TRAS EL PINCHAZO EN ANDALUCÍA

Vox acumula en Andalucía purgas y guerras internas a las puertas de las municipales

Su primer líder sigue investigado por fraude; en El Ejido, su feudo, su candidato está fuera y en Granada acaba de dimitir su presidente condenado por amañar las primarias, en un relato infinito de pugnas de poder y enfrentamientos con una dirección nacional implacable, que no da sitio a los territorios

Macarena Olona, junto a Santiago Abascal durante el acto celebrado en Marbella.

Macarena Olona, junto a Santiago Abascal durante el acto celebrado en Marbella. / Juan de Dios Ortiz - Europa Pres

Isabel Morillo

Isabel Morillo

La dimisión de Macarena Olona desveló la agitada vida interna de Vox en Andalucía, una comunidad donde el partido de Santiago Abascal ha vivido numerosos capítulos de enfrentamientos desde que dio la sorpresa e irrumpió en el Parlamento autonómico con 12 diputados hasta su pinchazo en las urnas el pasado 19-J, sumando dos escaños más pero muy por debajo de las expectativas fijadas y condenada a ser una fuerza irrelevante esta legislatura. El rápido ascenso de Vox, una estructura absolutamente piramidal, donde Madrid decide y ejecuta, la inexperiencia de sus cargos, perfiles controvertidos en sus filas, con ansías de poder y de sillón público, han escrito el relato de una agitada vida interna que promete más capítulos interesantes en los próximos meses.

Por fijar tres puntos de atención, el Parlamento andaluz, El Ejido, el feudo donde tocó techo electoral, y Granada, otra de las provincias que ha arrojado mejores resultados para el partido en Andalucía, han sido foco de enfrentamientos y pulsos internos que han acabado con muchos protagonistas expulsados del partido y apartados.

El grupo parlamentario de Vox ha exhibido sus tensiones con la salida de Olona, que vio como Madrid amparaba a algunos de sus críticos, disconformes con su estrategia de campaña o el estilo de su equipo más cercano. La dirección nacional decide ahora con hermetismo quién tomará el relevo, si Javier Cortés, amigo personal de Abascal, o Manuel Gavira, el exportavoz parlamentario, lo que supondría una enmienda a la totalidad de todo lo ocurrido en Vox en Andalucía en los últimos meses. Mientras el excandidato y exlíder de Vox Francisco Serrano aprovechó sus redes sociales para solidarizarse con Olona y denunciar a “los intocables egos de Madrid”.

Con Serrano Vox vivió su primer lío interno de gravedad en el plano autonómico. Los diputados andaluces quedaron arrinconados en la negociación de la primera investidura de Juan Manuel Moreno. La dirección nacional dejó pronto claro quien mandaba. Meses después no le tembló el pulso para expulsar a Serrano, aunque él siempre ha defendido que se fue por su propio pie, en su partido decían lo contrario.

El juez en excedencia, candidato de Vox en las autonómicas de 2015 y 2018, el principal altavoz del partido contra la ley de violencia de género, está investigado en un presunto fraude con una ayuda pública de 2,4 millones de euros concedida por el Ministerio de Industria. Serrano se quedó primero en su escaño y dimitió de todos sus cargos en el partido en julio de 2020, cuando la Fiscalía anunció que lo investigaba, para después renunciar a su sillón de parlamentario y salir de la vida pública. El que era rostro visible de Vox en Andalucía ya había sido apartado de la portavocía por sus discrepancias con Madrid y posiblemente porque el partido ya temía el desenlace en la investigación de esa ayuda que Serrano pidió para montar una empresa que nunca vio la luz y por la que es investigado por fraude en subvención pública.

En febrero de 2019, casi un año antes de su salida definitiva de la política en septiembre de 2020, Serrano ya fue apartado del foco en el grupo parlamentario. Le tomó el relevo el diputado por Córdoba Alejandro Hernández, que no acabó tampoco la legislatura. Otra diputada, Luz Belinda Rodríguez, dejó el partido y se pasó al grupo mixto tras denunciar una situación de acoso laboral y relatar duros enfrentamientos con el portavoz, asegurando que había “abuso de poder” y que cada vez más gente abandonaba Vox. Se paseó después el resto de legislatura por la Cámara portando símbolos de Falange Española.

Hernández protagonizaría después un sonado altercado en el hemiciclo cuando tras golpear el micrófono mandó a la presidenta del Parlamento “a tomar por culo”. Madrid no estaba satisfecho con su papel y no precisamente por estos episodios sino porque consideraba que era demasiado ‘blando’ o educado con el PP. Le sucedió Manuel Gavira, que fue el tercer portavoz, desde mayo de 2021. Sonó como candidato pero el partido finalmente se decantó por Olona. Toda la legislatura anterior el grupo de Vox estuvo dividido. La consecuencia directa es que la dirección del partido purgó las listas y de aquella etapa solo cuatro diputados andaluces repiten.

Condena en Granada

Fuera del Hospital de las Cinco Llagas las heridas de Vox también son muy visibles, con movidas internas en varias provincias pero especialmente en Granada, uno de sus fuertes electorales, donde han sumado cinco presidentes en siete años. En el penúltimo capítulo Vox fue condenado por amañar las primarias del partido en esta provincia con una multa de 72.000 euros. El que era presidente de Vox en Granada, Manuel Martín, el mismo que inscribió en su casa a Macarena Olona en Salobreña, fue acusado por otro aspirante de vulnerar sus derechos. La sentencia es firme y el partido no recurrirá. Martín dejó el cargo, aunque sigue de concejal en Salobreña, tras concluir la justicia que se amañaron las primarias. Su antecesor, Julio Vao, fue destitutido tras salir a la luz una condena por estafa años atrás.

Las direcciones provinciales de Vox han sido muy débiles. En Andalucía hubo un momento en que seis de las ocho provincias, todas salvo Córdoba y Málaga, estaban en manos de una gestora. La presidenta de Vox Sevilla, que era entonces diputada andaluza, María José Piñero, dimitió del cargo orgánico tras hacer pública una misiva donde denunciaba “los personalismos” apoyados por Vox España e incluso denunciaba el uso irregular de fondos públicos.

Otro de los focos importantes de los terremotos internos de Vox fue El Ejido. El municipio almeriense donde la extrema derecha tocó su techo electoral en las municipales. Un bastión donde el partido de Abascal también se ha deshecho. En esta localidad almeriense el discurso sobre la inmigración de Vox le valió ser el partido más votado en las autonómicas de 2018 y la segunda plaza en las municipales, con lo que firmó su entrada en el gobierno municipal. El primer encontronazo con su candidato, Juan José Bonilla, hijo de uno de los agricultores asesinados en el suceso que desencadenó los altercados racistas de 2000, fue por la plaza de diputado provincial. Bonilla quiso ocuparla y fue desplazado por Madrid, que premió a una concejal en Adra. Tras romper el gobierno municipal, en enero de 2021, dimitió y salió de Vox. El partido cayó en las últimas andaluzas a la segunda posición a veinte puntos de distancia del PP al que había dado un importante ‘sorpasso’ cuatro años antes. Es una muestra de que la espuma de Vox está cada vez más desmoronada y el partido afronta las próximas municipales en horas bajas.