VOLUMEN Z

Revista 'Matador': crónica de una muerte anunciada

Después de casi tres décadas en las que no han faltado crisis económicas, cambios tecnológicos y la desaparición del papel como soporte informativo, el ambicioso proyecto editorial de La Fábrica llega a su fin, dejando a sus lectores y responsables con ganas de más

Portadas históricas de la revista 'Matador'.

Portadas históricas de la revista 'Matador'. / ARCHIVO

La aparición del volumen Z pone fin a Matador, uno de los proyectos editoriales españoles más ambiciosos, que tenía los días contados desde que apareciera su volumen A en 1995. "Cuando Alberto Anaut decidió hacer la revista y ponerle letras del abecedario estaba enfrentándose a algo muy grande. Una publicación que vaya numerada puede acabar en su número 13 o en el 33 y nadie se va a sorprender. Sin embargo, un abecedario es un alfa y omega que presupone un compromiso tanto personal como con los lectores que hay que cumplir. A lo largo de todo este tiempo ha habido momentos mejores y peores, pero hemos aguantado. De hecho, es una pena que Alberto falleciera sin poder ver la revista impresa. Llegó a verla en pdf, pero no en papel, lo que hace que la aparición de este último número sea aún más emotiva", explica César Martínez-Useros, director de la editorial La Fábrica y responsable de Matador.

"Aunque la revista es de La Fábrica, en realidad era un proyecto de Alberto. Él era el editor y quien elegía todos los contenidos. La última cosa que decidió fue la portada de la revista. La fotografía del volumen Z es de Luis de las Alas y muestra el puño de un pelotari vasco. Es una imagen que tiene mucha relación con la portada del volumen A, en la que aparece el puño del boxeador Jimmy Fox, que había sido elegida en su momento por Luis de las Alas. En cierta manera es una forma de cerrar el círculo", resalta Martínez-Useros.

Entre una portada y otra han pasado, nada menos, que 28 años. Un plazo de tiempo en el que cualquier otro proyecto semejante habría sufrido mil y una modificaciones provocadas por las modas, la coyuntura económica o las necesidades de producción. Algo que, sin embargo, no ha sucedido con Matador, cuyo concepto tanto gráfico como editorial estuvo siempre pensado a largo plazo.

Portada del último número de la revista 'Matador'.

Portada del último número de la revista 'Matador'. / ARCHIVO

"Los principios en los que se basa la revista a nivel físico estaban tan claros, que lo difícil era moverlos —reconoce César Martínez-Useros—. La elección de un formato tan grande respondía a la necesidad de mostrar fotografías. Alberto opinaba que la mejor manera de ver fotografía era en los libros y, gracias a este formato, las imágenes a doble página son casi tan grandes como las que se muestran en las exposiciones. Luego, las imágenes no se interrumpen con texto, los textos no se interrumpen con las imágenes y la cabecera de la revista va en una faja que se puede quitar para que no interfiera con la imagen de portada. Por eso, aunque cambien los temas, los autores, las fotografías e incluso las tipografías, pues se ha empleado una tipografía diferente para cada revista, la sensación es de que te estás enfrentando siempre a la misma publicación".

Revolución cultural

En pleno siglo XXI, tras superar una crisis económica devastadora y una revolución tecnológica que se ha llevado por delante al periodismo tal y como se conocía en el siglo XX, resulta difícil hacerse una idea de la revolución que supuso la aparición de Matador. Además de los contenidos propios de una revista, la publicación proponía una forma de ver la vida en la que tenían un papel muy destacado la gastronomía y el arte, para lo cual se acompañaba de un vino, cuya etiqueta estaba hecha por un artista que también publicaba un cuaderno realizado expresamente para la ocasión.

