ELECCIONES ANDALUCÍA

La sigilosa e intensa batalla emocional que libra el Congreso por culpa de unas elecciones

Recorrido por los estados de ánimo que hay en el PSOE, PP, UP y Cs antes del 19-J

Cuca Gamarra durante el Pleno del Congreso.

Cuca Gamarra durante el Pleno del Congreso. / DAVID CASTRO

Ángel Alonso Giménez

Las cábalas, especulaciones, hipótesis y quinielas se han sucedido durante la semana en el Congreso de los Diputados, que suspende la actividad hasta después de las elecciones andaluzas del 19 de junio. Es la costumbre parlamentaria: paralizarlo todo cuando llega la última semana de campaña de unos comicios autonómicos o municipales. Sin embargo, este parón tiene algo que lo distingue de los anteriores, y es una sensación. A diferencia de los procesos de Cataluña, Madrid y Castilla y León, el andaluz parece más decisivo, más relevante y trascendente. "Va a ser un punto de inflexión", dice uno de los diputados con los que ha hablado EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

Las conversaciones con representantes del PSOE, PP, Unidas Podemos y Cs en el Congreso lo demuestran. Nada va a cambiar en el hemiciclo, sin duda, porque no son elecciones generales. Acaso alguien que reciba una oferta de la futura Junta de Andalucía y se vea obligado a marcharse. Nada más. A partir del 20 de junio, la maquinaria socialista de aprobación de leyes volverá a la carga para, por ejemplo, catapultar la nueva Ley de Ciencia. Y volverán los debates con más o menos estridencia y las polémicas sobre las técnicas legislativas y las negociaciones a mil bandas para desesperación de la oposición y agotamiento de la bancada que encabeza Pedro Sánchez.

Pero la atmósfera habrá cambiado. La política también es un estado de ánimo. Al Congreso le quedan dos semanas de junio, un debate sobre el estado de la nación y tres periodos de sesiones (septiembre-diciembre 2022; febrero-junio 2023; septiembre-diciembre 2023). Los diputados/as saben ya que el margen legislativo se está estrechando. Todo lo que quiera mover el Gobierno ha de hacerlo en otoño como muy tarde y todo lo que quieran movilizar los grupos parlamentarios no puede irse a más allá de diciembre de este año. La cuenta atrás de la legislatura se acerca.

Se extingue la época de las leyes y se avecina el ciclo de la política; conviene tomar bien las posiciones de salida. Las elecciones andaluzas determinarán la colocación de los contendientes electorales, de Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo, de Santiago Abascal, de Inés Arrimadas y de Yolanda Díaz. Durante el verano, apunta uno de los diputados consultados, se jugará a "un ajedrez silencioso". Los partidos comenzarán a mover fichas y estrategias, también con la mirada puesta en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023. De momento, Díaz ha anunciado que el 8 de julio empezará su proceso de escucha. La ministra sabe que tiene que recorrer el otoño como "candidatable" a la Presidencia del Gobierno. Hacerlo después ya es tarde.

PSOE: gestión, gestión, gestión

Una preocupación recorre las filas socialistas. Se ponen a repasar las leyes que han promovido, pandemia y guerra de Ucrania mediante, y se quedan perplejos. El Gobierno de los ERTE, del IMV, del SMI, de los contratos indefinidos, de la ampliación de los permisos de paternidad o de la reforma de la FP tropieza con alarmantes señales de agotamiento. Huele a quemado por los pasillos de Ferraz y por los despachos de Moncloa, y sus cabezas pensantes sitúan el origen en la comunicación, como ocurre siempre.

También en la contumacia en el enfrentamiento y en la confrontación de Unidas Podemos, según el diputado con el que ha hablado este medio. Desalojado Pablo Iglesias de la política, queda el perfil discreto de Díaz, pero no basta. La plana mayor del PSOE lamenta la obstinación por el choque, y por tanto, por la búsqueda de marca propia.

Luego está la distancia entre el anuncio y la realidad, lo cual roza el terreno de la propaganda. El líder de Más País, Íñigo Errejón, es quien con más ahínco critica este abismo entre promesas y aterrizaje de las promesas. A la gente le genera frustración porque la euforia de las declaraciones contrasta con la parquedad o torpeza del procedimiento. En Ferraz hay quienes han opinado que urge un cambio de discurso.

"No podemos enredarnos en lo que no interesa. La gente está pendiente de llegar a fin de mes. Los padres están pendientes del trabajo de sus hijos; las personas mayores, de sus pensiones. Hemos tomado decisiones para intentar mejorar la vida de los ciudadanos y no se notan. Tenemos que insistir en gestión, gestión y gestión. Con una pandemia delante y una guerra, hemos hecho mucho. No podemos dejar de contarlo", resume este diputado.

En un contexto así, Juan Espadas disputa las elecciones andaluzas. En privado, el diputado socialista admite que las cosas no van como les gustaría. No es que no vaya a ganar, es que puede darse un batacazo. Los planes se centran en minimizar el golpe y en buscar el factor sorpresa. Pase lo que pase, en la reunión de la ejecutiva socialista posterior al 19 de junio habrá una consigna: cambiar. Cambiar retórica, cambiar mensaje y cambiar actitud. El lugar clave en donde habrá que ejercitar el cambio será el Congreso, pero se extenderá a cada federación del partido.

PP: moderación y templanza

Los populares viven por ahora en un ambiente de otro hemisferio. Es curiosa la metamorfosis que se ha obrado en la inmensa mayoría de los 88 diputados del PP. La explosión para que se fuera Pablo Casado infundió estupor y temor; la llegada de Feijóo inyectó esperanza; la ausencia de cambios (se obraron hace unas semanas) generó desconcierto. Ahora, con el líder gallego completamente asentado en Génova y su equipo maquinando la reconstrucción orgánica, la demoscopia ha vestido a los diputados de euforia.

