SUMA FLAMENCA

Ana Morales, sencilla y gustosa

La bailaora afincada en Sevilla estrena en Madrid 'Más que baile', un conjunto de bailes sin argumento pero con una sólida y mínimalista puesta en escena

La bailaora Ana Morales

La bailaora Ana Morales / CEDIDA

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

Un espectáculo entendido como una colección de bailes, algunos nuevos y otros no, algunos cerrados y otros con espacio para la improvisación, hilvanados a través del vestuario y la música. Es la propuesta que Ana Morales (Barcelona, 1982), Premio Nacional de Danza en 2022, estrenaba este viernes en la sala verde de los Teatros del Canal, en el marco de la Suma Flamenca de Madrid, bajo el título de Más que baile. "Es muy peligroso hacer a veces este tipo de cosas y a su vez es muy sencillo y muy gustoso", decía la bailaora apenas 24 horas antes del estreno.

El resultado es una obra deliciosa, dirigida por la propia bailaora, con mucho baile de la catalana. En un escenario prácticamente desnudo en el que el espacio lo crea fundamentalmente la luz, la bailaora brilla y profundiza desde la aparente sencillez en la complejidad del discurso estético que trabaja por construir. Su baile transita desde el minimalismo de las líneas rectas que construye con sus brazos en la petenera de arranque a la carnalidad de las formas redondas que dibuja en el esbozo de sevillanas llevando al público por las emociones propias del flamenco.

El puzle que compone Más que baile tiene a Morales en el centro y sobre ella giran los demás elementos que compone la obra. El baile de Fernando Jiménez y Ángel Fariña, el cante de un Juan José Amador que tiró de oficio y fue capaz de resolver magistralmente -es un cantaor sobrado de facultades- la falta de voz provocada por una afonía. También el de Antonio Campos, la guitarra de Francisco Vinuesa y la batería de Daniel Suárez.

Con ellos compuso algunas estampas ya conocidas, como los versos de San Juan de la Cruz interpretados por Morales y Amador, y otras nuevas, como una seguiriya sólo marcada por la percusión para los tres bailaores y una soleá en la que Campos, además del cante, acompañó con un bajo eléctrico y creó uno de los momentos de mayor intensidad de la noche.

La idea no era hacer una obra menor, Morales lo explicaba por teléfono a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA un día antes del estreno, sino "un espectáculo en medio de obras de mayor envergadura técnica, de igual valor e importancia, pero más fácil de adaptar a espacios con menos posibilidades técnicas". Con las entradas agotadas se estrenaba en Madrid, una ciudad en la que Morales no se ha prodigado demasiado, Más que baile es, pues, "un pequeño recital, una suite, un mosaico" en el que las piezas están perfectamente ensambladas en el que el viaje emocional se mantiene durante toda la obra. El cambio de vestuario, que tiene lugar en escena, ayuda a realizar ese pasaje de un baile a otro, que también oscila entre la soledad de la protagonista y el conjunto de a tres bailaores.