MÚSICA

El día que el rock cogió el vuelo de la muerte

Han pasado 65 años la tragedia que acabó con la vida de Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper, pero cada 3 de febrero miles de fans homenajean a las jóvenes estrellas pinchando 'American Pie'

Restos de la avioneta en la que viajaban Holly, Richardson y Valens.

Restos de la avioneta en la que viajaban Holly, Richardson y Valens.

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

El 3 de de febrero de 1959, la pequeña avioneta en la que viajaban la estrella del rock and roll Buddy Holly, el cantante Ritchie Valens, que acababa de vender un millón de discos con La bamba, y el artista The Big Bopper se estrelló a los pocos minutos de despegar del aeropuerto de Mason City, en Iowa (Estados Unidos). Aquel golpe trágico que vivió el rock and roll es conocido como El día que murió la música.

Han pasado 65 años de aquella tragedia, pero cada 3 de febrero miles de fans y un sinfín de emisoras de radio, no sólo de Estados Unidos, homenajean a las jóvenes estrellas del rock and roll que perecieron en aquel accidente pinchando American Pie, la célebre canción que compuso en en 1971 Don McLean recordando el suceso. En la letra de ese tema se incluía la frase “El día que murió la música” (The day that music died) y con ella es como se conoce desde entonces aquella tragedia.

Los de finales de los 50 eran años en los que aquel emergente género musical sacudía las conciencias y las caderas de los jóvenes norteamericanos. Lo hacía aún con algo de candidez e inocencia. Y de ello se aprovechaban los sedientos productores musicales, dispuestos a exprimir el talento de todos cuantos despuntasen con aquella música que enloquecía a adolescentes y jóvenes.

El sonido se estaba construyendo, el camino se descubría paso a paso, pero Buddy Holly ya había dado muestras, pese a su juventud, de tener ese espíritu de guía innovador en muchos aspectos. A él se le atribuye ser el primero que puso sobre el escenario la formación de dos guitarras, un bajo y una batería para acompañar al cantante. En 1958, con 21 años, Charles Hardin Holley era conocido como Buddy Holly, tras perder su apellido una “e” accidentalmente en la firma del contrato. Su carrera apenas duró un año y medio, pero su legado en modo de influencia se halla presente en la música de los Beatles, de los Rolling Stones, en Bob Dylan y en otros grandes artistas que siempre han reconocido el impacto que tuvo sobre ellos el malogrado rockero de Texas.

En 1959, con varios discos y un buen puñado de éxitos en su haber, como That'll Be The Day y Peggy Sue, y casado ya con la puertorriqueña María Elena Santiago, a la que pidió matrimonio a las cinco horas de conocerla, Buddy Holly era la estrella principal de una gira denominada Winter Dance Party, que tenía previsto recorrer 24 ciudades. Holly viajaba con su banda formada por el vocalista Frank Sardo, el bajo Waylon Jennings, Carl Bunch a la batería y Tommy Allsup a la guitarra. Al tour se sumaron otros músicos como Ritchie Valens, J. P. Richardson -conocido como The Big Bopper- y Dion Mucci.

Valens, nacido en Pacoima, al sur de Los Ángeles, era de origen mexicano y se llamaba en realidad Richard Steve Valenzuela. A sus 17 años era ya una figura admirada por la comunidad mexicana tras vender un millón de discos de su éxito La Bamba, creada a partir de la adaptación de una canción tradicional de México. El tercero de los nombres más reconocidos de aquella gira era el de Jiles Perry Richardson (J. P. Richardson), que se hacía llamar The Big Bopper. Richardson era un músico y disc jockey de radio texano de 28 años que había firmado un par de éxitos con canciones desenfadadas.

El primer concierto de la gira tuvo lugar en Milwaukee el 23 de enero de ese año. El éxito y los llenos de las actuaciones contrastaban con el desastre de la planificación de la gira, que exigía largos desplazamientos al no haberse preparado un calendario siguiendo un plan de actuaciones lineales en localidades cercanas. Algunas noches, nada más concluir sus actuaciones, los músicos debían viajar hasta 600 kilómetros para llegar a tiempo al siguiente concierto. Lo hacían en autobús, en pleno invierno, con temperaturas que llegaban a ser inferiores a los 30 grados bajo cero. La situación se agravó cuando la calefacción del autobús que los trasladaba se estropeó. Tuvieron que alquilar un bus escolar. Algunos de los músicos comenzaron a enfermar y el baterista Carl Bunch llegó a ser hospitalizado por el congelamiento de sus pies.

La gira añadió el 2 de febrero una cita que no estaba inicialmente prevista en la localidad de Clear Lake, en el estado de Iowa. Los productores del espectáculo vieron la posibilidad de hacer caja. Y no se equivocaron. La noche de aquel día mil enfervorecidos fans llenaron el recinto del Surf Ballroom donde la actuación duró hasta casi la medianoche. Tras el concierto, algunos de los artistas harían una excepción y desecharían el viaje en autobús para permitirse el lujo de desplazarse en avioneta hasta Fargo, en Dakota del Norte, ya que al día siguiente tocaban en la cercana Minnesota.

Pista 17 del Aeropuerto Municipal de Mason City

El “capricho” encargado por Buddy Holly respondía a la necesidad de descansar y poder dormir en un colchón, pero también para poder lavar las prendas con las que actuaban. El responsable del recinto donde actuaron se encargó de organizar el alquiler de una avioneta Beechcraft 35 Bonanza con capacidad para tres viajeros, aparte del piloto. Para ver quién acompañaría a Holly, Ritchie Valens y Tommy Allsup se jugaron una plaza a cara o cruz. La moneda quiso que Valens se ganase el pasaje. Y eso que el joven cantante californiano siempre había mostrado pánico a volar, quizá marcado por lo sucedido en su instituto año y medio antes. El 31 de enero de 1957, Valens no había acudido a clase por el fallecimiento de su abuelo. Ese día, un avión comercial y otro militar chocaron en el cielo y parte de los restos producidos por la colisión cayeron en el patio de aquel instituto provocando la muerte de tres estudiantes, entre los que se encontraba el mejor amigo de Valens.

