MÚSICA

El último concierto con Pink Floyd de Syd Barrett, “el diamante loco”

El 20 de enero de 1968, el más imaginativo y rebelde de los miembros originales de la banda de Cambridge se subió por última vez al escenario con sus compañeros. Una complicada relación con las drogas y ciertos signos de enfermedad mental llevaron al grupo a prescindir de él

Syd Barrett, en una foto de archivo.

Syd Barrett, en una foto de archivo.

Juanjo Talavante

Juanjo Talavante

El 26 de enero de 1968, todos los miembros de Pink Floyd a excepción de Syd Barrett, incluido el recién llegado David Gilmour, se dirigen en un vehículo a la Universidad de Southampton para dar un concierto. Alguien pregunta: “¿Qué hacemos, pasamos a recoger a Syd?”. Durante unos instantes el silencio denota las dudas de todos y la situación límite a la que han llegado respecto al concurso, cada vez más errático, del fundador del grupo. Después, uno de ellos, no se sabe muy bien quién, responde: “No nos molestemos”. Y aquel día Pink Floyd actuó ya para siempre sin la persona que había sido pieza fundamental en su creación y en su innovador sonido.

Syd, que se llamaba en realidad Roger Keith, fue el gran inspirador inicial de Pink Floyd. Su talento y genio creativo resultaron fundamentales en la concepción de su primer álbum, The Piper at the Gates of Dawn. Aquel sonido vino a remover unos cuantos cimientos en la cultura musical de la época. Barrett guió a la banda alumbrando un recorrido por la psicodelia. Fue un pionero, un alma rebelde, pero también alguien que buscó en las drogas una experimentación que acabó pasándole una enorme factura.

Su abuso en el consumo de LSD le garantizaba habitualmente viajes ‘espaciales’, ‘galácticos’ y devaneos por planos mentales intransitables en condiciones de normalidad. Pero, a la vez, fue deteriorando alarmantemente su estado psicológico. Eso provocaba en muchas ocasiones que sobre el escenario su comportamiento resultase errático. En unas ocasiones podía lanzar la guitarra por los aires desentendiéndose de ella; en otras era capaz de mantener, impertérrito, un mismo acorde durante un tiempo demasiado prolongado, dando al traste con la actuación. Sus compañeros de formación empezaban a preocuparse, y buscaron en un amigo del propio Barrett en sus tiempos en la escuela, David Gilmour, una incorporación a Pink Floyd para dar más consistencia a las partes de guitarra.

La formación original de Pink Floyd, antes de que se incorporase Gilmour.

La formación original de Pink Floyd, antes de que se incorporase Gilmour. / ARCHIVO

El descomunal talento de Syd fue la clave del despegue del grupo. Él había elegido el nombre de la banda a partir de los de dos músicos de blues: Pink Anderson y Floyd Council. También él fue el encargado de teñir el estilo musical de la formación con un aire vanguardista que serviría de inspiración a un sinfín de grupos en el Reino Unido. El propio David Bowie siempre mostró su aprecio y admiración por Barrett. Bowie versionó en sus disco Pin Ups la canción See Emily Play, compuesta por Barrett para el disco debut de Pink Floyd.

El comportamiento de Syd en directo empezó a ir a peor. Desafinaba su guitarra intencionadamente y su voz comenzó a sonar inarticulada. Incluso había ocasiones en las que era incapaz de articular una sola palabra. Y la paciencia de Waters, Mason, Wright y el por entonces novato Gilmour pareció llegar a un límite.

