Opinión | EL OBSERVATORIO

Sororidad, feminismo y éxito deportivo

No encuentro palabra más adecuada para definir la admirable lucha de nuestras campeonas del mundo de fútbol. Sororidad entre ellas, con Jenni, con las pioneras y con las generaciones futuras

Una pancarta de apoyo a Jenni Hermosos tras el polémico beso de Luis Rubiales en la final del Mundial.

Una pancarta de apoyo a Jenni Hermosos tras el polémico beso de Luis Rubiales en la final del Mundial. / Europa Press / Jesus Hellin 2022

La RAE define sororidad como "amistad o afecto entre mujeres, o relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento". Un término cuya primera utilización en español se le atribuye a Unamuno, referida a solidaridad entre hermanas mujeres, y que no fue reconocido por la Real Academia hasta el 21 de diciembre de 2018. Sororidad es una palabra precisa, no encuentro vocablo más adecuado para definir la admirable y emocionante lucha de nuestras flamantes campeonas del mundo de fútbol en los últimos meses. Sororidad entre ellas, capaces de permanecer unidas en un contexto de enorme presión y a pesar de todo lo que han vivido, sororidad con Jenni Hermoso, compañera y víctima de una agresión sexual intolerable.

Sororidad con las pioneras y con las generaciones de futbolistas que vienen detrás para que lo tengan más fácil, para que puedan tener referentes y para que jugar al fútbol profesional en las condiciones que merecen no salga tan caro. Sororidad con todas las víctimas de agresión, pues su coraje y determinación contribuye a empoderar a las mujeres y a acabar con la impunidad. Sororidad con todas las deportistas y con las jugadoras de otros países por liderar el camino, y por convertirse en un referente mundial. En definitiva, Sororidad en mayúsculas.

"Nuestra lucha es una lucha global", reivindicaban las futbolistas españolas junto a sus rivales suecas en el campo de juego hace unas semanas, justo antes de cosechar un nuevo éxito deportivo, y no les faltaba razón. La lucha por la igualdad sigue siendo una lucha mundial para todas las mujeres que despierta fuertes resistencias. Pero al mismo tiempo, esta lucha, el feminismo, se ha convertido cada vez más en un movimiento poderoso capaz de tejer olas de solidaridad que recorren el mundo, y de llevarse estructuras arcaicas y enraizadas por delante como vimos antes con el #metoo.

La inmediata respuesta de la sociedad española ante la agresión y comportamiento posterior de Rubiales y los suyos, el apoyo de las seleccionadoras y jugadoras de diferentes países, y el enorme espaldarazo que han recibido de "todos" los equipos de fútbol, muestran que el #seacabo se ha convertido en un lema viral, y que iba en serio; nuestras jugadoras van a llevar su lucha hasta el final. De momento han conseguido apartar a Luis Rubiales, Vilda y otros acólitos de la dirección de la Federación Española de Fútbol, y que la agresión a Jennifer Hermoso sea investigada por la justicia y no quede impune. 

"Todavía no ven la luz al final del túnel" y todas sabemos que queda mucho por conseguir, sus reivindicaciones no están todavía suficientemente cubiertas, y sigue habiendo mucho machismo en la sociedad y en el mundo del fútbol. Pero conscientes de su papel en la lucha por los derechos de las mujeres, y de que son un altavoz, con apariciones relevadas de dos en dos, han ido dando pasos con una templanza y determinación admirables. Durante todo este tiempo no se han dejado manejar por estrategias envolventes y han conseguido cosechar además a pesar de la presión, un éxito deportivo tras otro. 

Selección española femenina de fútbol.

Selección española femenina de fútbol. / Selección española

El mundial de fútbol femenino del 2023 no se recordará solo porque las españolas deportivamente hicieron historia, sino porque contribuyeron a cambiar la historia, jugando los partidos más decisivos de sus vidas y metiendo un gol por toda la escuadra al machismo imperante y la desigualdad, desde el mejor trabajo en equipo y el coraje más visible. Se han convertido en un ejemplo para las niñas españolas y de todo el mundo, y un espejo donde pueden mirarse sus compañeros de selección, que más bien al contrario que ellas, en esta ocasión, no han sabido estar a la altura. Queda mucho por cambiar en un mundo donde todavía hoy, solo se escuchan 20 voces femeninas de 192 en la asamblea general de la ONU, pero este faro de sororidad alumbra un camino de esperanza, y llena las gradas de hombres, mujeres y niños/as con ganas de buen fútbol.