CIERRE DEL 40º CONGRESO FEDERAL DEL PSOE

Sánchez apela a las raíces socialistas para inaugurar una nueva etapa

El presidente aparca definitivamente el sanchismo y se reconecta con el socialismo histórico

Cita sin descanso a Zapatero y González y subraya el valor de la socialdemocracia

Pedro Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero (i) y Felipe González (d).

Pedro Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero (i) y Felipe González (d). / EFE / Biel Aliño

Hubo un tiempo en el que el propio Pedro Sánchez se sentía como un "intruso", un "outsider" en el PSOE. Los patricios del partido, esos que le tumbaron en 2016 tras la segunda debacle electoral, lo sentían con un cuerpo extraño frente a quien ofrecía el "cien por cien PSOE", Susana Díaz. Él aguantó el pulso, ella perdió aquella contienda fratricida. Las heridas sangraron durante años. Pero, definitivamente, la guerra se enterró en este 40º Congreso Federal, el que este domingo se cerró en la Fira de València. Un cónclave "rotundo, de unidad", como lo definió el propio presidente y secretario general en la clausura. Una lectura unánime. Solo esa palabra, "unidad", sirve para resumir el acto mayor de este fin de semana. Todo lo demás importaba menos. Desde la composición de una ejecutiva más amplia de lo querido por el propio líder, la revisión del proyecto o un discurso de cierre pretendidamente confeccionado sin grandes anuncios.

Todos coinciden: jamás el PSOE ha vivido una catarsis semejante. Ni en los mejores tiempos de los dos expresidentes

Sánchez arribó a ese "cien por cien PSOE" que invocaba su rival en plena guerra interna. El presidente, tres años después de su llegada a la Moncloa, siete después de su aterrizaje en Ferraz (con el paréntesis de la gestora), con el mazazo de las elecciones madrileñas del 4-M bien presente y la posibilidad que apuntan las encuestas de una victoria de PP y Vox, se ha reversionado. Una vez más. Con la remodelación de su Gabinete de julio y este 40º Congreso, redondea el círculo, escapa del sanchismo con que ganó a Díaz en 2017. Lo asfixió y este domingo certificó su muerte ante los 9.500 militantes y simpatizantes que rugían en el pabellón de la Fira y que vibraban con la celebración de la unidad y el homenaje al legado y la historia del partido. El presidente intervino durante casi una hora tras recibir un abrumador aval a su nueva, renovada y femenina cúpula: del 94,94%.

Sánchez apeló al socialismo histórico, se declaró continuador de la obra de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, el hijo de un pasado lleno de conquistas y avances sociales. A ambos expresidentes citó y elogió sin descanso, igual que a Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien la clausura dedicó un sentido homenaje protagonizado por su viuda, Pilar Goya. "El PSOE es un partido unido, abierto, plural, democrático, que debate en libertad. Aquí estamos representados varias generaciones de socialistas de España y del exterior, que en estas cinco décadas hemos venido encarnando la continuidad. Cada uno de nosotros ha tenido que hacer ambas tareas. Tanto Felipe, como José Luis como yo: continuar el trabajo realizado y abrir nuevos caminos que avancen en la misma dirección de nuestros padres fundadores: la igualdad y la justicia social".

De eso trataba también este 40º Congreso, de abrir una nueva etapa y de poner las luces hacia el ciclo electoral de 2023. Sánchez no solo da por superadas las diferencias internas. También se siente liberado del aliento de Unidas Podemos, sin complejos por tanto para lucir orgullo. "Y 142 años después estamos donde siempre estuvimos, con el mismo nombre y con los mismos ideales. Porque es aquí, desde la socialdemocracia, desde donde se cambia la vida de la gente, el mundo", presumió.

Es el proyecto que se planteó como obligación salvar cuando en 2014 se hizo cargo de Ferraz, cuando a izquierda y derecha se daba al proyecto por "liquidado", que sufriría la pasokización, que habría sorpaso por parte de Podemos. "En estos seis años seguro que he cometido errores —afirmó, en un inusual gesto de contrición—, pero siento que hemos conseguido entre todos lo esencial, y es que está aquí vivo ese proyecto de progreso y de justicia social que se llama socialdemocracia". Y esta "goza de una salud de hierro".

Sánchez promete poner “punto final” a la reforma laboral del PP y a la ‘ley mordaza’, y también avanzar hacia el fin de la prostitución

Sánchez izó la bandera de una socialdemocracia que ha tomado oxígeno en el mundo. Enfrente, la ultraderecha que ansía quitar poder a las instituciones democráticas. Una corriente que, cree, permea en la "derecha tradicional", el PP, que está "acomplejada, desconcertada y desorientada" y que ejerce más de "oposición al sistema, no al Gobierno". De nuevo, el hilo con el pasado: las críticas furibundas que recibieron González y Zapatero, las que recibe él. "Pero si hay un partido que ama España, ese es el PSOE", proclamó, defendiendo también el diálogo dentro de la ley como solución para Catalunya. El presidente prometió poner "punto final" a la reforma laboral del PP, a la ley mordaza y avanzar hacia la abolición de la prostitución. El PSOE se apellida ya oficialmente como partido ecologista y verde.

Sánchez, como observaban distintos dirigentes, sale reforzado del 40º Congreso, se reconecta con la cultura del partido, con el socialismo histórico. Porque ahora "necesita al partido para ganar". Para afrontar el siguiente ciclo electoral. "Has logrado la síntesis, has puesto el puzle de todos esos anteriores congresos sin dejar fuera ninguna pieza —glosó el presidente del cónclave, el valenciano Ximo Puig—. Has logrado que este sea el congreso de la unidad, de la fraternidad y la cohesión". Todos coinciden: jamás el PSOE ha vivido un catarsis semejante. Ni en los buenos tiempos de Zapatero o de González. Pero la zozobra retornará si las urnas son adversas. Aunque ahora se vean lejos y con margen aún de reacción.

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