Opinión | UN CARRUSEL VACÍO

Imaginar el mar

¿Por qué la memoria histórica se sigue asociando exclusivamente a la izquierda en España?

Manuel Lozano y Fernando Fernán Gómez en la película 'La lengua de las mariposas'.

Manuel Lozano y Fernando Fernán Gómez en la película 'La lengua de las mariposas'. / EPE

"También ellos, los niños, saben del mar sin haberlo visto nunca", escribió Antoni Benaiges, un maestro catalán que había sido destinado a Bañuelos de Bureba, en Burgos. Sus alumnos no habían conocido el mar y él les prometió llevarlos a la costa de Cataluña ese verano. Meses antes, comenzó a elaborar con ellos un cuaderno en el que cada uno plasmaba sus imaginaciones acerca de cómo sería el mar. La imprenta que utilizó la pagó de su bolsillo.

Los niños no llegaron a conocerlo ese verano, porque no fue un verano cualquiera, sino el de 1936, el año en que comenzó la terrible y fratricida Guerra Civil.Inmediatamente después de la sublevación en julio, Benaiges fue detenido, torturado y fusilado por unos falangistas. Su delito: ser socialista. Enterraron su cuerpo en una cuneta, junto a otro centenar de cuerpos.

La triste historia de este maestro, que tanto puede recordarnos a aquel «Don Gregorio» de La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999), ha inspirado una película documental, una novela, un cómic, varios ensayos y también una obra de teatro, dirigida por Alberto Conejero y Xavier Bobés, que ha sido representada en varias ocasiones y cuya cancelación en Briviesca (Burgos) ha suscitado una gran polémica. José Solas, el alcalde –perteneciente al Partido Popular– justifica su decisión aludiendo a motivos "de seguridad, técnicos y económicos". Para los dramaturgos y muchas otras personas, la verdadera razón es la incomodidad que produce a la derecha española el tema tratado en la obra: la memoria histórica. Esta cancelación se une a unas cuantas más efectuadas desde las formaciones de los nuevos gobiernos locales y autonómicos, integrados por miembros del PP y Vox. En la sociedad empieza a hablarse de «censura».

Sin pretender profundizar en estas disquisiciones, sí que lanzo la siguiente reflexión: ¿por qué la memoria histórica se sigue asociando exclusivamente a la izquierda en España? La necesidad de mirar atrás y conocer el pasado para no cometer los mismos errores es algo que atañe a todas las ideologías. Asumir que España ha vivido inmersa en una dictadura durante cuarenta años y que ha habido represaliados por ese régimen debería ser universal. Así como otorgar a los descendientes de los asesinados en la Guerra Civil el derecho a saber dónde se encuentran sus ancestros y tener un lugar al que poder llevarles flores. Que sus huesos no sigan deshaciéndose en el anonimato, abandonados como perros en una cuneta.

Creo que ser demócrata implica estar en contra de las dictaduras de cualquier género"

Se puede ser de izquierdas o de derechas, dentro del espectro de la democracia. Y creo que ser demócrata implica estar en contra de las dictaduras de cualquier género. En Alemania, por ejemplo, existe una sólida ley de memoria histórica, implantada desde hace décadas e independiente al signo del gobierno de turno, para condenar el pasado nazi y todo lo relacionado con él. En Argentina existen monumentos estatales que homenajean a las víctimas de sus regímenes dictatoriales, como el Parque de la Memoria de Buenos Aires, donde cuatro estelas de hormigón muestran, por orden alfabético, los nombres de los desaparecidos y asesinados. En los colegios alemanes se habla a los alumnos de los horrores del nazismo y los antiguos campos de concentración, como el de Auschwitz o el de Mauthausen, en Austria, son ahora museos de la memoria. Sin embargo, mucha gente desconoce que en España también existieron campos de concentración durante el franquismo, y en ellos se torturaba y asesinaba a los prisioneros. En Canarias, mismamente, hubo campos en La Isleta y Gando (Gran Canaria) y Fyffes (Tenerife). Los testimonios señalan el primero, sobre todo, como un lugar sacado de una pesadilla. El historiador grancanario Sergio Millares ha sacado a la luz, recientemente, Héroes de Chabola, las memorias de Antonio Junco Toral (1899-1955), un represaliado cuyo testimonio da fe de los horrores vividos en estos campos de concentración.

Hay heridas que nunca se cerrarán si no las miramos primero de frente y tratamos de cauterizarlas. Huir del pasado no hace que este desaparezca. Y también las nuevas generaciones deben conocer la historia, de la forma más objetiva posible, para que no se repitan los episodios más oscuros. Y da igual que seamos de izquierdas o de derechas, porque hay realidades que están por encima de las ideologías, como el rechazo a cualquier tipo de dictadura. Eso debería unirnos a todos, convertirse en algo incuestionable. Y si no es así, tenemos un problema como sociedad. Del mismo modo que lo tenemos si no sabemos conmovernos ante la historia de ese maestro que invitó a imaginar el mar a sus alumnos.