DÍA INTERNACIONAL DEL FLAMENCO

Rafaela Carrasco: "El flamenco tiene muy poca presencia en las programaciones de los teatros"

La directora, coreógrafa y bailaora celebra la efeméride con una actuación especial en el tablao madrileño Corral de la Morería

Rafaela Carrasco, directora, bailaora y coreógrafa, celebra el Día Internacional del Flamenco con dos pases especiales en el madrileño Corral de la Morería

Rafaela Carrasco, directora, bailaora y coreógrafa, celebra el Día Internacional del Flamenco con dos pases especiales en el madrileño Corral de la Morería / Miguel Garrote / Country Mouse

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

Recibió el Premio Nacional de Danza en la modalidad de Creación en septiembre, "por haber marcado un discurso coreográfico dentro de la creación flamenca" y este 16 de noviembre celebrará el Día Internacional del Flamenco de dos maneras: en un aula y sobre las tablas. Por la mañana, Rafaela Carrasco (Sevilla, 1972) acudía puntual a su cita en el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila, en el que es catedrática de Baile Flamenco. Por la tarde, bailará para un selecto público convocado en dos pases en el madrileño Corral de la Morería, uno de los tablaos más emblemáticos y que más apoya a la creación flamenca de la capital.

Para esta especial ocasión, Carrasco ha preparado una pieza especial, de una hora de duración, que no le permitirá -ni a ella ni al elenco que le acompaña, compuesto por José Molina, Gema Caballero, Antonio Campos y José Luis Medina- bajar del escenario. "Realizaremos un viaje por diferentes estilos flamencos", explica en una conversación telefónica este mismo jueves, "el cambio de sillas y complementos serán el eje de este viaje con la idea de ir haciendo partícipe de estos cambios al espectador".

Con un espectáculo de gira -Nocturna. Arquitectura del insomnio- y otro en preparación -que ha titulado Creaviva, pensamiento impaciente, Carrasco atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA antes de subir a las tablas del Corral de la Morería en esta jornada en la que se conmemora la declaración del flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.

P. A parte de las diferencias obvias por el espacio físico, ¿qué diferencias hay para una bailaora entre bailar en un tablao y en un teatro?

R. El tablao tiene una gran dificultad y también el encanto de la cercanía del público, se baila a un metro de los espectadores y eso provoca una fuerte intensidad en lo que tú ofreces y en lo que recibes. En el teatro es todo mucho más amplio, mucho más grande. La energía tiene que llegar desde otro sitio y tiene que mandar que desde otro sitio, porque el gesto quizás pasa más desapercibido. El gesto de la cara, los movimientos pequeños y más interiores pasan más desapercibido en un teatro. En un tablao tienes que meterte en una burbuja muy pequeña.

P. Los tablaos han vivido diferentes etapas desde que comenzaron a surgir en los años 50. En aquella época fue el espacio que permitió a toda una generación de artistas flamencos poder profesionalizarse y tener una carrera más o menos estable, pero varias décadas después se creó una imagen un tanto despectiva, como espacios de segunda para artistas que no podían desarrollar su carrera en otros espacios. Ahora parece que viven un resurgimiento, ¿qué atractivos tiene para usted como espectadora?

R. Es verdad que el tablao ha pasado por diferentes momentos y ahora está en un momento tal vez de auge, y además con una calidad artística muy importante. Y también creo que ha cambiado también la perspectiva de los propios espectadores, que ya no es solamente hacer un negocio comercial para el público extranjero, sino que prima mucho otra vez la calidad del artista y de los espectáculos. Y eso hace que todo se engrandezca mucho más. Eso hace que el propio artista va a ver a otros compañeros, porque realmente puede ver bailar a dos metros a alguien que admira y que quiere ver en una tesitura muy potente, en un espacio muy reducido y que no tiene la oportunidad tanto de verlo en grandes teatros. En el tablao el bailaor está al desnudo y eso es fantástico para mí, me encanta. Además admiro muchísimo a los artistas que son profesionales del tablao, que es su espacio, que es su hábitat y que están ahí día a día. Los admiro mucho y sí, me gusta mucho ir.

