Opinión | SISTEMA DEMOCRÁTICO

El péndulo democrático

Alberto Núñez Feijóo lidera la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez.

Alberto Núñez Feijóo lidera la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez.

Tras la primera gran alternancia política de 1982, en que la izquierda alcanzó el poder en España por primera vez tras la guerra civil, la democracia española entró en un fecundo proceso de estabilización que rindió unos frutos extraordinarios. Derecha e izquierda se fueron turnando con normalidad… hasta que en 2008 estalló por sorpresa —las recesiones verdaderas nunca se anuncian— la gran depresión de 2008, que destruyó el ensalmo, nos bajó del limbo, puso a la incompetente clase política a los pies de los caballos y generó una grave crisis de representación: el grito aquel de “no nos representan” que tanto abundó en los años centrales de la crisis era más que un simple eslogan publicitario.

La consecuencia más evidente de aquel cataclismo fue el desprestigio de los partidos clásicos que habían formado el bipartidismo imperfecto y el surgimiento de nuevas iniciativas políticas que pretendían enmendar el destrozo con nuevas ideas. El péndulo democrático, que se había mantenido estabilizado en el centro, oscilaba de un extremo a otro en busca de soluciones. A babor surgió el populismo de izquierdas —Podemos— y a estribor el neoconservadurismo de Vox. Ambas formaciones, junto a un singular centro antinacionalista coyuntural y perecedero —Ciudadanos—, no sustituyeron al viejo bipartidismo pero lo limitaron y condicionaron.

Ha llovido mucho desde entonces, y este país ha recompuesto la figura haciendo funcionar el sistema institucional, y hemos sorteado con apreciable acierto la pandemia, que interrumpió la recuperación en marcha, y ahora la contrariedad sobrevenida de la guerra de Ucrania. Y esa normalidad parece volver a depositar el péndulo democrático en el centro del espectro: el independentismo catalán más rampante (la posconvergencia de JxCat) está en vías de catástrofe. VOX está siendo rápidamente engullido por el PP. Ciudadanos ha desaparecido en la práctica, y UP, más reducida, va a ocupar el papel creativo pero inofensivo de IU. El pasado nunca vuelve pero sí sería posible recuperar la serenidad y el equilibrio.