Opinión | ELECCIONES

Vox como un mal menor

A diferencia de la política migratoria y la de Igualdad, la unidad de España es una idea transversal en el electorado 

Santiago Abascal, durante su discurso en Palma.

Santiago Abascal, durante su discurso en Palma. / EFE

A falta de un cisne negro, de un golpe de efecto imprevisto, el debate televisado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo parece destinado a ser el hito que marcará la campaña del 23J. Después de salir airoso en su recorrido por platós televisivos que consideraba territorio enemigo, Sánchez fracasó en el cara a cara con Feijóo que tanto había solicitado. El debate modificó el estado de ánimo (truncó la narrativa de la remontada de la izquierda), cambió el tema de conversación (tras el cara a cara ya no se trata tanto de saber quién ganará las elecciones, sino de si Feijóo necesitará pactar o no con Vox) y cimentó la principal pregunta de estas elecciones: entre Sánchez y sus potenciales aliados y Feijóo y su potencial aliado, ¿a quién prefiere la ciudadanía española? 

La hoja de servicios no parece ser el problema del llamado sanchismo, según se puede interpretar de las encuestas. Las fugas de agua se dan en primer lugar por el rechazo que genera la figura del propio Pedro Sánchez en una parte del electorado, una animadversión en la que tiene mucho que ver la caricatura que de él se ha dibujado desde la derecha y la extrema derecha. Pero, sobre todo, la principal vía de agua la causa la aversión que generan los aliados del sanchismo, esa mayoría de investidura que antes fue la que tumbó a Mariano Rajoy en la moción de censura y que forman la izquierda de la izquierda y los partidos nacionalistas e independentistas vascos y catalanes. 

Resulta interesante detenerse en este punto. En Estados Unidos, el ascenso de la 'alt-right' se produjo a lomos de la inmigración y de la guerra cultural. Donald Trump ganó las elecciones en plena oleada de Me Too contra una candidata, Hillary Clinton, que era el rostro del feminismo ‘establishment’ en EEUU y que aspiraba a ser la primera mujer presidenta. Un escenario similar, con sus peculiaridades, se dio en Europa, Giorgia Meloni y antes que ella Matteo Salvini en Italia, por ejemplo. En España, sin embargo, el surgimiento y crecimiento de Vox coincidió con la crisis institucional y territorial de octubre de 2017 en Cataluña. En el discurso de Vox, la unidad de España y la guerra cultural son los dos pilares fundamentales, sin que las políticas migratorias o la soberanía nacional frente a la UE tengan el mismo peso que en otros países europeos. 

A diferencia de la gestión contra la inmigración, tema en el que la extrema derecha se ha arrogado sin complejos la postura más dura frente a la izquierda y los conservadores de centroderecha, la defensa de la unidad de España no es territorio que pertenezca solo a Vox o al PP. Es transversal. En la oposición, el PSOE apoyó sin fisuras la aplicación del artículo 155 y la judicialización del problema en Cataluña. El Pedro Sánchez candidato no decía lo mismo sobre los políticos presos que el Pedro Sánchez presidente. Decisiones difíciles que han probado ser positivas para rebajar el conflicto en Cataluña como la mesa de diálogo y los indultos, ¿existirían si Sánchez hubiese tenido una mayoría más holgada en el Congreso? Siendo de centroderecha el PNV y de izquierda Bildu, ¿con quién hubiese preferido pactar Sánchez si los jeltzales hubieran sido más fuertes en el Parlamento? No es aventurado afirmar que el PNV. 

Los miles de votantes que, según las encuestas, abandonan el PSOE para votar el PP no son fachas y machistas. Es muy probable que les repugnen las posturas de los de Santiago Abascal sobre inmigración o igualdad, y hasta puede que reconozcan la buena hoja de servicios de un Gobierno de coalición que ha gestionado la pandemia y una guerra de Ucrania. Pero en un asunto transversal como la unidad de España, que nacionalistas e independentistas vascos y catalanes sean muletas imprescindibles se ha convertido en un mal mayor que el hecho de que Vox sea la muleta del PP. Por este motivo, que a partir del debate cambiara la conversación y la pregunta predominante ahora sea si Feijóo puede gobernar o no sin Vox es tan peligroso para Sánchez: puede llevar a un voto útil anti-Vox para Feijóo de votantes socialistas. Por este motivo, los ataques del PP en esta franja de la campaña se centran en Vox, Murcia 'on my mind'. 

Dicho de otra forma: entre un Gobierno de Feijóo con Vox y otro de Sánchez con el espacio de Sumar (el daño de la ley del ‘sí es sí’ es enorme) apoyado por nacionalistas e independentistas catalanes, parece que a la mayoría de los españoles les quita el sueño más lo segundo, el dichoso sanchismo, que lo primero. Vox sería para ellos un mal menor.