Opinión | UNA IBICENCA FUERA DE IBIZA

Zonas de paso

El Feng Shui, que explica cómo la ubicación de una casa y cada uno de sus elementos afecta al flujo de energía y por extensión

La Tierra primitiva albergó días más cortos, según un nuevo estudio. Con el paso del tiempo, los días se fueron ampliando desde 19 hasta 24 horas.

La Tierra primitiva albergó días más cortos, según un nuevo estudio. Con el paso del tiempo, los días se fueron ampliando desde 19 hasta 24 horas. / Crédito: Aron Visuals en Unsplash.

Será porque una ya ha atravesado el ecuador de la vida pero llevo muy mal que me hagan perder el tiempo. Que lleguen tarde, las listas de espera, la paja que esconde la aguja, los rodeos, las colas…

Me repelen lo mismo que las casas saturadas, las que tienen un montón de espacio que no sirve para nada: el comedor que no se usa con su vitrina de platos de fiesta que dejas atrás para llegar a la biblioteca abandonada donde los libros comparten espacio con fotos de primera comunión de los hijos de otros. Zonas de paso. Y no me refiero al mal necesario de un distribuidor, sino a esos angostos pasillos sin luz natural ni más función que obligarte a surcarlos para atravesar edificios mal paridos.

El Feng Shui, que explica cómo la ubicación de una casa y cada uno de sus elementos afecta al flujo de energía y por extensión, a quienes viven en ella, advierte que dividir una casa mediante un pasillo o escalera provocará divisiones en el hogar —y sus habitantes—. Y Stanley Kubrick, más que advertir, nos aterroriza en ‘El resplandor’ llevándonos en gran angular siguiendo al pequeño Danny mientras recorre en su triciclo la moqueta de un inquietante pasillo sin saber qué nos aguarda al final. No es lo mismo ser que estar, ni estar que estar de paso. No es lo mismo una casa que un hogar. Hay baños demasiado al fondo a la derecha. La burocracia es un largo pasillo en forma de cuello de botella y el camino a tu puerta de embarque en un aeropuerto nunca es la línea más corta entre dos puntos sino el recorrido más extenso y enrevesado con premeditación y alevosía, porque en lugar de los aviones, importa el Duty Free. Consumir es otra forma de perder el tiempo y a estas alturas del partido soy mucho más de ventana que de pasillo, qué se le va a hacer…

Me molestan los formularios por cuadriplicado y fotocopia del DNI por ambas caras antes del período de facturación del mes en curso para darme de baja cuando me disteis de alta con una simple llamada a la hora de la siesta. Qué pérdida de tiempo los libros inmasticables que nos tocó leer para aprobar una asignatura insoportable que pasamos solo para pasar de curso sin más interés que el acceder a una carrera que ni fu ni fa pero con futuro. ¿Qué cosa es el futuro? ¿Alguien lo vio alguna vez? Cantaba Joan Manuel Serrat que "Juega las cartas que le da el momento. Mañana es solo un adverbio de tiempo" y reza la Real Academia que el tiempo es la "Duración de las cosas sujetas a mudanza; época durante la cual vive alguien o sucede algo". ¿Quién nos devuelve las cosas que no sucedieron, la vida que no vivimos perdida entre pasillos?

Robert Waldinger, profesor de psiquiatría, maestro Zen y mejor persona es el cuarto director de un estudio en activo desde hace 86 años (desde 1938): el ‘Estudio de la Universidad de Harvard de Desarrollo de Adultos’. Su charla TED de 2015, ‘El secreto de una vida feliz’, lleva más de 40 millones de visualizaciones. Comparte en ella sus experiencias con aquellos 764 primeros jóvenes que en 1938 afirmaban que trabajar para alcanzar fama y riqueza eran sus objetivos, los requisitos para "una buena vida". Hasta que la propia vida les abrió los ojos. Ya octogenarios, cuando se les preguntó: "Cuando miras hacia atrás, ¿qué es lo que más lamentas?" hubo dos grandes arrepentimientos que nada tenían que ver con la falta de fama o riqueza. Uno era "Desearía no haber pasado tanto tiempo en el trabajo y haber pasado más tiempo con las personas que me importan". El otro —que expresaron mayoritariamente las mujeres— fue: "Ojalá no hubiera pasado tanto tiempo preocupándome por lo que piensan otras personas". Tiempo, tiempo, tiempo...

Pero por fortuna el arrepentimiento no es una sentencia final. En nuestra mano de arquitectos está darle al arrepentimiento la forma de un largo pasillo o una catapulta de la que valernos para transitar de otra manera por lo que nos queda de vida. Édith Piaf cantaba "Non, je ne regrette rien" (No, no me arrepiento de nada): "Ni del bien que me hicieron, ni del mal, todo me da igual. No me arrepiento de nada. Se paga, se barre, se olvida". Y Frank Sinatra en ‘My way’ que "Ahora, que el final está cerca y me enfrento al telón final, he vivido una vida plena. Hice lo que tenía que hacer, lo vi hasta el final sin excepción. Cada paso cuidadoso a lo largo del camino y más, mucho, mucho más que esto, lo hice y lo hice a mi manera». Y ojalá fuera cierto, pero me cuesta creer los todo y nada, los siempre y nunca hasta en una canción. Lo que siento es que ahora, en esta época durante la cual nos toca vivir y suceden ¡tantas cosas! comulgo más con los versos de nuestro paisano César Ortiz: "Vivimos esperando que la jornada termine para llegar a casa, vivimos esperando que sea viernes (olvidando que el que no es feliz un miércoles tampoco lo será el fin de semana). Vivimos esperando que lleguen los puentes, las vacaciones, el verano… Vivimos esperando que pase algo, y lo único que pasa… es la vida"