Opinión

La UE apuesta por la solución de dos Estados

El hecho de que Israel fuera la víctima de una agresión sanguinaria y atroz no autorizaba a Israel a vulnerar los grandes convenios internacionales sobre derechos humanos y acciones de guerra

Con el 70% de los hogares dañados o destruidos por los ataques israelís durante los últimos 100 días, no queda lugar vivo en toda la Franja de Gaza.

Con el 70% de los hogares dañados o destruidos por los ataques israelís durante los últimos 100 días, no queda lugar vivo en toda la Franja de Gaza. / Mohammed Ali / Xinhua News / Contactophoto

La brutal operación de Hamás del pasado 7 de octubre, con 1.400 israelíes asesinados y varios cientos tomados en rehén, desencadenó como es natural un gran movimiento de solidaridad internacional hacia Israel.

Aunque Europa y los Estados Unidos fueron los impulsores del nacimiento de Israel y los garantes de su derecho a existir y de su seguridad en los tiempos difíciles de la construcción nacional, la Unión Europea ha ido perdiendo paulatinamente interés e influencia no solo en el territorio de la histórica Palestina, colonizado por el Reino Unido, sino también en todo Oriente Medio. La más relevante acción positiva inspirada por Bruselas en pro de la solución del interminable conflicto provocado por la dificultad de convivir de israelíes y palestinos arrancó en 1991 en la Conferencia de Paz de Madrid, que sirvió para superar los estereotipos acuñados durante la guerra fría y que fue antesala de los acuerdos de Oslo, prometedores pero también infecundos.

La inaceptable y condenable agresión del 7 de octubre recibió, como era de imaginar, una respuesta de gran contundencia a cargo del ejército israelí, con diferencia el más poderoso de la región. Respuesta que, a poco de iniciarse, alcanzó un grado de brutalidad inaceptable ya que se vulneraron todas las reglas de la guerra que obligan a respetar en lo posible a la población civil. El hecho de que Israel fuera la víctima de una agresión sanguinaria y atroz no autorizaba a Israel a vulnerar los grandes convenios internacionales sobre derechos humanos y acciones de guerra. La brutalidad se acreditó cuando Jerusalén comenzó a bombardear indiscriminadamente Gaza y el ministro de Defensa se refirió a los palestinos como “animales humanos”.

Pese a lo rápidamente que se constató la desproporción de la respuesta israelí, las presidentas de la Comisión y del Parlamento Europeos, Ursula von der Leyen y Roberta Metsola, viajaron a Israel y se pusieron incondicionalmente a disposición de Netanyahu. Nada dijeron las representantes comunitarias de los derechos humanos vulnerados de las víctimas civiles palestinas, condenadas al terror, a la desatención, al hambre y en muchos casos a la muerte.

Como es lógico, mientras Alemania, pendiente de su deuda histórica con los judíos, aplaudía aquel gesto internacional de Bruselas, otros países no se sintieron representados por las mandatarias, y Borrell, el responsable europeo de Política Exterior, restauró el equilibrio perdido. El 18 de octubre, habló ante el Parlamento Europeo y tras reconocer el derecho de Israel a defenderse, recordó que “las guerras también tienen sus reglas”. La mayor parte de las voces de la UE adoptaron la posición de Borrell, quien se vio refrendado el 23 de noviembre por Pedro Sánchez en la visita de este a Jerusalén, en la que manifestó a Netanyahu que “el mundo entero está impresionado por las imágenes que vemos a diario de Gaza. El número de palestinos muertos es realmente insoportable. Debe distinguirse claramente entre objetivos militares y la protección de los civiles”. Israel no encajó muy bien aquella tesis avanzada, que también criticó el Partido Popular, pero finalmente terminó imponiéndose como doctrina de la UE.

Los Estados Unidos han recorrido un viaje semejante, desde el inicial apoyo incondicional de Biden a Netanyahu a una exigencia cada vez mayor de que el ejército israelí cumpla sus legítimos objetivos con los frenos que le impone el derecho internacional. Este viernes, Biden hablaba telefónicamente con Netanyahu y de nuevo le reiteraba la necesidad de establecer un Estado palestino, a pesar de la reiterada negativa israelí.

También este viernes, Borrell reiteraba sus tesis y aseguraba que Israel financió la creación de Hamás con la intención de debilitar a la Autoridad Palestina representada por Fatah, el partido de Arafat. Es una acusación que Netanyahu ha negado siempre pero que la oposición israelí mantiene firmemente. Y este fin de semana se ha conocido que la UE está preparando un plan de diez puntospara una solución "creíble e integral" al conflicto en Oriente Próximo basado en la coexistencia de dos estados soberanos y en la normalización de relaciones entre Israel y los países de la región. Estamos lejos de una solución de esta naturaleza, pero es muy importante que tanto la UE como EEUU coincidan en que el conflicto ha de ser mantenido en sus actuales límites y resuelto por la vía de dos entidades estatales, como por cierto ya decidieron en 1947 las Naciones Unidas en el momento fundacional de Israel.