Opinión | ANÁLISIS POLÍTICO

De amnistía, democracia y los problemas del PP

El PP tiene un problema. Tras lo visto los últimos días en los alrededores de la sede socialista de Ferraz, parece que a la derecha las cosas se le han ido de madre

Incidentes en Ferraz.

Incidentes en Ferraz. / José Luis Roca

Veníamos de unas semanas de debates sobre la posible amnistía que se habían dirimido en el terreno de la discusión política, tanto en las declaraciones de los distintos líderes como en las tertulias radiofónicas y televisivas. Un asunto político que siempre debió resolverse políticamente y se debatía, con normalidad, desde posiciones políticas a favor o en contra.

Pero el debate ha evolucionado a una doble ofensiva que puede resultar un tanto peligrosa para la democracia. Como explica Daniel Innerarity en su Una teoría de la democracia compleja, las amenazas a la democracia se dividen entre quienes piensan que la gente no tiene suficiente poder y quienes piensan que la gente tiene demasiado poder. Las élites son incompetentes o los electores son irracionales. Así, visto que el debate político estaba consolidando como opción plausible la amnistía y que esta podía salir adelante sin que nada se rompiese, asistimos ahora a ambas ofensivas que ponen en riesgo la democracia.

Por un lado, la tecnocracia ha utilizado todos los tecnicismos posibles para intentar desacreditar el posible acuerdo. De hecho, en un intento desesperado de frenar la posible tramitación, hemos llegado a escuchar que una proposición de ley alumbrada en el Parlamento es menos lícita que un proyecto de ley que viene del Gobierno. Increíble. Igual es que estamos ya tan acostumbrados a vaciar de funciones al Parlamento, con gobiernos adictos al real decreto, que se nos olvida cuál es el poder legislativo y cuál el ejecutivo. Así que, por supuesto, si quien propone una ley es el poder legislativo, en absoluto esto es menos lícito, o menos democrático, que si lo propone el ejecutivo. Al contrario; de hecho, es cuando lo propone el ejecutivo cuando tiene que pasar más validaciones, precisamente para que no traspase la separación de poderes. Pero este tipo de discusiones técnicas, bastante estériles, pretenden buscar todos los subterfugios posibles para intentar limitar la voluntad política de una mayoría votada legítimamente. El pueblo tiene demasiado poder, y lo utiliza en un sentido distinto al que nos gustaría, limitémoslo con tecnicismos, aunque eso se lleve por delante la legitimidad de las instituciones o de los procesos democráticos.

En el otro lado tenemos a quienes optan por una ofensiva en el sentido de dar más poder al pueblo (populismo). Aquí se pretende una regresión respecto a la democracia representativa, asumiendo que los ciudadanos no somos capaces de entender, juzgar y controlar al sistema político. De este modo, deberíamos dar nuestro consentimiento a cada una de las decisiones que hubiese que tomar. Lo cierto es que esta pantalla la habíamos pasado hace tiempo, y cuando elegimos a quienes queremos que nos gobiernen, confiamos en que sabrán tomar las decisiones adecuadas, venga una pandemia o una negociación de investidura. Por suerte, los ciudadanos somos bastante maduros y votamos siempre bien. Tenemos la capacidad de cambiar de voto cuando queramos si nos defraudan, o de seguir confiando en ellos si juzgamos que hicieron lo que tenían que hacer. Como ejemplo para quienes pensaron que con la reforma del delito de sedición y malversación el PSOE perdería muchísimos votos, no ocurrió. Y lo mismo seguramente va a pasar con la amnistía. Sánchez y Díaz se presentaron a las elecciones para dialogar con los catalanes y dialogan. No necesitamos volver a votar cada uno de los pasos que están tomando. Ya valoraremos en unos años si el resultado del progreso es el esperado.

Pero en esta ofensiva, tanto tecnocrática como populista, vale decir que hemos escalado tres peldaños más, y quienes prenden la mecha anticonstitucional son Aznar y Aguirre. "El que pueda hacer que haga, el que pueda aportar que aporte, el que se pueda mover que se mueva". Todo vale. Sea ejercer el derecho de manifestación sin la autorización, sea que cuatro obispos salgan a decir que están en contra del "perdón", sea que se inste a la policía a retar al Estado o sea que la justicia se meta en política. Una foto completa de lo que la mayoría de los españoles rechazó de plano el 23J.

Al PP toda esta ofensiva le sirve para iniciar una legislatura donde, como en todas las anteriores en las que no gobernaron, tildarán al Gobierno de ilegítimo y okupa. Esto ya lo hicieron tras la moción de censura, ya lo hicieron tras los atentados de Atocha y ya lo hicieron todas y cada una de las veces en las que perdieron. Si ellos no gobiernan, el Gobierno es ilegítimo. Y cuanto antes empiece a asentarse el concepto, más debilitado estará el Gobierno, debiendo permanecer siempre a la defensiva, sin capacidad de avanzar. 

Para los de Abascal esto es una fiesta, donde, por fin, se acabó lo políticamente correcto y ya se puede salir con todo el equipo. Hemos visto a su líder en la calle, pidiendo a la policía que no cumpla órdenes, en el centro de una mani donde se agitaba la bandera de España con el lema "La Constitución destruye la nación", ondeaba la bandera requeté, los aguiluchos, se cantaba el Cara el sol y se gritaba "¡Viva Franco!". Salieron a defender su españolidad, la de su Españita pequeña donde millones de españoles no les caben. Salieron a agitar su odio y salieron a gritar que carecen de espíritu democrático, llegando a mostrar tendencias golpistas.

Esto es un problema para el PP muy gordo, aunque ahora crean que la coyuntura les está beneficiando. El exmoderno Sémper y el exmoderado Feijóo no supieron tomar la distancia necesaria con esta afrenta a los valores democráticos, no supieron distinguirse de Vox. Entre el oportunismo de debilitar a Sánchez y el orden constitucional, o defender la democracia, eligieron lo primero, y ahí perdieron. El PP tiene un problema. Tras lo visto los últimos días en los alrededores de Ferraz, parece que a la derecha las cosas se le han ido de madre y que Vox está rentabilizando mejor las protestas dentro de su bloque. Pero si el bloque, al completo, se muestra iliberal, el PP se hace pequeño.