GUERRA EN UCRANIA

Rusia multiplica trabas y presiones para acabar con los conciertos de opositores en el extranjero

Yevgueni Irzhanski abandonó Rusia junto a su esposa Elizabeta, ciudadana rusa de raices africanas y piel oscura, incluso antes de que comenzara la contienda, en el 2020 y sin causas judiciales pendientes

Yevgueni Irzhanski y su esposa Elizabeta.

Yevgueni Irzhanski y su esposa Elizabeta.

Marc Marginedas

Más allá de sus críticas hacia la

 invasión de Ucrania y la falta de democracia en su país, Yevgueni Irzhanski no es ningún destacado activista o investigador del Fondo contra la Corrupción, la oenegé de Aleksei Navalni, ni tampoco milita en ningún partido como Yábloko, instalado en la oposición frontal al

Kremlin

. Abandonó Rusia junto a su esposa Elizabeta, ciudadana rusa de raices africanas y piel oscura, incluso antes de que comenzara la contienda, en el 2020 y sin causas judiciales pendientes. Tras pasar dos años y medio en España, se instaló en Serbia, un país eslavo más allá de la fronteras de la

UE

, con lazos culturales con Rusia, y donde el Kremlin aún ejerce una gran influencia política.

En junio, Yevgueni vió renovado sin problemas su permiso de residencia. Pero todo cambió dos meses más tarde, cuando recibió una notificación oficial en la que se le informaba de la cancelación de sus documentos serbios y se le concedía un plazo de una semana para que dejara el país, calificándole, sin más explicaciones, de "amenaza para la seguridad del Estado". ¿Qué ha sucedido para que el Gobierno que le acogía sin problemas hasta principios del verano cambiara de opinión de la noche a la mañana, transformándole en enemigo nacional?

"No puedo estar seguro al 100%, pero creo que la razón es que organizo conciertos" para la diáspora rusa, afirma el propio Yevgueni desde Belgrado a través de Zoom. Junto con otros socios, invita a grupos musicales rusos que han huido del país y "han expresado su disconformidad" con la invasión, o a oradores del mundo de la cultura rusa de sensibilidad política opositora, continúa.

Desde diciembre, asegura haber traído a una quincena de artistas o personalidades, gentes muy célebres en Rusia como Kasta, un grupo de rap de Rostov del Don, el presentador y periodista Leónid Parfiónov, o incluso el aclamado Víktor Shenderovich, guionista y autor de Kukly, un programa de sátira política similar a las marionetas del guiñol, detestado por

 Vladímir Putin 

y una de las primeras emisiones canceladas tras su llegada a la presidencia en el año 2000. "Teníamos la sala casi llena, fue una velada maravillosa, y me encantó conocerle", se congratula Yevgueni, con una amplia sonrisa de satisfacción en la boca.

Sangría poblacional

Tras el inicio de la guerra, Rusia ha sufrido una auténtica sangría poblacional, particularmente entre las generaciones jóvenes y mejor educadas. Se calcula que alrededor de un millón de personas han huido y se han instalado en otro país, contemplando solo el regreso si se produce un cambio político en Moscú. Se trata de un éxodo que ha sido comparado por diarios como The Washington Post al que se produjo en el país tras el triunfo de la revolución bolchevique en 1917.

Estos artistas opositores, que viajan constantemente de Tel Aviv a Estambul, pasando por Belgrado, actuando para rusos exiliados, no solo difunden un mensaje pacifista que no tiene cabida en la Rusia actual, sino que también generan un sentimiento de comunidad en el exilio, recolectando fondos para los refugiados rusos y dando además a entender que algún día, el regreso sí podría ser posible. "Nadie sabe cuánto va a durar esta fiebre de conciertos, pero creo que va a durar", afirma desde Boston Olga Partan, profesora asociada de Estudios Rusos en el College of the Holy Cross.

Mientras tanto, para Yevgueni y su esposa Elizabeta, la situación empieza a adquirir tintes dramáticos. "Si rechazan las apelaciones presentadas, me trasladarán a un campo de refugiados de los que hay en los alrededores de Belgrado", asegura. El regreso a Rusia, un país donde solo mencionar la palabra guerra constituye un delito, no es una opción, y cree que probablemente acabaría "en la cárcel" debido a sus actividades.

Además, con el auge del nacionalismo, el origen africano de su esposa podría crearle problemas. "En San Petersburgo mataron recientemente a un estudiante africano", recuerda. Una opción sería viajar a España, donde asegura tener amigos y posibilidades gracias a su anterior estancia en Málaga, pero la residencia le caducó y carece de visado Schengen. Por esta razón, aprovecha la entrevista para pedir ayuda a cualquiera que pueda ofrecérsela.