Opinión | EL REVÉS Y EL DERECHO

Gabo y todos los colores del verde

Se acaba de presentar el ya mítico libro póstumo de Gabriel García Márquez, 'En agosto nos vemos'

El premio Nobel Gabriel García Márquez, del que se publica novela inédita dentro de unos días.

El premio Nobel Gabriel García Márquez, del que se publica novela inédita dentro de unos días. / ARCHIVO

Hace muchos años, cuando Gabo vivía, y no sólo eso, elegía como vivir, tenía su memoria intacta y su modo de ser era el de un pianista que escribía novelas, me tocó asistir en Nueva York, en la sede de Alfred A. Knopt, su editorial, a la elección de los colores que debía tener la portada de su célebre (todos sus libros son célebres ahora) Cuentos peregrinos.

El director de la editorial era un legendario en el mundo de la publicación de libros, Sonny Mehta, que me había recibido porque quería saber cómo funcionaba en España una editorial cuyo nombre ya era intercontinental: Alfaguara. Le conté, él contó su propia experiencia y, en un momento de aquella conversación de la sobremesa americana, me preguntó si yo quería asistir a la elección de la cubierta del libro de Gabriel García Márquez que tenían entre manos.

Era una oportunidad de verlos trabajar y una honra asistir a ese maratón, pensaba yo mismo, de ideas. Imaginaba, pues, que esa sería una reunión de sabios, en colores, en tipografía, y resultó que, al contrario, los que iban a dilucidar el futuro de ese espacio vacío que era la portada del libro de García Márquez eran dos personajes presentes, uno altamente prestigioso, un genio de la edición, el ya citado Sonny Mehta, y otro más o menos documentado, pero a enorme distancia de aquel directivo de Random House. Ese indocumentado era yo mismo.

Ahora, en la misma tarde en que escribo esta crónica, se acababa de presentar el ya mítico libro póstumo de Gabriel García Márquez. Fue en el Instituto Cervantes, con la presencia, en el estrado virtual, del hijo mayor de Gabo, Rodrigo, que habló desde Los Ángeles, donde se desempeña como cineasta, y Gonzalo, el hijo más chico (se llevan dos años), que viajó desde México, donde es un artista muy reconocido.

Junto a Gonzalo, en la citada sede cervantina estaba Pilar Reyes, de la alta dirección de la Random House, colombiana como Gabo y responsable, por ejemplo, de este importante lanzamiento.Rodrigo hablaría desde su lado del mundo.

Ya saben: Gabo dejó únicamente ese libro por editar. Es la historia de una mujer que cada año, en agosto, va a una isla a llevarle su testimonio de amor a su madre, muerta en ese paraje. A Gabo no le gustaron, cuando ya su intelecto no podía discernir el gusto, algunos aspectos de este último testimonio literario suyo; sus hijos, y otros que lo leyeron, estimaron que el autor de Cien años de soledad había perdido su propia memoria de lo escrito, de modo que había que replantearse el futuro del libro.

Este futuro ha sido la edición, con todas las palabras, ni una más ni una menos, que escribió el propio Gabo. Ayudó a mejorar la edición que se había quedado en veremos un editor extraordinario, que colaboró con Gabo en otras ocasiones. Ese editor, Cristóbal Pera, que ahora explica en la novela (En agosto nos vemos) las distintas vicisitudes del manuscrito, hasta este libro final, del que en español se han tirado nada más empezar 250.000 ejemplares, hizo que la imaginación y la esencia del libro, palabra por palabra, repito, apareciera en esta edición que yo mismo he leído con un regocijo emocionado.

Esa novela es la que se presentó en medio de una expectación que recuerda las más sólidas aventuras de Carmen Balcells, la agente de Gabo… Carmen, que ya no está con nosotros, y cuánto se nota su ausencia en la vida, supo que este libro inédito tendría que salir a la calle algún día. Y fue ayer, hoy en Barcelona, donde ya estará el libro...

La sala de actos del Instituto Cervantes hervía de ilusión. Estaban ilusionados hasta los periodistas. Cuando empezó a calmarse el clamor que precedió a la rueda de prensa yo sentí que quizá tenía que evocar, en la pregunta que me tocaba hacer, la resonancia del color de la portada de la preciosa novela: todo verde, allí estaban todos los colores del verde (por decirlo con el título de aquella canción, en catalán, claro, de Raimon).

Entonces les pregunté a los hijos de Gabo que ese color tan de García Márquez, fue también elegido por Sonny Mehta (1942- 2019: una leyenda editorial) para Cuentos peregrinos. Y se repetía ahora en esta última aparición de un libro del de Aracataca. “Claro, es que ese era su color, y es el color de este libro”. Sonny Mehta tenía razón.

Se agradece el verde, que tanto dice de Aracataca y de Gabo, y de la vida con la que prosigue su impar literatura. Todos los colores del verde para un monumento del ritmo con el que Gabo concibió el sonido de su literatura.