Opinión | LA TRIBUNA

¿Quién es el voto útil anti-Vox?

"Votar a la izquierda" no es la respuesta obvia, o al menos la única. El líder del PP plantea la cuestión de si frenar el acceso al poder de la ultraderecha debe depender tan solo de los conservadores

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el centro de la fotografía, con altos cargos del PP, este miércoles en un mitin en Madrid.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el centro de la fotografía, con altos cargos del PP, este miércoles en un mitin en Madrid. / JOSÉ LUIS ROCA

Alberto Núñez Feijóo ha intentado cambiar el paso de la campaña (demasiado marcada para sus intereses en los acuerdos y negociaciones del PP con Vox en ayuntamientos y comunidades autónomas) con la petición al PSOE de que se abstenga en una hipotética investidura si no quiere ver un pacto de Gobierno entre el PP y Vox. Es una jugada hábil desde el punto de vista electoral, entre otros motivos porque remueve en su adversario el recuerdo no tan lejano de cuando el PSOE se partió en dos por una decisión similar, la de abstenerse para facilitar la investidura de Mariano Rajoy. Esa abstención supuso la rebelión de muchos barones y pesos pesados del partido contra Pedro Sánchez, si bien es cierto que lo que entonces estaba en juego era la gobernabilidad y no frenar el acceso de la ultraderecha al poder.

Es tentador criticar a Feijóo desde un punto de vista político. El PP no se planteó, por ejemplo, facilitar la investidura del PSOE para que no tuviera que pactar con Unidas Podemos ni forjar una mayoría de investidura con nacionalistas e independentistas vascos y catalanes que es el acta fundacional del llamado sanchismo. También es muy discutible que recaiga en el PSOE la responsabilidad de los pactos del PP. Además, que de todo el arco político español el PP solo pueda pactar con Vox, una escisión popular, no dice mucho ni bueno de la moderación y el centrismo del partido. 

Feijóo

Feijóo / José Luis Roca

Pero más allá de la crítica política, Feijóo plantea una de las preguntas clave de la campaña. ¿Cuál es la mejor forma de que la ultraderecha no llegue al poder? La respuesta es mucho más compleja que "votar a la izquierda", lo cual explica, de entrada, que el voto del miedo a Santiago Abascal dejara de ser una motivación en la repetición electoral de noviembre de 2019. En Andalucía y la Comunidad de Madrid, por ejemplo, la mejor forma de frenar a la ultraderecha ha sido votar al PP. Son caminos diferentes, no obstante.

En Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla cimentó su mayoría absoluta mediante la absorción del voto de Ciudadanos, que fue el paso previo a votar al PP de muchos votantes del PSOE. En Madrid, a pesar de que Isabel Díaz Ayuso también devoró a Ciudadanos, el camino para neutralizar a Vox fue el de vencerlo con su propio discurso. A igualdad de oferta, el electorado madrileño eligió a la mejor candidata y al partido más fuerte. El Feijóo de Galicia era una especie de mezcla de los dos: el estilo de Bonilla sumado a la enorme tracción de las siglas y al liderazgo del candidato, similares en Galicia y en Madrid.

Castilla y León, Valencia, Extremadura y las Baleares marcan otro camino: un PP no tan fuerte no puede evitar pactos que dan poder institucional a la ultraderecha en el Gobierno o el Parlamento. Solo el apoyo de la izquierda o una victoria sin ataduras impediría que Vox toque poder. La izquierda le exige a Feijóo un cordón sanitario a Vox que en la práctica impide gobernar al PP y le da el poder al PSOE; Feijóo devuelve la bola y exige a la izquierda un cordón sanitario que en la práctica impide gobernar a la izquierda y le da el poder al PP.

¿Debe recaer tan solo en el PP la responsabilidad de que la ultraderecha no gobierne? En otros países donde se ha aplicado el cordón sanitario, como en Francia, la izquierda ha hecho grandes sacrificios para que no gobierne la extrema derecha. Con el tiempo, el cordón sanitario a cualquier precio ha contribuido a degradar el sistema de partidos hasta la situación actual, en la que un Emmanuel Macron incapaz de articular su movimiento en un partido que le sobreviva convive en un mapa político radicalizado a izquierda y derecha. Es, simplemente, un ejemplo de lo que puede suponer el bloqueo a cualquier precio.

¿Quiere el electorado a Vox en el Gobierno? Si la respuesta es negativa, ¿cuál es la mejor forma de conseguir que Abascal y los suyos no estén en el Consejo de Ministros? Esta pregunta es una de las claves de las elecciones, aunque puede serlo aún más en una hipotética repetición electoral, en la que, en una situación de bloqueo, el electorado le puede dar la victoria al bloque que vea con más posibilidades de gobernar, la gobernabilidad por encima del color del Ejecutivo. Un escenario así, a doble vuelta, no parece el mejor para la izquierda. Que el voto útil contra Vox sea Feijóo es una de las paradojas de esta campaña electoral.