Opinión | EL OBSERVATORIO

A propósito del 2023

No quiero acabar este balance sin resaltar que España es hoy un poco más decente gracias a la ejemplaridad de la selección española de fútbol femenino

La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, recibe la felicitación del vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, en el inicio de la reunión del Ecofin.

La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, recibe la felicitación del vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, en el inicio de la reunión del Ecofin. / EFE

Si los españoles hemos mirado a algún lugar durante el 2023, a pesar del inmenso ruido y la estridente crispación que hemos vivido dentro de nuestras fronteras, ha sido, sin duda, a Bruselas.

El año que está a punto de finalizar ha sido claramente europeo, marcado por la Presidencia española del Consejo, que ha traído consigo algunos hitos relevantes.

Una cumbre de alto nivel EU-CELAC con una declaración política sólida, para la construcción de una alianza entre ambas regiones que nos permita transitar hacia sociedades más justas, más sostenibles y más digitales; un modelo energético europeo más autónomo y sostenible ("la generación de energías a partir de fuentes renovables superará el 50% del volumen total"); la reforma del mercado eléctrico, con una excepción ibérica como marca de la casa de la que se han beneficiado ya España y Portugal; una normativa sobre calidad del aire más exigente y acorde con las recomendaciones de la OMS; la ampliación de la UE a países como Ucrania, más fondos para la recuperación económica, y la elección de Nadia Calviño como primera mujer presidenta del Banco Europeo de Inversiones como guinda del pastel, entre otros acontecimientos relevantes. 

Archivo - Banderas europeas en la Comisión Europea en Bruselas (Archivo)

Archivo - Banderas europeas en la Comisión Europea en Bruselas (Archivo) / ZHENG HUANSONG / XINHUA NEWS / CONTACTOPHOTO

También hemos vivido fuertes decepciones a nivel europeo este año, como el pacto migratorio, que sigue sin abordar el mayor reto del siglo XXI con valentía, eficacia y solidaridad, y seguimos vislumbrando grandes obstáculos como la inflación, la recuperación económica y el auge de la extrema derecha y los populismos. A Bruselas ha mirado también la política española, cada vez más polarizada y fragmentada, con necesidad urgente de acuerdos mínimos. 

Por otra parte, el 2023 nos ha traído, asimismo, importantes avances en el ámbito global. La renovación del compromiso de todos los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas con el cumplimiento de la Agenda 2030, y el histórico, aunque renqueante, acuerdo sobre el fin de los combustibles fósiles, así como la creación de un fondo de compensación para los países más vulnerables climáticamente son un buen ejemplo. 

Sin embargo, todo esto ha quedado claramente ensombrecido por uno de los capítulos más negros de nuestra historia reciente, en el 2023 hemos visto volar por los aires el derecho humanitario internacional, en un conflicto inhumano e insoportable que se ha cobrado ya innumerables vidas. Jamás "el horror ha justificado el horror" recodaba claramente el alto representante de política exterior Josep Borrell.

De la misma manera que nada puede justificar el secuestro y asesinato de jóvenes israelís, en ningún caso se puede permitir en su nombre, por acción, omisión o indiferencia, la intolerable masacre de niños palestinos inocentes, el bloqueo y aislamiento de todo un pueblo, o el ataque permanente y la destrucción de instalaciones e infraestructuras sanitarias.

El año que ahora termina lo hace con una herida profundamente dolorosa, infectada y abierta, la de una de las peores masacres vividas en el último tiempo que, sin duda alguna, traerá graves consecuencias a toda la humanidad, amenazando gravemente los mecanismos de paz y convivencia de los que nos habíamos dotado.

Acabamos de conmemorar el aniversario de la de la Declaración de los Derechos Humanos, una carta de derechos de rabiosa actualidad que hay que trabajar cada día por hacer cumplir, pues nos estamos esforzando en el ejercicio de su vulneración constante. Es absolutamente urgente reforzar la gobernanza multilateral y dotarla de instrumentos de acción reales, capaces de operar y de parar esta barbarie.

No quiero acabar este balance sin poner en valor la victoria de España en el Mundial de Fútbol femenino y el comportamiento ejemplar de la selección femenina española por habernos hecho disfrutar del mejor fútbol, y, sobre todo, por romper de un cabezazo el techo de cristal de una sociedad que sigue discriminando y agrediendo a las mujeres. No cabe ninguna duda de que, gracias a ellas y a muchas otras que vinieron antes, España es hoy un poco más decente, y tenemos más instrumentos para luchar contra el machismo y su impunidad.