P. Cuando se anunció la concesión del Premio Nacional de Danza en la modalidad de Creación el jurado destacó de su trayectoria "haber marcado un discurso coreográfico dentro de la creación flamenca”. ¿Hasta qué punto es importante crear un discurso propio en el flamenco?

R. Bueno, en el flamenco tradicional la esencia de los artistas es la individualidad. Es importantísimo tener un algo que te diferencia de lo demás, algo que te abre una personalidad distinta a los demás. Eso es básico, y de ahí vengo yo. Lo que pasa es que mi inquietud coreográfica, que descubrí de la mano de Mario Maya, siempre ha estado dentro y siempre he buscado, en los procesos creativos coreográficos, cómo, sin perder la identidad de un lenguaje, el flamenco, hacer una propuesta visual y coreográfica diferente. Crear un discurso coreográfico que tenga una identidad en el flamenco es algo que siempre me ha interesado mucho y que he desarrollado mucho y realmente donde me siento muy cómoda. Me gusta trabajar mucho a partir de las imágenes y siempre mis espectáculos tienen una imagen muy poética que se queda en la en la retina del espectador.

'Nocturna', de Rafaela Carrasco, en su presentación en el pasado Festival de Jerez.

'Nocturna', de Rafaela Carrasco, en su presentación en el pasado Festival de Jerez. / TAMARA PASTORA / FESTIVAL DE JEREZ

P. ¿Cree que esa es la idea que define su personalidad creadora?

R. Yo comencé a coreografiar con mi propia compañía en 2002, y en aquel momento todas las obras eran quizás demasiado ordenadas, demasiado clásicas y previsibles, y a mí me interesaba mucho hacer coreografías desde otros lugares y por esto buscar otro concepto coreográfico era importante para mí. Creo que eso ha sido lo que ha marcado mi camino, proponer el flamenco desde un concepto mucho más contemporáneo.Las imágenes para mí son muy importantes, me sirven para evocar y situar al espectador en un contexto, aunque no cuenten nada. En realidad, no hay que contar siempre una historia, pero sí tienes que que colocar al espectador en donde tú quieres que esté colocado para que entre muy bien en esa película en la que que va a haber ese desarrollo y ese viaje. Y me gusta mucho trabajar a partir de eso con los bailarines también.

P. Comentaba que comenzó con su propia compañía en 2002, pero hay una etapa fundamental en su trayectoria como directora del Ballet Flamenco de Andalucía, entre 2013 y 2016. No sólo a nivel coreográfico, sino sobre todo, como directora, porque de aquella etapa ha salido toda una generación de bailaores actualmente despuntando que siempre la citan como referencia. ¿Cómo vivió usted ese periodo?

R. Eso me enorgullece mucho. Es verdad que antes del Ballet, cuando comencé con mi compañía, ya tuve a unos jovencísimos Manuel Liñán, Ola Pericet, Marco Flores, Concha Jareño... que ahora son artistas con compañías y nombres propios en el baile. Y con el Ballet Andaluz pasa un poco lo mismo. La verdad es que supuso enfrentarme de pronto a un grupo de bailarines más grande. Ya sabes que las compañías privadas en este país son complejas de de llevar porque no hay infraestructura ni red económica para su mantenimiento, prácticamente sobrevives de un proyecto a otro proyecto. Así que de pronto tener una infraestructura ya hecha, en la que tú puedes trabajar cada día, también contar con los bailarines todos los días del año para poder probar... Eso era ya era un regalo, era algo muy soñado. Para mí, como coreógrafa y directora han sido tres años maravillosos de pruebas, de hacer un equipo fantástico y además con gente que ya bailaba muy bien y que eran muy jóvenes: David Coria, Ana Morales, Florencia Oz... Todos bailaban ya muy bien, pero poder desarrollar con ellos un concepto de compañía, de cómo entender y llevar un espectáculo a un teatro, cómo elaborar ese proceso creativo... Eso es muy, muy gratificante. El otro día estuve participando en un documental que le están haciendo a Manuel Liñán en línea con su trabajo con la bata de cola y me llamaron justo para estar un ratito juntos, porque la primera vez que bailó con bata de cola fue conmigo en un espectáculo, una farruca que hice para hombre en el 2004 con mi compañía y él quería destacar que la primera vez que había trabajado con bata de cola en escena fue conmigo. Entonces, tener ese cariño que viene de vuelta es muy gratificante.