Los cambios hechos, sobre todo el ascenso del granadino Carlos Rojas, apenas han conmocionado. Incluso los que soñaban con un espaldarazo se muestran contentos porque siguen donde estaban. La portavoz, Cuca Gamarra, está encima de la agenda parlamentaria y los coordinadores de comisiones se entienden y se sincronizan. Se ha extendido la impresión de que no basta con sacar un aprobado para repetir en las listas de las próximas elecciones, así que hasta la más perezosa de sus señorías está trabajando mucho, espoleados por una sana competitividad. Hay figuras como Cayetana Álvarez de Toledo o Teodoro García Egea, enemigos acérrimos, que no importan. Ni se les mira.

Un diputado de la dirección del grupo recalca que la hoja de ruta en el Congreso y en el Senado será cristalina: diálogo con el Gobierno, sin duda; negociación, toda; aceptación, depende. No habrá reparos en salvar leyes si coinciden con los planteamientos de Génova. No habrá reparos en tumbarlas si no es el caso.

Será muy importante, además, el giro de discurso. Para Feijóo, resulta prioritaria la imagen de centralidad y sabiduría. El PP tiene que demostrar que conoce la administración y cada una de las leyes. Tiene que demostrar que no hay partido tan capaz para llevar las riendas de la economía y amortiguar los contextos más adversos, como el actual. La labor de los grupos parlamentarios traslucirá esa actitud de "saber lo que se hace", opina el diputado, y se hará con un tono sin estridencias ni insultos.

En un contexto así, en el que para el PP ahora todas las piezas encajan, llegan las elecciones andaluzas. La idea fuerza de campaña está incidiendo justo en ese tono de concordia, sin asperezas, de Juanma Moreno. No hay que dar miedo a nadie, parece la consigna. Feijóo, con este mantra, en realidad no ha inventado nada. Él lleva practicando esta estrategia en Galicia desde 2009. Además, es la misma que adoptó Mariano Rajoy un año antes, tras revolucionar el partido en el congreso de Valencia. Frente a la hostilidad de los Zaplana, Acebes o Mayor Oreja, tiró de modernidad, moderación y centrismo. La crisis financiera hizo el resto. Ganó los comicios del 20 de noviembre de 2011.

Hay tantas analogías de aquel entonces con el momento actual que los populares no disimulan su alegría. El PP es un partido hecho para gobernar y sus diputados ven cerca el regreso. Que en Andalucía pueda hundirse el PSOE y triunfar un dirigente como Juanma Moreno impulsará el giro político, el cambio de ciclo. "Es que eso no lo duda nadie", opina el diputado.

Unidas Podemos: a la espera de la catarsis

Una sensación extraña, entre la melancolía y el pesimismo, circula por entre los escaños de la bancada del cuarto grupo de la Cámara, socio del PSOE en el Gobierno, pieza clave de la agenda legislativa progresista. Es sabido en la Cámara que existen problemas de coordinación y que no siempre fluye la información entre Jaume Asens, presidente, y Pablo Echenique, portavoz. O fluye a trompicones.

Una de las causas de la partición del grupo pudiera estar en el aparente auge que Yolanda Díaz está logrando entre un número importante de los diputados y diputadas, y a su vez, en la aparente resistencia de otro número no menor a que la marca Podemos se disuelva como una aspirina en un vaso de agua. En esta pugna bailan los 33 representantes de la confluencia, lo que no es sencillo y arrastra muchas suspicacias, demasiadas.

Las elecciones andaluzas, tras los fiascos de Madrid y Castilla y León, pueden ser el aliciente esperado para consumar la catarsis. Un diputado de la formación desea que así sea, pero no para echar a nadie, apartar a los molestos o discordantes, sino para que de una vez se apaguen los resquemores y se fragüe la unidad. La única persona capaz de lograrlo es la ministra de Trabajo. El miedo procede de la falta de garantías de que el tránsito sea pacífico.

Despejar las dudas sobre el liderazgo, las que queden, resultará crucial para despejar las dudas sobre qué tiene que hacer el grupo parlamentario hasta que se convoquen las elecciones generales. Parece que son más los que creen que hay que empujar al PSOE a posiciones más de izquierdas, o al menos, al puente con ERC y EH Bildu, sin obviar al PNV. Coquetear con el PP es peligroso. Para examinar el equilibrio del PSOE, los "morados" harán estrategia: a sabiendas de que no iba a ser aceptada, pidieron el martes pasado la tramitación de su propuesta legislativa sobre la fiscalidad de las grandes fortunas. No será la única. La de libertad de expresión o la de vivienda, envenenadas para el PSOE, esperan turno.

Ciudadanos o la supervivencia

Ninguno de los nueve diputados/as de Cs en el Congreso pasa por alto la dificultad en la que se ha instalado el partido presidido por Inés Arrimadas. Lo perdieron casi todo en Cataluña, todo en Madrid y prácticamente todo en Castilla y León. Los augurios andaluces suenan con la misma música. Como subraya un diputado, conviene que el listón sea el pésimo resultado de las generales de noviembre de 2019, cuando Albert Rivera hundió a los suyos.

Cree la dirección que ahí está el suelo. Si el próximo 19 de junio caen más bajo aún (en las comparaciones de los votos en Andalucía), los nueve diputados liberales serán un foco de resistencia, una guerrilla entre adversarios poderosos. La angustia es palpable en esta bancada. Pase lo que pase, seguirán batallando, en busca de enmiendas que mejoren leyes y de iniciativas parlamentarias que generen debate y se viralicen.