"Cuando salió Matador había un boom de revistas, pero, a diferencia de estas, la nuestra no respondía a la actualidad y las tendencias. Matador era un producto para coleccionar, que huía de lo efímero y que, por formato, había que leer sobre una mesa, lo que exigía una mayor concentración. Además, no era esclava de la publicidad sino que la publicidad se adaptaba a ella. Tanto es así que, si bien no duró mucho, en los primeros números los anunciantes hacían una publicidad específica para la revista, algo que se ha repetido en este último número. A todo esto se sumaba que la revista lanzaba un vino cuando en España la cultura del vino no era como la actual y se presentaba en una fiesta a la que solo podían acceder los suscriptores. La primera fue en las torres Kio cuando todavía estaban en construcción, con la gente subiendo en el ascensor de obra a plantas en las que ni siquiera había muros. En otra ocasión se colocó dentro del WiZink Center", explica Martínez-Useros, que cita también una de las últimas iniciativas relacionadas con la publicación: el Club Matador. "Se fundó después de la crisis y supuso un empuje para la revista porque todos los socios, por el mero hecho de serlo, pasan a ser suscriptores de Matador".

Viejos y nuevos retos

El arte, el Mediterráneo, el caos, los sueños, el miedo, la utopía, Barcelona, lo clásico… Cada número de Matador ha estado dedicado a un tema, el último de ellos, los europeos. "Lo más complicado era elegir el tema. Lo hacía Alberto y, cuando revisas la colección completa, puedes ver cuáles han sido sus gustos y sus inquietudes a lo largo de este tiempo. Aunque no me llegó a contar el porqué, creo que eligió los europeos porque sabía que era el último número, no solo del proyecto sino también para él. Europa, para toda una generación, es un concepto que, en el mundo actual, aporta calma y salud mental y creo que para él también representaba la paz con la que quería despedirse", reflexiona César Martínez-Useros, que destaca cómo Matador permite también ver la evolución la sociedad española y el cambio de sensibilidad en relación a determinados temas.

"Hay un par de números que ahora mismo no se podrían publicar. Especialmente aquellos relacionados con la visión que se tenía sobre la mujer. No es que lo que se muestra en ellos sea malo, sino que es simplemente anacrónico y, si lo leyésemos ahora, nos llevaríamos las manos a la cabeza. Recientemente estuve pensando en este tema y me di cuenta de que, el anterior número, el de la Y, estuvo dedicado a las mujeres. Todos los materiales eran trabajos fotográficos, artísticos y periodísticos escritos por creadoras. Teniendo en cuenta que Alberto era cualquier cosa menos complaciente con las tendencias, comprendí que no lo hizo porque tocaba hacerlo, sino porque era consciente de cómo se había abordado el tema en el pasado. En cierta manera quería que la revista rectificara o, por lo menos, demostrase que la sociedad había cambiado y Matador con ella".

Más allá de la necesidad de ser una publicación acorde a las sensibilidades del momento, uno de los principales retos a los que se ha enfrentado Matador ha sido el de incorporar nuevos lectores sin perder aquellos que son fieles a la revista desde su primer número, un público que comenzó a comprarla cuando tenía 30 o 40 años y que ya ha superado los 60. "El reto generacional ha sido el más complicado de todos. En los últimos tiempos, ha habido una vuelta al formato papel, no al papel diario, pero sí al que llega una vez al mes o al año, y eso nos ha beneficiado. Aún así, ha sido muy difícil llegar a ese público que no conocía la historia de la revista", comenta Martínez-Useros, que aprovecha la charla para dar una primicia: "Siempre dijimos que Matador se acabaría, pero al mismo tiempo, no queríamos dejar huérfanos a los miles de suscriptores que tenemos. Así que hemos decidido que Matador no desaparezca. Con Alberto hablamos mucho sobre qué hacíamos después y, aunque el proyecto original se acaba porque iba de la A a la Z, estamos trabajando en una nueva propuesta que, si bien no será exactamente Matador, mantendrá su concepto, enfocándolo a esa nueva generación".