LA VIDA CONTIGO

Centenares de niños peregrinan cada domingo a 'la Plaza de los Cromos': "Llegué a vender uno de Messi por 8.000 euros"

La plaza madrileña de Quintana se convierte en un mar de gente cada fin de semana desde hace cuatro décadas

Una niña sostiene el cromo de Vinícius.

Una niña sostiene el cromo de Vinícius. / Alba Vigaray

"¡Ancelotti!", grita un niño sosteniendo un cromo en la mano. Se llama Alberto y lleva desde principios de temporada esperando a que le saliera. Lo ha conseguido haciendo un trueque en la que llaman 'Plaza de los cromos', en Madrid. Pasan de las 12 y media de la mañana y el día está algo triste, pero aun así esta zona se encuentra abarrotada de gente. Hay vendedores con puestos de cromos, tazos y colecciones varias; menores de todas las edades; y padres, madres y abuelos igual de involucrados en conseguir su objetivo: que los chiquillos completen sus álbumes.

No hay domingo que no se repita la misma imagen. Da igual que salga el sol o la lluvia, que haga frío o calor, como bien lo sabe Francisco Castro, que lleva desde los 12 años dedicándose a la compraventa en esta plaza que nació como un apéndice de la calle Alcalá, pero que con el tiempo se ha convertido en una suerte de plaza de pueblo en el madrileño barrio de Quintana. Aquí, de lunes a viernes, está lleno de jubilados echando las cartas en las mesas del ayuntamiento, las mismas en las que ahora se apoyan cromos a la venta.

La Plaza de Quintana se llena de familias los domingos de cada semana en busca de cromos.

La Plaza de Quintana se llena de familias los domingos de cada semana en busca de cromos. / Alba Vigaray

Messi, el más cotizado

"Llegué a vender uno de Messi por 8.000 euros", confiesa este vendedor. No lo hizo en mano, sino a través de su página de Ebay después de que el comprador pasara por la plaza. Como es lógico con estas cantidades, quería la garantía del pago. Así que Francisco cogió aquel dinero y se llevó a sus hermanos de viaje a Cuba. "Ha pasado una vez en 20 años", reconoce. El jugador argentino estuvo -y sigue estando- muy cotizado, pero normalmente los cromos cuestan bastante menos: la mayoría entre un euro y medio y nueve euros. En internet sí que se ven algunos más caros, sobre todo ahora que ha resurgido a lo grande su coleccionismo, llegando a registrarse el pasado mes de abril un aumento del 161% de estos productos respecto al mismo mes del año anterior, según Milanuncios.

"La gente se piensa que con los cromos te haces rico, pero te tienen que gustar y estar muchísimas horas para colocar todo", asegura. El precio depende de la estadística: cuanto más difícil sea que te salgan, más valor tienen en este mercado. Para determinarlo, abren cientos de sobres. "Todo se apunta -añade-. Son muchísimas horas de estar sentado mientras ves películas o escuchas música".

Un niño mira su álbum de cromos. 

Un niño mira su álbum de cromos.  / Alba Vigaray

Asegura que los mejores clientes son los abuelos, a los que echaron especialmente de menos durante el covid, el único momento en el que dejaron de venir. Él mismo empezó en esto de los cromos por su abuelo, aficionado a la filatelia y la numismática. Al oficio le enseñó Carmelo, otro vendedor que lleva ahí desde hace 40 años y al que llaman "el papá de los cromos". Gracias a él sabe llevar ahora un negocio cada vez mayor y cuenta con la habilidad de hablar con este medio sin dejar de despachar ni un momento.

De generación en generación

En un momento dado atiende a Marco, un niño que viene con su madre y con su abuela desde Torrejón. Le quedan solo cinco cromos para completar su álbum de Panini, así que cree que tiene dos opciones para conseguirlo: o comprarlos, o intercambiándolos en la plaza. "Antes tenía un taco de repes muy muy grande y ahora ya casi no tengo, claro", afirma. Las Cartas Momentum Adrenalyn -la colección de ‘trading cards’ que se lanza en enero- y los Balón de Oro Adrenalyn han sido sus mayores adquisiciones en este lugar.

Los familiares ayudan a los niños y niñas con sus listas. 

Los familiares ayudan a los niños y niñas con sus listas.  / Alba Vigaray

Los tres se marchan del puesto de Francisco con los deberes hechos. Porque aquí todo familiar se involucra. Suelen ser ellos los que llevan las listas de las cartas que les faltan a los pequeños y pequeñas, algunas hechas a mano y otras, más profesionales, con Excel a colores. “El intercambio de cromos es un modo de relacionarnos, basado en la búsqueda de la completud y la escasez”, explicaba Elisenda Ardèvol, doctora por la Universidad Autónoma de Barcelona, en este reportaje de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Para ella, esta práctica venía a ser “una introducción de los niños hacia una economía del intercambio que requiere cooperación”, y que ayuda a que las familias sientan juntas el "placer de intercambiar sus tesoros, al mismo tiempo que se fomenta una ayuda mutua para acabar las colecciones y cumplir sus objetivos”.

Relevo generacional

Aunque ahora ya hay algunos menores que directamente mandan whatsApps a sus vendedores de confianza para que les reserven o busquen un cromo en concreto. Francisco señala que cada cuatro años hay relevo generacional entre los pequeños, que pasan de ser unos micos a mirar desde arriba como "adolescentes perdidos".

También encuentra a hijos de padres que en su día fueron compradores allí mismo. Uno de ellos es Javier, criado en Quintana, al que le invade la nostalgia (en el mejor de los sentidos) con la estampa. "Llevo 20 años fuera del barrio. Traigo a mi hija porque yo con su edad, hace 30 o 35 años, venía a lo mismo", asegura. "La gran diferencia que veo con entonces es el número de puestos de gente que está vendiendo. Yo creo que han visto el negocio y por eso hay más que antes, que era más espontáneo. Los niños veníamos a cambiar cromos y punto. Solo había algún abuelillo vendiendo, supongo que para complementar la pensión", recuerda.

En la plaza hay varios puestos de cromos. 

En la plaza hay varios puestos de cromos.  / Alba Vigaray

Reconoce que le hace más ilusión lo de ir a cambiar cromos que a su hija Alejandra, pero ella se marcha con un buen botín. "Empecé más tarde [con la colección] y me faltan bastantes. Hoy me han dado un Guante de Oro, una Imparable, un montón de cromos del Cádiz, del Espanyol y una Diamente. Fueron buenos cambios", asegura. Francisco, por su parte, no tiene tan claro que ese relevo generacional llegue de la misma manera a los vendedores. Pero hasta que sus compañeros se jubilen, aún queda Plaza de los Cromos para rato.

Además de cromos, hay puestos con figuras de Magicbox. 

Además de cromos, hay puestos con figuras de Magicbox.  / Alba Vigaray