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El Real Madrid ya puede centrarse solo en la Champions... pero el Bayern también

La victoria en el clásico permite al conjunto blanco concentrar sus esfuerzos en las semifinales de Champions, ante un rival que carece también de objetivos en la Bundesliga

Los jugadores del Real Madrid celebran la victoria en el clásico ante el Barça.

Los jugadores del Real Madrid celebran la victoria en el clásico ante el Barça. / Associated Press/LaPresse

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Pasó muy desapercibido, en las horas posteriores al clásico del domingo, un encadenado de frases que pronunció Carlo Ancelotti, casi al final de su rueda de prensa en el Bernabéu: "Que el Barça merecía ganar, habría que verlo. Honestamente, quizá el empate habría sido lo más justo. Para nosotros el empate no era un mal resultado". No llama tanto la atención que Carletto reconociera, de aquella manera, que la victoria del Real Madrid podría haber sido injusta, como que reconociera que una igualada frente el Barça le hubiese dejado satisfecho.

Porque el clásico es de ese tipo de partidos en los que no se sestea, en los que solo vale ganar al eterno rival. Más aún si, como era el caso, actúas como local, en tu estadio, ante tu público. Pero Ancelotti asegura que el empate no habría sido malo. Y eso da sin duda la medida de en qué punto están cada uno de los dos equipos, de dónde viene y a dónde van.

Venía el Real Madrid de un estimulante subidón de adrenalina, tras eliminar al Manchester City en los penaltis el miércoles, y también desgastado por los 120 minutos de exigencia física y mental de ese encuentro. El Barça, en cambio, llegaba al Bernabéu derrotado por la impotencia de verse incapaz de resistir con 10 jugadores las ansias de remontada de Mbappé y compañía. E influía, y de qué manera, el desequilibrio clasificatorio de ambos en LaLiga, con el Madrid defendiendo ocho puntos de ventaja que ya son 11, lo que le coloca la pasarela de plata hacia su 34º título.

La comedida celebración de Ancelotti

Por todo ello, el empate "no era un mal resultado" para un Ancelotti que apenas celebró el gol de Bellingham apretando su puño y dándose media vuelta hacia el banquillo, como si aquello fuera el tercer gol de un 3-0 y no de un 3-2. El reparto de puntos habría dejado las cosas como estaban, con el Madrid con ocho puntos más que el Barça con apenas 18 por repartirse. Con los blancos, en definitiva, como virtuales ganadores del campeonato salvo que mediase una hecatombe sin precedentes.

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Pero resulta que, con merecimiento o sin él, qué más da, el Real Madrid ganó in extremis el partido, sumó los tres puntos y amplió su brecha hasta los 11. Los blancos, que han perdido un encuentro de los 32 que han jugado, deberían caer derrotados tres veces en los seis duelos que les restan para que el Barça tuviera alguna opción de ganar el título. Ni el más atrevido de los aficionados culés se atrevería a apostar por ello.

El Real Madrid, en definitiva, se planta en el tramo final de abril con un solo objetivo entre ceja y ceja: la Champions. Los partidos ligueros contra Real Sociedad (este viernes), Cádiz, Granada, Alavés, Villarreal y Betis pasan a ser absolutamente secundarios. Tiene de hecho más enjundia que los blancos vayan a ser jueces, sin desearlo, de la pelea por Europa y por la permanencia, que por sus propios resultados.

Ancelotti prepara rotaciones

Ancelotti tiene previsto utilizar esos partidos para economizar los minutos de sus futbolistas más exigidos y para dar carrete a quienes menos han participado. En esa línea, el domingo anticipó que Arda Güler "tendrá los minutos que quiere en los próximos partidos", como también les puede suceder a los Fran García, Dani Ceballos o Joselu, que ha ido perdiendo peso durante la primavera.

Real Madrid - Celta

Arda Güler y Joselu. / Chema Moya

En otras circunstancias, tener el trabajo en LaLiga resuelto sería una clara ventaja para el Madrid. En cierta manera, así ocurrió en los cuartos de final de la Champions, disputados frente a un Manchester City inmerso en una apasionante pelea a tres con el Arsenal y el Liverpool por ganar la Premier League. Sin embargo, su rival en semifinales, el Bayern de Múnich, se encuentra en una situación similar.

Bueno, lo de similar es un decir, puesto que los bávaros no van a ganar la Bundesliga, ya matemáticamente en las vitrinas del Bayer Leverkusen de Xabi Alonso, pero carecen casi de alicientes en la competición doméstica. Segundos, tienen al Stuttgart a tres puntos por detrás, pero gozan de un margen de nueve para atar su participación en la próxima Champions, a falta de cuatro jornadas y 12 puntos por jugarse.

Uno con el título en el bolsillo y otro sin él por primera vez en más de una década (sumaba 11 Bundesligas consecutivas hasta este curso), pero ambos tienen un solo objetivo a partir de ahora. Así se explica que un empate en liga no sea un mal resultado. Ni siquiera en un clásico.