LIMÓN & VINAGRE

Santos Cerdán, el discreto tejedor de acuerdos

No le gustan los micrófonos, aunque es de los pocos políticos que aceptaron preguntas estos días. Tampoco es amante de los focos, pero ha protagonizado una de las fotos más relevantes de los últimos años

Santos Cerdán

Santos Cerdán / EPE

Emma Riverola

Emma Riverola

Quizá algún día se anime a escribir un relato sobre las negociaciones. Quién sabe. Si el PSOE sale vivo y triunfante del vértigo, si las aguas se calman, si la política atiende menos a los agravios del pasado y más a los problemas del presente y los retos del futuro, tal vez narre los pormenores de la gestación de uno de los pactos de más difícil digestión de las últimas décadas.

"Soy el hombre del PSOE que se hizo una fotografía junto a Puigdemont en un salón de Bruselas presidido por una foto de gran tamaño. En la imagen, una multitud de personas alzan sus manos y elevan por encima de sus cabezas una urna del 1-O", este podría ser el inicio del relato. La escenificación de un cambio de rumbo político superlativo. El momento en el que el rostro de Santos Cerdán (Navarra, 1969) empezó a ser conocido para la mayoría. Vale la pena detenerse en su semblante. Ahí está, derrochando serenidad ante la provocación. Como si hubiera llegado a la negociación empachado de simbolismo.

Que nuestro hombre naciera en Milagro, población navarra de poco más de 3.000 habitantes, dota al personaje de cierto aire poético. Que el político, afiliado al PSOE desde 1999, tuviera que llevar escolta durante los 12 años que fue concejal de su pueblo, hunde sus pies en la prosa más árida. Cerdán sabe muy bien lo que es trazar sendas de acuerdo entre paisajes nacionalistas. Esos que edulcoran el pasado e imprimen un aura de superioridad al pueblo (ese colectivo que cada uno asimila a sus semejantes ideológicos). Ya se sabe, altas dosis de heroísmo con buenos tragos de victimismo. Algo -o bastante- de esa narración se encuentra en los primeros apartados del documento pactado. A Junts se le entregó el relato del pasado. Ahora queda por escribir el futuro.   

Pero volvamos a ese rostro inmortalizado en un salón de Bruselas. Esos rasgos de hombre corriente que se entrega a lo extraordinario sin llamar la atención. Cerdán es leal a Pedro Sánchez desde los días en que pocos apostaban por él. Formó parte del equipo que, a finales de 2016 y principios de 2017, acompañó al héroe defenestrado por aquel viaje por España buscando la confianza de los militantes. El objetivo era recuperar la Secretaría General. Y Sánchez lo consiguió, se impuso en las primarias a Susana Díaz y Patxi López, y derrotó al aparato del partido. 

Ahora, Cerdán forma parte destacada de ese aparato. A él se le arroga un papel clave en la normalización de relaciones entre el PSOE y EH Bildu. Frente a otros que se rasgan las vestiduras y entienden el diálogo como una concesión insoportable, el navarro parece ser consciente de la necesidad de amarrar los sueños identitarios a la cotidianidad.

Exactamente eso es lo que hizo bajo esa inmensa foto del 1-O. Aterrizar el símbolo. ¿Hubiera soportado Puigdemont una provocación semejante? Cuesta creerlo. En cualquier caso, el hombre del PSOE no dejó que la épica de esa urna se interpusiera en las conversaciones. Cerdán tenía una misión. Un objetivo que se había iniciado antes de las elecciones, cuando se puso en contacto con el PNV para empezar a coser la relación rota con Junts.

Santos Cerdán y Carles Puigdemont.

Santos Cerdán y Carles Puigdemont. / EPE

Cerdán cursó estudios de FP y se graduó como técnico en electrónica industrial. Trabajó en varias empresas y se afilió al PSOE, siguiendo la estela familiar. Tanto su padre como su abuelo fueron militantes socialistas. Su hermana también es concejala de Milagro. Pero la verdadera carrera de Cerdán se ha desarrollado en el partido. En 2021 fue nombrado secretario de Organización. El doctorado le ha llegado en Bruselas. 

Sánchez confía plenamente en él. Quienes conocen al político navarro admiran su capacidad para tejer acuerdos. No impone, convence. Tiene mano izquierda. Habla claro, va de frente. Es una persona tranquila, cercana, discreta, inteligente y cumple con lo que pacta. Lo afirma su gente más próxima, y algo de ello debe haber cuando supo ganarse la confianza de Jordi Turull, el político posconvergente condenado a 12 años de prisión por el procés y beneficiado por el indulto. 

A Cerdán no le gustan los micrófonos, aunque es de los pocos políticos que aceptaron preguntas de los medios durante los últimos días de la negociación. Tampoco es amante de los focos, aunque ha protagonizado una de las fotos más relevantes de los últimos años. Le hemos visto ahí, con ese rostro de hombre corriente que, vista la caldeada temperatura ambiental, lo convierte en una rara -y codiciada- avis: el discreto tejedor de acuerdos.