Opinión | INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La gran incógnita: por qué debemos aceptar la ambigüedad del impacto de la IA en los empleos

Esto no se trata solo de salvar empleos; se trata de entender qué hace que cada empleo sea valioso e irremplazable. La IA no va a reemplazar a enfermeros, profesores o artistas; va a cambiar lo que hacen, con suerte para mejor

Inteligencia Artificial.

Inteligencia Artificial. / Pexels

Imagina que eres enfermera. Cada día pasas por las habitaciones, recoges meticulosamente las constantes vitales y lo reflejas en el historial clínico. Llevas años haciéndolo y se te da bien. Pero ¿y si una máquina pudiera hacer esa parte de tu trabajo de forma más rápida y precisa? ¿Te sentirías amenazada o lo verías como una oportunidad para dedicar más tiempo a otras tareas relacionadas con el cuidado del paciente? No es una pregunta hipotética; es la realidad a la que nos vamos a tener que enfrentar a medida que la inteligencia artificial (IA) siga expandiéndose en la fuerza laboral. Un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sugiere que estamos en ya en esa encrucijada. No podemos ignorar la incertidumbre que sentimos.

Aunque lo pueda parecer, no se trata de una paradoja. Por un lado, la IA podría ser el principio del fin, quita el trabajo a los humanos y deja un rastro de desesperación a su paso. Por otro, es una promesa de prosperidad, crea nuevas oportunidades y hace que las personas sean más productivas. Pero esto no es blanco o negro, ni depende de nuestro estado anímico. La IA está preparada para ser tanto la villana como la heroína en esta película, y el papel que finalmente desempeñe vendrá determinado por las decisiones que se tomen hoy. Importa cómo se desarrolla la tecnología y hacia dónde se orienta porque aún hay muchas incógnitas. Por ejemplo, hay un número importante de afectados por la tecnología de chatGPT, que no pertenecen ni al grupo cuyas tareas serán automatizadas, ni a los que serán aumentados por las nuevas herramientas. Son un grupo que está expuesto a la inteligencia artificial generativa pero cuya evolución dependerá de diferentes factores como la adopción y el tipo de implementación que se haga. Es decir, lo que ha cambiado con GPT es que hay una nueva oleada de automatización que impacta en el trabajo menos mecánico y más relacionado con el conocimiento, pero que aún no se sabe cómo lo hará.

Volvamos a nuestro enfermero o enfermera. No es solo un recopilador de datos; es un vigilante, un coordinador, una mano que te agarra en la desesperación de la enfermedad. El calor de quien cuida en un espacio aséptico y frío. La IA no puede replicar eso. Y es importante subrayar esta complejidad cuando hablamos de destrucción de empleos porque muchos de ellos son un cóctel de tareas, algunas fácilmente automatizables, otras decididamente humanas. Esto no se trata solo de salvar empleos; se trata de entender qué hace que cada empleo sea valioso e irremplazable. La IA no va a reemplazar a enfermeros, profesores o artistas; va a cambiar lo que hacen, con suerte para mejor. Entonces, ¿dónde nos deja esto? Al borde de otra revolución, armados con el conocimiento de que podemos moldear su impacto. La ambigüedad en torno al papel de la IA en el mercado laboral no es un error; es una característica.

No hay respuestas fáciles, pero hay algo quizás más valioso: una comprensión matizada de las preguntas que deberíamos estar haciendo. La incertidumbre no es una debilidad; es una señal de que estamos lidiando con un problema complejo y en evolución. Deberíamos profundizar, rechazar narrativas simplistas y abrazar la realidad desordenada y ambigua. Si el futuro es incierto, nuestra respuesta no debería serlo. No podemos permitirnos ser espectadores pasivos en esta transformación. Necesitamos invertir en formación de la fuerza laboral que prepare a las personas para los empleos del futuro, y estos serán indudablemente potenciados por inteligencia artificial. Necesitamos redes de seguridad social para aquellos que caerán entre las grietas. Y necesitamos una gobernanza que garantice que la IA se desarrolle y se implemente de manera responsable. Esto no es solo un trabajo para los políticos; es una responsabilidad colectiva.