LITERATURA

El corro de la patata, trabalenguas o adivinanzas: vivimos con la poesía desde que nacemos

Antonio Rubio, maestro, poeta y escritor de cuentos, publica 'Puer poeticus', un análisis y recopilatorio de la poesía infantil popular con raíces en el folklore

"El cancionero infantil sirve para ejercitar la memoria, el canto, aprender a jugar, socializar... Son materiales transversales"

"El cancionero infantil sirve para ejercitar la memoria, el canto, aprender a jugar, socializar... Son materiales transversales" / Freepik

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"Somos seres poéticos". Con esta frase sintetiza Antonio Rubio (El Puente del Arzobispo, Toledo, 1953), poeta, escritor de literatura infantil y maestro jubilado, la relación entre la infancia y la poesía. En Puer poeticus (editorial Kalandraka), publicado recientemente, Rubio explica cómo se introduce la poesía desde casi el momento del nacimiento y las etapas de ese aprendizaje poético hasta aproximadamente los 10 años, cuando ya son lectores independientes. Lo hace recopilando el cancionero infantil, abarcando desde las nanas hasta los primeros romances infantiles, y con una clasificación tanto por edades como por recursos poéticos.

"Desde el primer momento de nuestra vida aparece la poesía", explica por teléfono Rubio refiriéndose a las nanas. "Lo hace para solucionar la primera carencia -el llanto del bebé- y desde ahí nos acompaña el resto de nuestra vida". Para aprender las partes del cuerpo, la relación con el mundo exterior, aprender a reacionarse con los demás, las destrezas lingüísticas, el primer romancero... Para él, todos los primeros aprendizajes se hacen de la mano de la poesía, algo que nos acompaña hasta el final de la vida misma. "Mi madre murió ya anciana de alzheimer", explica. "Era curioso verla, en su última etapa, cómo se le encandilaban los ojos cuando le recordábamos una vieja oración que aprendió de niña".

Para el autor, hay una pedagogía natural en ese cancionero infantil de raíz popular. Su investigación, dice, ha sido una constante en su trayectoria profesional de más de 40 años en la docencia. "Siempre está para ejercitar la memoria, el canto, la sociabilidad, entender el ritmo, la dramatización... Son unos materiales transversales". No sólo lo ha hecho para trabajar en el aula, también para su propia obra de poesía infantil.

Es difícil encontrar un centro de educación infantil en el que no tengan algún cuento firmado por Rubio. Su colección De la cuna a la luna, ilustrada por Óscar Villán y publicada también en Kalandraka, es una referencia -con 16 títulos publicados desde 2005-. Los cuentos contienen pequeños poemas con repeticiones, fuertemente apoyados en los dibujos, y que se pueden acompañar con una sencilla melodía.

Conocer el mundo

En Puer Poeticus recoge ejemplos de nanas tradicionales, algunas recogidas por poetas que miraron al folklore como Federico García Lorca o Gabriel Celaya, de las que analiza su estructura, sus rimas, su temática o su sentido. "Como material literario que son, es factible estudiar sus recursos", dice Rubio, que se considera heredero, de alguna manera, del trabajo de investigación de los poetas de la Generación del 27. "Alberti, Lorca, Machado... Todos ellos bebieron de la tradición oral, le dieron altavoz a esa poesía popular y una importancia inusitada al folklore".

Después de las nanas vendrán las canciones que sirven para conocer el cuerpo y el mundo. Los cinco lobitos que tiene la loba, las palmas, palmitas, canciones a la luna y al sol o los primeros conjuros, para que el caracol saque los cuernos al sol o para que llueva. "Lorca lo dijo: en las primeras edades, poesía es nombrar las cosas", cita Rubio en su libro. "Todo lo que sea cantado o rimado es muchísimo más sencillo de aprender", dice el autor, "al final es pura música, pura diversión".

El escritor Antonio Rubio en una presentación de sus libros de poesía infantil en una biblioteca.

El escritor Antonio Rubio en una presentación de sus libros de poesía infantil en una biblioteca. / CEDIDA

Jugar con las palabras

Muchos de los nuevos libros para primeros lectores se publican hoy con textos rimados porque, defienden los autores, las rimas facilitan la lectura y permite a las niñas y niños anticipar las palabras que vienen después. Después, cuando ya cuentan con una cierta soltura como lectores, podrán hacerse con títulos de poesía de autores actuales, como Mar Benegas o Begoña Oro, por citar dos, o antologías como Mis primeros poemas, de Alba editorial o Mi primer libro de poesía, coordinado por José Luis Ferris para la editorial Anaya. En ellos aparecen los poemas de autores que utlizaron los recursos del cancionero infantil popular, como Gloria Fuertes, José Agustín Goytisolo, Álvaro Yunque, Carmen Gil, Ángela Figuera Aymerich, los referidos poetas del 27...

Sin embargo, Rubio recuerda en Puer Poeticus que, antes de ser capaces de leer a los poetas, los niños, en su aprendizaje del lenguaje, querrán jugar con él. Él recopila algunos de esos juegos, como adivinanzas, trabalenguas, galimatías o refranes, y hace una clasificación de los recursos estílisticos que utilizan todos.

Un elemento importante, recuerda Rubio, es que este cancionero infantil está en permanente cambio. Muchos de los juegos a los que están ligadas se mantienen: los juegos de corro siguen siendo preferentes para los más pequeños -el corro de la patata, el patio de mi casa-, pero otras están unidas a juegos callejeros a los que los niños y niñas ya no juegan casi, como saltar a la comba o a piola. "Veo un cambio muy profundo y me entra cierta preocupación, hay quien me dice que este trabajo es en realidad arqueología pura", bromea Rubio. Después, recuerda que aunque algunas canciones caigan en desuso, otras nuevas se crean. "El aula sigue siendo un espacio de renovación del cancionero infantil", explica. "Se va adaptando a las necesidades: ahora, por ejemplo, hay canciones rimadas que acompañan a las niñas y niños cuando guardan los juguetes que han inventado las profesoras".

Otro problema para conservar el cancionero tradicional es el sexismo. En ese aprendizaje del mundo, algunas de las coplillas reservaban a las niñas las tareas del hogar o encontrar un príncipe azul. "No hay que tener miedo a revisarlo, al fin y al cabo, el cancionero de tradición oral es un organismo vivo", afirma Rubio. Aquella canción de corro en la que una niña no podía ir a jugar porque tenía que planchar, limpiar, barrer o cocinar, es hoy una niña que no puede hacer ninguna de esas tareas porque tiene que ir a bailar, en una reciente versión de la canción popular de Amaya y Rigoberta Bandini. ¿La conoce? "Me gustó muchísimo", admite Rubio.

¿Qué futuro tendrá entonces ese cancionero infantil? ¿Es esta recopilación un intento de dejarlo por escrito antes de que desaparezca? "Van a desaparecer fórmulas poéticas concretas, se modificarán los textos y unos aparecerán y otros caeran en el olvido", responde Rubio. "Pero lo que no va a desaparecer, porque está dentro de nosotros, son las estructuras: los estribillos, las enumeraciones, los encadenados... son la base de cualquier canto y están en todas partes".