El 20 de enero de 1968 Pink Floyd ofreció un concierto en el muelle de la ciudad de Hastings. Algunos de los asistentes a aquella actuación recuerdan aún la innovadora proyección de luces de colores que reposaban sobre sábanas blancas acompañando a modo de decoración aquel sonido psicodélico. Fue el quinto concierto del grupo como quinteto. Y fue también el último con Barrett. El comportamiento de Syd con la guitarra y su incomprensible actitud en el escenario los achacaban al consumo de LSD, pero también a un deterioro mental que era cada vez más preocupante. Por eso, apenas unos días más tarde, en aquel coche en el que todos menos Syd viajaban a Southampton, tomaron la decisión de excluirlo de futuras actuaciones. Por un lado se sentían mal, pero por otro no fueron capaces de encontrar una alternativa mejor. El ya desaparecido Richard Wright, teclista del grupo, que compartía piso en aquellos días con Barrett, confesó años después que fue “realmente vergonzoso” para él ocultarle a Syd las siguientes actuaciones del grupo.

Cartel del concierto en Hastings, el último con Barrett.

Cartel del concierto en Hastings, el último con Barrett. / ARCHIVO

Le ofrecieron entonces la posibilidad a Barrett de seguir componiendo canciones para la banda, pero dejándolo al margen las actuaciones en vivo. También le ‘dejaron’ participar en las sesiones de grabación del segundo álbum de Pink Floyd, A Saucerful of Secrets. En ellas, el comportamiento de Syd llegó a desesperar a Roger Waters, que acabó saliendo enfurruñado del estudio de Abbey Road harto de las excentricidades de su compañero. Este segundo disco incluía la canción Jugband Blues, compuesta por Syd, quien también aportó la guitarra en Remember a Day y en Set the Controls for the Heart of the Sun.

Para cuando el disco vio la luz en el Reino Unido, en julio de 1968, Pink Floyd ya había anunciado tres meses antes la salida del grupo de Barrett. Fue una decisión dolorosa para todos. También de incertidumbre. A partir de ese instante desconocían qué iba a pasar en la banda sin el hombre que la había creado, sin el músico de talento inabarcable al que había que reconocer como ‘padre’ del sonido Pink Floyd.

"Pink Floyd" en enero de 1968, en su fase como quinteto. De izda. a dcha.: Nick Mason, Syd Barrett, David Gilmour (agachado), Roger Waters y Richard Wright.

"Pink Floyd" en enero de 1968, en su fase como quinteto. De izda. a dcha.: Nick Mason, Syd Barrett, David Gilmour (agachado), Roger Waters y Richard Wright. / ARCHIVO

La salud mental de Barrett se fue agravando. Se publicó que padecía esquizofrenia y trastorno bipolar. Acabó retirado en casa de su madre en Cambridge. Tras su salida del grupo grabó dos discos en solitario. Gilmour llegó a producir el segundo de ellos. Lo hizo en parte por un sentimiento de culpa. Tanto él como el resto de la banda sentían que quizá no habían hecho todo cuanto estaba en sus manos por ayudarle. Si aún hoy los trastornos mentales estigmatizan a quienes los padecen, podemos tratar de imaginar cuál era el escenario para casos así hace seis décadas. Aquellos dos discos pasaron desapercibidos y el exmiembro de la banda cambió la música por la pintura.

Sin él, Pink Floyd varió su rumbo y con él su sonido. Grabó discos fundamentales en la historia del rock en los que figuran algunos temas inspirados y dedicados a la figura de Barrett, como Brain Damage o Wish You Were Here. También Shine on You Crazy Diamond. Durante la grabación de este último tema, Syd apareció por el estudio. Ninguno de sus compañeros lo reconoció. Estaba calvo, se había afeitado las cejas, había engordado y apenas le quedaban dientes. Se dice que los miembros de la banda acabaron llorando cuando al final supieron ante quién estaban.

La letra que escribió Roger Waters en Shine on You Crazy Diamond dice: “¿Recuerdas cuando eras joven? Brillabas como el Sol. Sigue brillando, diamante loco. Ahora hay una mirada en tus ojos. Como agujeros negros en el cielo. Sigue brillando, diamante loco”. La luz y el brillo de Syd Barrett se apagaron definitivamente el 7 de julio de 2006.