro de las ciudades a la periferia, consecuencia del teletrabajo. Es un término acuñado por dos economistas estadounidenses que observaron cómo los centros de las principales áreas metropolitanas del país (Nueva York, Los Angeles, Chicago, etc.) se vaciaban. Los autores destacaron el "movimiento en impuestos, negocios y actividad económica del centro a la periferia" y la probabilidad de que disminuyera el gasto en los centros urbanos al irse los trabajadores fuera de la ciudad.

Si bien las conclusiones de los estadounidenses no pueden extrapolarse completamente al caso español —el teletrabajo ha decaído desde la pandemia—, la periferización de Madrid lleva tiempo observándose en el padrón. No tanto porque los distritos centrales y la ciudad se vacíen, sino porque ni de lejos crecen al ritmo que lo hacen los municipios colindantes y distritos periféricos.

"El vaciado del centro no es tan fuerte como en Estados Unidos. En Madrid, nuestra hipótesis es que la presión turística en el centro es muy fuerte. Yo soy profesor y recibo emails de estudiantes latinoamericanos que no vienen a Madrid y se van a otras universidades secundarias porque no pueden hacer frente a los alquileres", continúa el investigador.

Entre 2017 y 2021, los últimos datos desagregados disponibles, la ciudad de Madrid creció en casi 100.000 personas. Hortaleza, Carabanchel, Villaverde y Villa de Vallecas fueron los distritos con mayor crecimiento, frente a Moratalaz, Retiro, Chamberí, Chamartín, Arganzuela y Salamanca, los que menos crecieron. Algo parecido pasa en la Comunidad: Arroyomolinos, Rivas, Valdemoro o Boadilla registran crecimientos muy superiores al de la ciudad. La población de Madrid lleva "estancada" muchas décadas, dice Romanillos, no solo porque la gente se vaya fuera, sino porque parte del uso residencial se ha transformado en comercial, oficinas o turístico y porque los hogares son cada vez más pequeños.

"La ciudad retiene a la gente que la puede pagar y a la gente que no tiene nada. Hay estudios en esta línea: se expulsa a las clases bajas y se atrae a las muy bajas. Si no tienes nada, la ciudad es un buen sitio para estar: hay acceso a trabajos ocasionales, a asistencia social e incluso puedes mendigar", dice Jorge Dioni, autor de La España de las piscinas y El malestar de las ciudades, dos libros sobre el movimiento hacia las periferias y sus implicaciones políticas. "Por eso son focos de desigualdad. El siglo XX fue del medio rural a la ciudad; el XXI es de la ciudad al área urbana".

Explosión demográfica

Los datos del proyecto DARUMA muestran en qué municipios se ha producido lo que los investigadores llaman una "explosión demográfica", es decir: dónde ha llegado mayor porcentaje de migrantes, y dónde estos migrantes se concentran en una franja de edad concreta. Además de los municipios del sur, destaca Hoyo de Manzanares, donde casi la mitad de los madrileños que han llegado son adultos jóvenes, de entre 25 y 44 años. Moraleja de Enmedio, por su parte, es el municipio con mayor porcentaje de migrantes menores de 24 años.

Iago Fernández, periodista y responsable de contenido del programa Gen Playz (RTVE), es uno de los adultos que terminó en Hoyo de Manzanares. Después de quince años viviendo en un "piso minúsculo" en Conde Duque, en pleno centro, en 2021 buscó algo más grande porque su hija ya tenía un año. "Los precios se habían disparado hasta el ridículo. Preferimos buscar un escenario ilusionante y nuevo fuera de Madrid. Valoramos La Navata, en Galapagar, pero un día se nos ocurrió visitar Hoyo de Manzanares y fue un flechazo: no nos creíamos que existiese un sitio así tan cerca de Madrid", cuenta.

Iago y su pareja compraron una casa y ahora viven en "el paraíso". "Para evitar convertirme en el cliché de urbanita converso intento no idealizar la vida en la sierra madrileña, pero es que los tópicos son ciertos: el cielo por la noche, el olor a hierba mojada y la brisa de la montaña hacen que el estrés desaparezca", continúa. "Veo ovejas desde mi cocina, vacas y caballos en el trayecto hasta la parada del bus y liebres en el parque de mi hija. Y eso sin renunciar a teatro, conciertos, polideportivo municipal y actividades para niños".

Aunque en su caso baja a trabajar a Madrid en transporte público —autobús y bicicleta— cuatro días a la semana, a los investigadores del proyecto les preocupa que las migraciones a zonas periféricas favorezcan el aumento del coche. La última encuesta de movilidad de la Comunidad de Madrid (de 2018; la anterior se hizo en 2004) detectó un aumento de los viajes en coche en detrimento del transporte público, especialmente en las coronas metropolitana y regional.

Por eso el siguiente paso del proyecto es analizar, con más brío que las encuestas públicas regionales, cómo impacta el teletrabajo a la forma de moverse, o cuánto cogen el coche los que se han ido de Madrid. "Queremos cruzar migraciones y movilidad para ver si se consolida el incremento del coche", concluye Romanillos. "Favorecer el urbanismo disperso tiene unas implicaciones preocupantes: es una regresión del modelo de ciudad".