Opinión | 'HATERS'
Odia bien y no mires a quién
La Universidad Internacional de La Rioja se ha animado a adentrarse, con criterios científicos, en la atmósfera tóxica de los odiadores digitales
“Qué triste es esa gente que vive para odiar / y solo baila alrededor del fuego / si está hecho con leña de árboles caídos” (Benjamín Prado, ‘Haters’).
Los versos de un poema pueden desnudar la vida hasta el tuétano. En este caso a la jauría de odiadores digitales que un día convinimos en llamar ‘haters’, quizá porque en inglés todo nos parece más finolis. Pero además de la poesía, también puede servir la letra de una canción:
“Esta canción la escribo para que no te guste. / Tú que sabes de todo desde el sofá de tu casa. / Esta canción la escribo para no decir tu nombre, / Solamente un cobarde protegido en pantallas” (Andrés Suárez, ‘Por no decir tu nombre’).
Ya hace tiempo que poetas y cantantes enfocan las antenas de su inspiración hacia ese universo del odio, que las redes sociales propagan como si fuera la nada de ‘La historia interminable’. Puede arrasar con todo. Y precisamente por eso resulta valioso que alguien se haya animado a adentrarse, con criterios científicos, en una atmósfera tan tóxica. La Universidad Internacional de La Rioja ha lanzado ‘Hatemedia’, la primera plataforma que mide la presencia de expresiones de odio en los medios informativos digitales; por lo que publican, claro, pero sobre todo por los comentarios que generan esas noticias.
Por ejemplo, si esta semana los investigadores hubieran colocado las palabras ‘Palestina’ o ‘Israel’, su monitor de odio posiblemente hubiera colapsado. Porque allí se matan a mansalva, pero aquí el combate entre internautas por un conflicto que se arrastra desde hace setenta años se diferencia de la guerra de verdad en que no hay sangre; en niveles de inquina -y de odio- casi que podríamos competir. Lo cual conecta con uno de los principales datos obtenidos por ‘Hatemedia’ después de revisar más de un millón de mensajes: los campeones en esta liga del odio son los de inspiración política, a muchísima distancia del segundo clasificado, que son los mensajes de odio contra las mujeres. No creo que suponga ninguna sorpresa, pero confirma que este país tiene algunas cosas para hacérselas mirar.
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