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Maite Blasco, consejera de Aisge: "Es más difícil llevar bien el éxito que el fracaso, porque el éxito te puede marear, y el fracaso es parte de la vida"

Maite Blasco

Maite Blasco

Consejera de AISGE, entidad de gestión de derechos de propiedad intelectual de artistas e intérpretes, Maite Blasco ha trabajado con la plana mayor de directores de teatro y cine de este país. Primera actriz joven del Teatro Español y del María Guerrero, miembro de la Academia de Cine, tiene 85 años y es militante feminista. Está casada con el también actor José Manuel Cervino.

-En la presentación de su biografía, recientemente publicada por Gabriel Porras, el director general de AISGE dijo que habría que declararla patrimonio de la Humanidad. ¿Es usted como la catedral de Burgos?

No, para nada [ríe]. Me considero una persona muy sencilla, muy normal. Lo que pasa es que llevo en esto toda la vida. A los siete años mi madre me llevó a una academia de baile, y empecé solfeo y piano. Más tarde me matriculó en la Escuela de Arte Dramático. Debuté en teatro antes de cumplir los nueve años. Y en Televisión en el 58, cuando se hacía en directo.

-Su primer papel teatral fue de amiga de Antoñita la Fantástica. Querían una niña con desparpajo y con flequillo. Stanislavski lo hubiera considerado poco bagaje.

Si [ríe]. Querían que me pareciera a Graciela Reyes, la hija de Amparo Reyes, que hacía de Antoñita. Hice el papel porque otra niña se había puesto enferma, y como sabían que yo iba a la academia…

-¿Fue una niña prodigio, como Marisol o Joselito?

Qué va, qué va, esas cosas no las hice. Yo era muy tímida. Cantaba muy bien, había hecho solfeo con sobresaliente… Y fui a un colegio normal, aunque luego mis padres me llevaron a casa de un maestro, que después entendí que era de esos que no podían ejercer. Yo sabía que éramos distintos a mucha gente, pero en casa de eso no se hablaba.

-¿En qué notaba que eran distintos?

Porque mi padre era distinto, una persona muy libre, que a mí me dejaba jugar en la calle. Y me iba a comprar libros de segunda mano al Rastro, de Julio Verne y otros. He tenido una infancia muy sencilla, sin lujos, pero muy privilegiada, con mucho cariño.

-Llegó a TVE antes de cumplir 20 años. Y allí hizo prácticamente de todo, menos Barrio Sésamo. Le faltó hacer de Epi y Blas.

Empecé cuando se hacían muchos Estudio 1. Estaba en la Escuela de Arte Dramático, y me llevó a las pruebas una amiga, porque yo era muy vergonzosa. Íbamos todavía con calcetines. Éramos tan inocentonas que nos pidieron una foto y llevamos una de carnet.

Fernán Gómez era un fuera de serie. Una persona sencilla, interesantísima"

-¿Qué compañeros o compañeras recuerda más?

Cuando empecé a trabajar con Armiñán en Chicas en la ciudad estaban Alicia Hermida y Berta Riaza, compañeras estupendas. Fernán Gómez era un fuera de serie. Una persona sencilla, interesantísima, que me llamó para estar en su compañía, y luego para hacer dos películas. A Emilio Gutiérrez Caba le conocía cuando yo estaba trabajando con su hermana Irene. Para mí era Emilito. Era tan guapo… Y recuerdo a Rodero, que era muy divertido. Admiro mucho a los Bardem, como actores y como personas. A las Gutiérrez Caba, magníficas actrices. Aún conservo amistad con Paula Martel y Julieta Serrano.

-¿Y de los actores o actrices actuales?

Admiro a Carmen Machi y a Aitana [Sánchez-Gijón]. Y Emma Suárez, inteligente y con mucho sentimiento. Pepe Sacristán me gusta mucho, aunque es mayor. Es una fuerza de la Naturaleza.

-¿Han cambiado los actores?

Ha cambiado la forma de trabajar. A mí me llamaban para trabajar los directores. Ahora creo que en Televisión contratan los ejecutivos. Ahora en el teatro, salvo grandes estrellas, como José Sacristán o Nuria Espert, que pueden hacer trayectorias muy largas, hay gente muy buena, pero que no tiene recorrido. Las últimas cosas que yo he hecho estaban dos meses como máximo, y ya ni las llevan fuera, en la mayoría de los casos. Me parece que es un derroche muy grande de trabajo, de talento, de decorados, de escenarios.

Actuar es jugar a buscar y hacer personajes que no eres tú. Por eso los niños lo hacen siempre muy bien, porque lo hacen de verdad"

-¿Y eso que cita de que los actores tienen el síndrome de Peter Pan, que nunca llegan a ser adultos?

He conocido a gente muy mayor que eran como niños, en las bromas, en la manera de estar. Actuar es jugar a buscar y hacer personajes que no eres tú. Por eso los niños lo hacen siempre muy bien, porque lo hacen de verdad. Yo de pequeña jugaba con mi hermano a ser pirata, y lo pasábamos pipa. No teníamos casi juguetes. La imaginación es muy importante.

-¿Se ha encontrado luego mucho pirata?

Sí, hay mucha cosa triste en todas las profesiones. Yo he vivido una sociedad muy machista, en la que la mujer era como menor. En mi casa no, porque mi padre era una persona especial, que nunca dijo a mi madre dónde vas o qué haces. Jamás. La dejaba vivir, como dejaba ella vivir a mi padre. Era una mujer que igual se ponía a limpiar la casa que hacía unos pasteles riquísimos en el horno de leña. Y me acuerdo de cómo olía la cocina.

-¿Ese olor aún le acompaña?

Sí, sí. Y también el color de mi casa, y la luz.

-Piensa que lo más difícil en su profesión es el éxito. A usted no le ha faltado.

Es más difícil llevar bien el éxito que el fracaso, porque el éxito te puede marear, y el fracaso es parte de la vida. Yo nunca he creído en el éxito, porque creo que es eventual. He pensado: Qué bien, tengo suerte, me llaman.

-¿Lamenta algo cuando echa la vista atrás?

Nada. Porque todo lo malo y todo lo que no es positivo te enseña. La vida es como un tiovivo, que te va moviendo, escoges un camino en vez de otro, y a veces te van bien las cosas y otras tienes que corregir. La vida es un recorrido.