SIETE MESES DE CONTRAOFENSIVA

La línea del frente en Ucrania, congelada: "Los avances se miden en metros"

Hay un equilibrio en el número de soldados y la supremacía artillera rusa de momento no es suficiente para provocar una ruptura en el frente, analiza Guillermo Pulido

Soldado ucraniano en el frente de la ciudad de Lugansk

Soldado ucraniano en el frente de la ciudad de Lugansk / Efrem Lukatsky

La guerra de Ucrania sigue, aun fuera de los focos mediáticos; los combates son intensos, los soldados mueren y todos los días se lanzan miles de rondas de artillería. Pero los avances son escasos. La larguísima línea del frente apenas se mueve desde hace más de un año. La contraofensiva lanzada por el Ejército ucraniano el pasado mes de junio no está dando frutos concretos sobre el mapa. Rusia mantiene ocupado cerca de un quinto del territorio ucraniano. La iniciativa bélica, por el momento, parece decantarse ligeramente del lado del invasor. 

El Ejército ucraniano vive un momento de angustia, que se intensifica por la falta de certeza en el ritmo al que seguirá llegando el dinero y las armas de Estados Unidos y por un gran debate nacional sobre cuántos hombres reclutar para mantener las opciones de victoria abiertas. Y todo mientras se filtra reiteradamente a la prensa occidental la posible destitución del militar que comanda al ejército, Valerii Zaluzhnyi.

El punto más caliente está en el norte, en la ciudad de Advika. Batallas campales donde Rusia avanza pero a costa de perder centenares de vehículos y soldados. Es una urbe estratégica porque es la puerta de entrada a la cercana Donetsk, en la región oriental del Donbás que Rusia quiere controlar. “El Ejército ruso ha conseguido allí avances mínimos, casi anecdóticos, que se miden en metros”, explica a este diario Guillermo Pulido, analista de estrategia militar y autor en Revista Ejércitos. “El nivel de atrición [debilitamiento por desgaste del enemigo], de combates y de pérdida de material es muy elevado. La guerra está en una fase aún de alta intensidad, pero con pocos cambios sobre el terreno. Se habla de la posibilidad de que los rusos lancen próximamente un esfuerzo ofensivo importante en el norte”. 

Objetivo Járkov

Cuando Ucrania anunció el pasado verano su contraofensiva para tratar de recuperar los territorios ocupados por Rusia, hubo una gran expectación. Se esperaba algo parecido a la ofensiva que, en septiembre de 2022, consiguió expulsar al invasor de amplias áreas ocupadas y alejar a la artillería rusa de la gran ciudad de Járkov, la segunda del país, que estaba sometida a un auténtico calvario de bombardeos. Se avanzó con fuerza también en el sur del país, entre Zaporiyia y Mykolaiv. 

La contraofensiva de 2023 no ha obtenido los mismos resultados. Rusia ha tenido tiempo para atrincherarse. Siete meses después, poco parece haber cambiado en la línea del frente. Ucrania solo ha recuperado este año cerca de 150 kilómetros cuadrados. Rusia tiene ocupados cerca de 100.000 kilómetros cuadrados.

El Ejército de Vladímir Putin mantiene la supremacía de artillería, que se estima de entre tres a uno y cinco a uno, dependiendo de las fuentes. La Unión Europea sólo ha entregado un tercio del millón de rondas de munición de 155 mm prometida. Estados Unidos sigue enviando, pero el ritmo se ha visto afectado por los bloqueos presupuestarios en Washington.

Mientras, Rusia ha encontrado un nuevo e inesperado proveedor: Corea del Norte. Su munición es bastante defectuosa, pero abundante, y envía también misiles de corto alcance que pueden llegar a hacer mucho daño.

Moscú ha castigado con una intensa campaña de bombardeos con drones o misiles a distintas ciudades ucranianas. Su objetivo es hacer que se gasten los cohetes de las defensas antiaéreas, “desangrarlas”. “Eso está permitiendo a Rusia operar con más libertad de acción aérea que el año anterior”, opina Pulido.

Es en el mar donde las fuerzas de Volodímir Zelenski parecen haber hecho avances significativos. Han castigado con drones kamikazes y misiles reacondicionados los buques rusos y han logrado mermar su capacidad operativa en el mar Negro.

Año de oportunidades perdidas

“2023 ha sido en general un año de oportunidades perdidas para Ucrania”, asegura Michael Kofman al medio War on The Rocks. Para el analista de defensa del Carnegie Endowment estadounidense, especializado en los ejércitos ruso y ucraniano, Moscú parece haber tomado la iniciativa. 

Kofman pone el foco en la cantidad de soldados disponibles, una de las claves bélicas este año. Rusia mantiene un flujo constante de hombres hacia la “picadora de carne” del frente, y ha conseguido reemplazar las fuerzas que perdieron el año pasado. 

Ucrania sigue tratando de definir su estrategia de reclutamiento, y hay un intenso debate nacional. La última propuesta del Gobierno de Kiev es llamar a filas a entre 450.000 y 500.000 soldados. Hasta ahora había tratado de evitar el reclutamiento en masa de los más jóvenes. “Tienen el doble de hombres de cuarenta que de veinte, y no quieren perder a los que serán su futuro”, apunta Kofman. Ahora se lo replantean. Pero para saber si van a movilizar a más gente, necesitan saber cuánto armamento les va a entregar Occidente este año. 

¿Cómo romper el estancamiento?

Hay una carrera para ver quién reconstituye antes sus fuerzas, y ahí puede estar una de las claves de este 2024 en el conflicto. Quien la gane, podría entrar en 2025 con una ventaja significativa difícil de recuperar para el otro bando. Por eso Rusia está atacando con insistencia la industria de Defensa ucraniana. Quiere descomponerla.

Kiev, mientras, depende de cómo gestione su arsenal y, sobre todo, de quién gane en Estados Unidos. Si revalida su victoria Joe Biden, es de esperar que sostenga el esfuerzo de guerra con su aliado. Si gana Donald Trump, antes cercano a Putin y más aislacionista, puede cerrar el grifo y decantar la victoria del lado del invasor. Rusia sólo depende de sí misma y de su capacidad industrial y de movilización. La buena noticia es que la UE ha conseguido desbloquear los 50.000 millones de ayuda que tenía paralizados el húngaro Víktor Orbán.

Esta es una guerra de desgaste en la que predominan los aspectos defensivos. Cada bando está intentando aguantar o realizar avances tácticos mientras intenta encontrar el momento en el que el otro bando se queda sin flujo de suministros o soldados suficientes. Y, entonces, lanzar un gran ataque de ruptura para ganar la guerra. El otro escenario es una guerra congelada, en la que Rusia se mantenga bajo las líneas de atrincheramiento que ha ido levantando concienzudamente en los territorios robados a Ucrania.