Opinión | ANÁLISIS

Borrados del mapa de la inteligencia artificial

En esta competencia sana que trasladamos a foros de debate entre la inteligencia artificial y la humana, sus desafíos laborales, la seguridad y la sostenibilidad necesaria y las brechas digitales que se abren, lo más fascinante es cada freno consciente que interponemos

La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul / AP

La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul / AP

Son casos aislados, aquí y allá, pequeños indicios que hace tiempo asoman en el horizonte de noticias de interés y que cada vez son más frecuentes. En la era de la información, de los buscadores tecnológicos perfeccionados con la inteligencia artificial, crecen las iniciativas para borrar sitios de los mapas. Hace unos días fue en Nueva York: la gobernadora Kathy Hochul anunció una cruzada contra las tiendas ilegales de marihuana que proliferan en el estado norteamericano y que desbordan los medios para combatirlas, como las inspecciones y las multas. Varias aplicaciones tecnológicas incluyen en sus buscadores el mapa donde encontrarlas, pero cambian tan a menudo de lugar y abren tantas que la droga circula por encima de lo previsto a partir de establecimientos con licencia. 'Bórrenlas del mapa', imploraba la gobernadora a las tecnológicas.

Barcelona baraja también la posibilidad de borrar del mapa una línea de autobús, la 116, para que los turistas no la encuentren y no la usen para subir al Parc Güell: la línea va tan saturada que los vecinos no pueden hacer uso pese a ser el bus de barrio con más frecuencia de paso de la ciudad. Imagino que un borrado así de Google, puestos a pensar en ello, podría utilizar un algoritmo para que otro vecino de la localidad geolocalizado e identificado pueda encontrar la ruta, no sea que también salga perjudicado. Volviendo a Nueva York, dueños de locales legales de venta de marihuana se han quejado de que fueron eliminados de los mapas de internet por no discriminarse bien su negocio con licencia.

Pienso en mapas borrados porque tras una semana de actividades y eventos en el Mobile World Congress un alud de avances tecnológicos que nos tienen que mejorar la vida nos han deslumbrado. Las aplicaciones cada vez van más lejos y más rápido, y desde los gemelos digitales que pemiten profundizar y testear con un prueba-error sin riesgos soluciones a nuestra salud hasta drones para controlar mejor la violencia de género, nuestra generación, probablemente la más inquieta por la supervivencia de la especie desde el invento de la bomba atómica,  alarga expectativas de vida, con calidad y bienestar de la mano de la ciencia. Y en esta competencia sana que trasladamos a foros de pensamiento y debate entre la inteligencia artificial y la humana, los desafíos laborales, la seguridad y la sostenibilidad necesaria y las brechas digitales que se abren, lo más fascinante es cada freno consciente que interponemos. Cada parón para coger aire y mirar atrás, cada borrado, rectificación, cambio de sentido, cada respuesta humana ante un reto tecnológico de trayectoria impredecible. 

La ciencia que hemos imaginado, la ciencia ficción, se ha aventurado a menudo en campos catastrofistas, de distopías y de terrores. Pero si pensamos bien en los escenarios que dibujamos para el futuro, siempre acabamos reconfirmando el valor de nuestra existencia, especialmente nuestra identidad y singularidad. Películas de terror recientes como ‘Intruso’ (Foe), en Netflix, llevan al cine el libro de Iain Reid sobre la extrañeza y desamor que se instala en una pareja y que solo hace aflorar una inteligencia artificial para bien, en definitiva.  'The creator', la estupenda película que nos traslada a un mundo en guerra contra la IA también da esperanzas e incluso ‘Constelación’, la última gran apuesta de Apple TV, esconde tras una capa de terror la certeza de que la relación entre una madre y una hija desborda en todos sus matices cualquier fenómeno no humano que pudiera ocurrir. 

La inteligencia artificial nos ha hecho más de carne y hueso que nunca, y exprime nuestro sentido común. Ahora hemos de quitarnos los prejuicios y creerlo de verdad.