P. Usted fue directora del Ballet Flamenco de Andalucía, que recientemente anunció a Patricia Guerrero como nueva directora artística, casi coincidiendo con la creación del Ballet Español de la Comunidad de Madrid. ¿Cuál es su valoración sobre la situación de las compañías públicas de flamenco -o danza española- en España?

R. Pues somos el país que tiene esta identidad, en el que se ha creado el flamenco, y sin embargo no se le da el lugar y el valor a algo tan importante y tan universal como el flamenco. Pero claro, la cultura en este país en general ya es bastante insuficiente. Pero si asumismo también que el flamenco está ahí, que es excepcional y que forma parte de nuestras señas de identidad, realmente debería recibir una parte económica importante y una visibilidad y un reconocimiento que no tiene. De hecho, si vas a la calle y preguntas a cualquiera, la mayoría del público nacional no sabe lo que es el flamenco. Tiene una idea y una imagen del flamenco muy denostada, estereotipada y antigua y que no tiene nada que ver con la realidad y con el día a día que viene el flamenco en este momento. Cada comunidad autónoma tendría que tener una compañía pública de baile, quizá no de flamenco todas, pero sí una compañía de baile en la que se realce y se destaque la danza autóctona o que realmente tenga una identidad del propio territorio y que abarque también otras posibilidades. Y también que realmente haya danza continuamente en los teatros y los espacios públicos, en un equilibrio entre compañías públicas y privadas. España tiene una riqueza enorme, musical y artística y deberíamos de darle la importancia que tiene. Y en el flamenco, en este caso, pues el reconocimiento de que es nuestro, que no existe. Hay mucho más reconocimiento fuera que dentro.

P. Cuando le otorgaron el Premio Nacional de Danza reivindicó también que se abrieran los teatros a la danza no solamente para la exhibición, sino también en los periodos de ensayo y creación. ¿Están los teatros cerrados?

R. Totalmente. Hay un montón de teatros de pueblo y además muy bien dotados que están cerrados todo el año, que se abren para hacer nada más que la fiesta de la cultura de no sé qué y el día de la celebración del pueblo, del patrón, pero que están cerrados el resto del tiempo. Y las compañías privadas y los creadores necesitamos espacios para ensayar, pero además para probar los espectáculos ante el público antes de estrenar. No hay lugares donde poder hacer residencias y es importante tenerlos. También eso permite otra relación con el público, puedes abrir los ensayos, que los chicos de los colegios o conservatorios puedan venir a ver cómo son los procesos de creación, cómo es el trabajo en el flamenco, eso les ayuda a conocerlo y aprenden a amar el baile también.

P. Esta noche estará en el Corral de la Morería, mañana en Torrelodonos con su Nocturna... ¿Está trabajando ahora en algún nuevo proyecto?

R. Seguimos intentando representar Nocturna, porque otra cosa que tenemos que reivindicar es que los teatros nacionales tienen muy poca programación de danza en sus programaciones anuales, es todo teatro de texto. A lo mejor, como mucho, un 20% de los espectáculos que se programan son de danza. Creo que eso tendría que estar equilibrado con todas las artes escénicas. Y encima tenemos que competir todas las disciplinas, espectáculos de flamenco hay muchos menos. El flamenco tiene muy poca presencia en las programaciones de los teatros. Y en medio de esto, estamos con Nocturna y trabajando en un espectáculo que queremos estrenar el año que viene, previsiblemente después del verano. Lo hemos titulado Creaviva, pensamiento impaciente y estamos ya en proceso de creación.