Opinión | INVASIÓN DE UCRANIA

Esclarecer las atrocidades de Bucha

Es un imperativo moral investigar la masacre cometida en las afueras de la capital ucraniana y que sus responsables rindan cuentas ante la justicia

Un perro tumbado junto al cuerpo de un civil asesinado en Bucha.

Un perro tumbado junto al cuerpo de un civil asesinado en Bucha. / REUTERS

La necesidad de esclarecer cuanto antes la responsabilidad de las atrocidades cometidas en Bucha, Irpin y casi con toda seguridad en otras ciudades ucranianas es un imperativo moral indeclinable si se aspira a que la tradición democrática occidental siga siendo útil para preservar la decencia y los valores humanitarios.

Pero como es harto difícil que más pronto que tarde comparezcan ante la Corte Penal Internacional el presidente ruso, Vladímir Putin, y sus secuaces, es urgente que la Unión Europea y Estados Unidos concreten una nueva tanda de sanciones que asfixie la economía rusa y limite los recursos de quienes desde el 24 de febrero no han dejado de perpetrar la matanza en Ucrania.

Es indiscutible la importancia que tiene el suministro de gas ruso para buena parte de Europa. También es indiscutible que la economía europea no saldrá indemne del trance y que sufrirá más daños de los ya conocidos. Es igualmente cierto que países como Alemania y Austria tienen pocas alternativas a la importación de energía de Rusia.

"Mantener la cabeza fría" como reclama el Gobierno austriaco no puede ser una forma encubierta de dejar sin respuesta los desmanes del Ejército ruso, tan parecidos a los de otros momentos especialmente dramáticos de la historia contemporánea de Europa.

Tras episodios que recuerdan Srebrenica es imposible volver a la casilla de salida en la relación con Rusia

El ensañamiento con la población civil, la elocuencia de las imágenes y los testimonios que llegan de Ucrania, la campaña de intoxicación emprendida por el Kremlin para eludir su responsabilidad y el respeto debido a las víctimas hacen ineludible, una vez más, que la Unión Europea y Estados Unidos reaccionen con la determinación que el momento exige. El reforzamiento de la unidad europea mostrado desde el inicio de la invasión debe tener continuidad habida cuenta de que, conforme se prolonga la guerra, se hace más necesaria.

No solo porque Putin y sus generales no cejarán, cueste lo que cueste, hasta lograr una posición negociadora que les permita salvar la cara ante su opinión pública, sino porque cada día parece más difícil desligar a China de la estrategia de Rusia y lograr que renuncie a ser una válvula de escape o de suavización de los efectos de las sanciones. Si ni siquiera las perturbadoras fotografías de Bucha inducen al presidente Xi Jinping a matizar su apoyo a Moscú, es difícil que consideraciones de tipo comercial le lleven a ser menos complaciente con la hora de ruta de Putin.

En aras del realismo al que obliga la naturaleza obscena de la guerra, los regímenes democráticos se ven abocados a vislumbrar un futuro preñado de desconfianza, inestabilidad y entornos imprevisibles. Este es y será el caso de la Unión Europea con Rusia, por más que hasta el primer disparo desempeñó con frecuencia el papel de socio incómodo, pero necesario.

El ensañamiento con la población civil ucraniana exige que Occidente reaccione con determinación

Después de episodios que recuerdan demasiado los pogromos zaristas, la vesania estalinista, las matanzas nazis, carnicerías como la de Srebrenica y un sinfín de delirios y limpiezas étnicas de todo orden, es imposible que vuelva a la casilla de salida la relación del régimen ruso con los socios europeos.

Vladímir Putin es un vecino peligroso y a las víctimas inocentes de la guerra de Ucrania las asiste el derecho a que se respete la diferencia entre ellas y sus verdugos, aunque hacer tal cosa tenga un precio.

Las imágenes de los cuerpos sin vida dispersos por las calles de una ciudad completamente devastada han calado en la opinión pública y, según el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, muestran “el verdadero rostro” de la agresión rusa contra el pueblo ucraniano. La Unión Europea ha cerrado filas con con la Corte Penal Internacional y recogerá pruebas para que tales crímenes no queden impunes.