La última de las plazas se la cedió Waylon Jennings a J. P. Richardson, que en ese momento padecía los efectos de una gripe. Siempre se ha afirmado que Holly vaciló a Jennings y le dijo: “Espero que tu viejo autobús se congele”. A lo que este respondió: “Bueno, y yo espero que tu vieja avioneta se estrelle”.

Buddy Holly and The Crickets, en una imagen promocional.

Buddy Holly and The Crickets, en una imagen promocional. / ARCHIVO

A las 00: 55 horas del 3 de febrero, la avioneta de la compañía Dwyer Flying Service, a los mandos de un joven piloto de 21 años llamado Roger Peterson, despegó de la pista 17 del Aeropuerto Municipal de Mason City. Lo hizo con unas condiciones meteorológicas adversas. Nevaba, aunque no con demasiada intensidad, y la visibilidad era reducida. Al parecer, el informe de las condiciones del vuelo no le había llegado al piloto con los datos necesarios. Cuando transcurrida una hora del despegue la torre de control trató de comunicarse con la avioneta no halló respuesta alguna. A las dos de la madrugada se activó la alarma y se informó de su desaparición.

A la mañana siguiente, el propietario de la aeronave voló en otra similar siguiendo la ruta prevista por el piloto Peterson y a las 9:35 divisó los restos de la avioneta que transportaba a los músicos. Había impactado, apenas a nueve kilómetros del aeropuerto de salida. Aquel fatídico vuelo sólo había durado unos minutos. El sheriff Bill McGill se desplazó en coche al lugar, un campo de maíz. La avioneta al impactar había derrapado unos 150 metros hasta dar con una valla. Por la magnitud del choque y el estado en que quedó la aeronave, se calculó que había caído en picado y se había estrellado contra el suelo a una velocidad de unos 270 kilómetros por hora. El cuerpo del piloto había quedado atrapado entre el amasijo de hierros. Los de Buddy Holly y Ritchie Valens habían salido disparados y se hallaron a unos metros de la avioneta. Más lejos, sobre un campo de maíz colindante reposaba el cuerpo de J. B. Hooper. La muerte de los cuatro había sido instantánea.

'Winter Dance Party' siguió adelante

Pese a la magnitud de la tragedia, la Winter Dance Party siguió adelante alguna semana más. La esposa de Holly perdió el bebé que esperaba debido al trauma psicológico que sufrió al conocer la noticia. Y los promotores musicales y las casas discográficas siguieron a lo suyo sacando recopilatorios y toda clase de grabaciones con las voces de los músicos fallecidos, en una versión precoz del hoy famoso “Es el mercado, amigos”.

Cartel promocional de la 'Winter Dance Party'.

Cartel promocional de la 'Winter Dance Party'. / ARCHIVO

Las causas del accidente se debieron, según los informes oficiales, a la inexperiencia del piloto. Pese a acumular más de 700 horas de vuelo, se concluyó que el joven Peterson carecía de la habilidad para manejar los instrumentos necesarios cuando las condiciones visuales eran limitadas.

Holly y Richardson fueron enterrados en Texas, Valens en California y el piloto en Iowa. A las afueras del recinto de Surf Ballroom, el último donde actuaron, y en las cercanías donde tuvo lugar el accidente se erigieron monumentos en memoria de los fallecidos. Aquel vuelo maldito segó la vida de jóvenes promesas del rock and roll dejando, además de la tragedia, el interrogante irresoluble de hacia dónde se podría haber dirigido el género con el talento y el espíritu innovador de Buddy Holly o la jovialidad y promesa de Valens, en el que muchos veían a un nuevo Elvis.

La influencia y admiración de Holly en artistas como Eric Clapton, Bob Dylan o Mick Jagger ha sido reconocida por todos ellos, pero quizá la más marcada sea la que ejerció sobre los Beatles, quienes, según la versión más aceptada, escogieron su nombre inspirados por el grupo en el que tocaba Holly antes de lanzarse en solitario, que se llamaba The Crickets (Los Grillos). El cuarteto de Liverpool escogió la opción de The Beetles (Los escarabajos), pero Lenon sugirió cambiar una “e” por una “a” asociándolo así al movimiento beat. Los Beatles versionaron casi desde sus inicios canciones de Holly, y Paul McCartney adquirió los derechos del catálogo de canciones del malogrado músico estadounidense en 1976.

El músico Don McLean tenía 13 años y repartía periódicos cuando aquel 3 de febrero de 1959 leyó el titular que informaba del fatal desenlace de Buddy Holly, al que admiraba profundamente. 12 años después escribió la canción American Pie, considerada una joya cultural en Estados Unidos y una de las mejores canciones jamás escritas, y en ella recordó con su letra el impacto que le causó conocer la muerte de su héroe musical, sobresaliendo la frase The day that music died (El día que murió la música). Así se conoce desde entonces popularmente aquel vuelo trágico y maldito. Y, paradójicamente, American Pie mantiene vivo el recuerdo a aquellos jóvenes músicos que no pudieron completar su gira y seguir haciendo bailar a los jóvenes y abriendo nuevos caminos en la senda del rock and roll.

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