ENTREVISTA

Ulrich Seidl: "Mis películas ven donde mucha gente no quiere mirar"

El realizador austriaco visitó Madrid para recibir el premio del Festival Márgenes que, hasta el próximo 3 de diciembre, incluye en su programación algunos de sus primeros trabajos

El director Ulrich Seidl.

El director Ulrich Seidl. / CLARA BELLÉS

"No hago películas en las que diga 'quiero provocar'. Simplemente hago películas que son recibidas por algunos espectadores como una provocación. Si se perciben de esa forma es porque muchas de mis películas ven donde mucha gente no quiere mirar. Si alguien se siente molesto cuando ruedo en un geriátrico, es él quien tiene el problema, por lo que es él quien tiene que solucionarlo. Por lo que a mí respecta, me limito a ser el que lleva el mensaje desagradable y el que luego recibe las críticas por ello", explica Ulrich Seidl.

Una las películas más polémicas del realizador austriaco fue Amor, una de las partes de la trilogía Paraíso, en la que Seidl abordaba el turismo sexual. Sin embargo, en lugar de centrarse en el que hombres blancos heterosexuales practican en lugares como Cuba o Tailandia, retrató el que mujeres de mediana edad occidentales disfrutan en Kenia con jóvenes negros.

"Paraíso. Amor ha sido mi película más exitosa. Aunque fue vista por mucho público femenino, los hombres la consideraron una provocación. Puede que la razón fuera que vieron en ella a mujeres que no pertenecían a los estándares estéticos, que no tenían cuerpos normativos, que eran mayores, que tenían sobrepeso pero que, mientras que ellos no tenían pareja, ellas sí, aunque para ello tuvieran que irse a las playas de Kenia. Creo que había incluso una especie de envidia de pene por su parte. Además, mi intención nunca fue mostrar en la película una situación de víctimas y verdugos en la que las mujeres se aprovechaban de la situación de esos hombres. Lo que aparecía en Amor era una relación contractual mutua en la que una parte, las mujeres, recibían sexo, amor y cariño y la otra parte, los hombres, recibían el dinero".

Fotograma de 'Paraíso. Amor'.

Fotograma de 'Paraíso. Amor'. / ARCHIVO

Ulrich Seidl ha pasado los últimos días en Madrid para participar en Márgenes, el festival internacional de cine de autor y experimental que estos días se despliega por diferentes sedes como la Filmoteca Española o la Cineteca de Matadero, y recoger el Premio Especial de ese certamen. . Un reconocimiento a toda su carrera desarrollada a lo largo de las últimas dos décadas y que incluye una docena larga de títulos rodados en la más completa independencia, al margen de la industria cinematográfica convencional y los grandes estudios, pero con el apoyo de instituciones culturales públicas.

Fotograma 'Fun Without Limits'.

Fotograma 'Fun Without Limits'. / ULRICH SEIDL

"Todos los países deben hacer lo posible para que haya una cultura pública que no esté medida únicamente por el éxito. Hoy en día, que museos, teatros o bibliotecas se midan en las cifras de público y de éxito que tengan, supone un problema muy grande. Esto provoca que los museos diseñen una programación pensada para que vaya mucha gente, sin reparar en que eso afecta a la calidad de la cultura. Ese no es el objetivo de un museo, entre otras cosas, porque estar tan pendiente del negocio provoca que, al final, no se hagan proyectos valientes", explica Seidl que, en un contexto de neoliberalismo rampante, como han demostrado los resultados de las últimas elecciones argentinas, defiende la actuación de las instituciones públicas en otros muchos campos de la vida además de en la cultura: "La educación debería ser accesible para todos y lo mismo sucede con el agua, que no se debería comercializar porque no es aceptable que unos hagan negocio de algo que nos pertenece a todos los ciudadanos".

Cine documental

Ulrich Seidl comenzó su carrera como realizador rodando películas documentales en las que abordaba la cotidianidad de diferentes colectivos sociales –como un grupo de modelos o de fervientes cristianos— y que sacaban a la luz aspectos desconocidos de la sociedad austriaca. Por ejemplo, qué esconden sus ciudadanos en el sótano de sus casas. Si bien sus producciones más recientes, entre las que se cuentan la trilogía Paraíso o la dupla formada por Rimini y Sparta, son cintas de ficción, el espíritu documental sigue presente en ellas, lo que no deja de provocar cierto desconcierto y desasosiego a los que se acercan a ellas.

"Siempre traspaso las fronteras entre el documental y la ficción. Hago documentales que no parecen tales y mis películas de ficción tienen un estilo claramente documental. Esto provoca que, aunque esté frente a una ficción, el espectador esté inseguro. Lo que se muestra es tan auténtico y las personas que salen en mis películas son tan reales, que es fácil dudar de si eso que se está viendo es real o no", explica Seidl, que potencia esa sensación de realidad gracias a una puesta en escena en la que tienen una gran importancia las localizaciones naturales. "El espacio forma parte de mi lenguaje fílmico desde mi primera película. Aunque es algo que encontré de manera intuitiva, me di cuenta de que la relación de la persona con el espacio es muy importante. Utilizar esos planos tan abiertos cuenta más sobre los personajes que si me acerco a ellos con la cámara o les escribo largos diálogos".