A LOS 86 AÑOS

Muere Franco Martínez, el hombre por el que el franquismo obligó a que los árbitros se citen por sus dos apellidos

Los partidos dirigidos por el murciano Ángel Franco Martínez, fallecido este sábado, se convirtieron en un espacio de reivindicación contra el régimen

Se prohibió a los medios usar un apellido para los trencillas y a Franco dirigir partidos como la final de la Copa del Generalísimo

Los árbitros que han trabajado en clubes de LaLiga: de Megía Dávila en el Madrid a Mejuto González en el Getafe

Franco Martínez enseña una tarjeta en un Espanyol - FC Barcelona de la temporada 1992/1993.

Franco Martínez enseña una tarjeta en un Espanyol - FC Barcelona de la temporada 1992/1993. / ARCHIVO / EPE

Denís Iglesias

Denís Iglesias

La Real Federación Española de Fútbol ha anunciado este sábado el fallecimiento del exárbitro Ángel Franco Martínez a los 86 años. En una breve nota, el ente federativo ha comunicado la muerte de quien fue colegiado internacional entre 1969 y 1986, dirigiendo dos partidos del Mundial de Argentina 1978. También fue vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros hasta 2018, al igual que José María Enríquez Negreira.

Pero Franco Martínez era, además y muy a su pesar, historia del arbitraje español por su nombre. Para ser árbitro hay que tener una combinación de apellidos singular. Por lo menos en un alto porcentaje parece un requisito. Undiano Mallenco, Mateu Lahoz, Teixeira Vitienes, Iturralde González, Brito Arceo, Urizar Azpitarte, Mejuto González... Pero este colectivo tiene otra singularidad onomástica y es que a los árbitros siempre se conoce por los dos apellidos. Esto tiene una razón histórica y un nombre propio: el de Ángel Franco Martínez (Murcia, 1938).

Después de tres temporadas en Segunda, le llegó la oportunidad de debutar en Primera División y hacerse un hueco en lo más alto del panorama nacional. Corría el año 1969 cuando Ángel Franco se estrenó en la máxima categoría. Su puesta de largo fue en un Pontevedra - Granada. Desde el pitido inicial se intuyó que su apellido iba a ser un problema.

Prohibido pitar la Copa del Generalísimo

El público de la época se tomaba en serio lo de desahogarse en los partidos y usar los estadios para sacar a relucir lo que la falta de libertad de expresión impedía. En Pasarón empezó a escucharse desde la grada "Franco, fuera" o "Franco, qué malo eres", una crítica polisémica que estaba dirigida, según el emisor, al árbitro o al dictador. La ambigüedad fue aprovechada también por ciertos medios de comunicación, que colaban mensajes como "Franco lo hizo mal", "Franco estuvo pésimo" o "Pobre actuación de Franco".

Ángel Franco Martínez, durante un partido de la liga española.

Ángel Franco Martínez, durante un partido de la liga española. / ARCHIVO / EPE

Lejos de ser una anécdota de una jornada, la mera presencia de Franco en los estadios se convirtió en una excusa perfecta para criticar al régimen. Las autoridades decidieron tomar cartas en el asunto y obligaron a la prensa a tratar a los colegiados por sus dos apellidos, evitando así que cada actuación del juez murciano se convirtiera en una manifestación de oposición. Franco comenzó a ser conocido como Franco Martínez. La medida se hizo extensible al resto de sus compañeros y continúa hasta la actualidad.

Con todo, el problema no desapareció. Eran tiempos convulsos de agitación social que obligaron a tomar medidas de mayor peso. Así, por ejemplo, Ángel Franco Martínez tenía prohibido dirigir partidos simbólicos como la Copa del Generalísimo, la predecesora de la Copa del Rey. Eran encuentros a los que acudía personalmente el dictador, por lo que era impensable para el régimen correr ese riesgo. La situación de bloqueo fue tal que Franco Martínez, pese a su veteranía y buen hacer, no arbitró finales hasta la transición.

El murciano fue el encargado de pitar la Copa del Rey de 1978. También se encargaría de esta labor en 1980 y 1984. Años después de retirarse, el protagonista de la historia que cambió el arbitraje afirmaba en una entrevista con el diario 'Hoy' que era "imposible" para él dirigir ese tipo de encuentros: "No podía ser por los cánticos que me iba a dedicar la grada: 'Franco, hijo de puta', 'Franco, cabrón'... También iban a llegar hasta el jefe del Estado".

"Primero mataremos a este Franco y luego al de Madrid"

Pero todavía hay más episodios convulsos relacionados con la figura de este colegiado. En 1970, cuando se hace efectiva la nueva denominación de los árbitros, se inició el Proceso de Burgos. Un juicio sumarísimo que se inició el 3 de diciembre contra dieciséis miembros de ETA, acusados de asesinar a tres personas.

Las movilizaciones populares y la presión internacional lograron que las condenas a muerte impuestas a seis de los encausados no se ejecutasen, siendo conmutadas por penas de reclusión. El 9 de diciembre terminó la vista y la jurisdicción se tomó 18 días para deliberar antes de dictar sentencia. Dio la casualidad de que el domingo 13 se celebró en el Estadio de Atocha un derbi vasco entre la Real Sociedad y el Athletic que, en ese contexto, fue un gran acto reivindicativo.

Inicialmente, Ángel Franco iba a dirigir ese partido. Sin embargo, días antes del encuentro, fue convocado a una reunión "urgente y de máxima discreción" en el piso del canónigo de la Catedral de Murcia, donde residía. Además del cura, en esa junta estuvo presente Tomás Garicano Goñi, ministro de la Gobernación. Ambos le pidieron al colegiado que se borrase del partido simulando una lesión. A oídos del régimen había llegado que Franco estaba en el punto de mira de los terroristas.

Ángel Franco Martínez, durante un partido.

Ángel Franco Martínez, durante un partido. / ARCHIVO / EPE

"Primero mataremos a este Franco y luego al de Madrid", era la consigna difundida. El colegiado pensó que aquella asamblea improvisada iba a ser una encerrona o un intento de soborno, por lo que acudió acompañado de Manolo Cerezuela, presidente del colegio murciano de árbitros. Sin embargo, las partes le convencieron de que con aquella decisión que, según ellos, salvaría su vida.

Y así fingió una dolencia que llevó a la RFEF a sustituirle oficialmente por el sevillano Leonardo Soto Montesinos. Una de tantas historias en la vida de un colegiado, todavía vivo a sus 84 años, que dirigió más de 300 partidos, también en competiciones internacionales como la Copa de Europa, Copa de la UEFA, Recopa, el Mundial sub-20 1977 y fue el representante español en el Mundial de Argentina 1978. Pero acabó pasando a la historia por haber cambiado la forma en la que se conocen los árbitros. Una medida censora que se mantiene en la tradición futbolística española. Y que seguirá después de la muerte de Franco Martínez este sábado.