PROYECTO MUSICAL

Sebastián Cruz, el cantaor flamenco que se enamoró de Bach

De origen rural y larga trayectoria profesional, este artista prepara, bajo la producción de Stefan Winter y su discográfica Winter & Winter, su disco 'Zarabanda', con el que se sumerge en el Barroco

El cantaor Sebastián Cruz, que trabaja en su disco 'Zarabanda' bajo la producción de Stefan Winter.

El cantaor Sebastián Cruz, que trabaja en su disco 'Zarabanda' bajo la producción de Stefan Winter. / María Cruz (Cedida)

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"Mi mejor amigo, el pintor Thom Argauer, una vez me dijo que para él hay tres corrientes musicales fundamentales: el jazz de Coltrane, el Barroco de Bach y el flamenco de Camarón de la Isla. Sebastián Cruz ha usado estos colores y formas primarios y, como Picasso, ha creado nuevos tonos". Así describe Zarabanda, el próximo disco de Sebastián Cruz, el productor musical Stefan Winter, que con su discográfica Winter & Winter tiende puentes entre el jazz y la música clásica desde los años 90.

Cruz (Beas, Huelva, 1977) es un cantaor de larga trayectoria, nacido en una familia de aficionados al flamenco, criado en el campo y cuyo primer oficio fue ser matarife. Ha construido su carrea con tesón: después de formarse en la sevillana Fundación Cristina Heeren, siguió ese camino que tantos otros recorrieron antes que él: trabajar en compañías como el Ballet Nacional de España (entre 2006 y 2019) o el Ballet Flamenco de Andalucía mientras trataba de construir su propia personalidad a la voz, profundizando y estudiando la tradición. Grabó dos discos: Temple de junco (2012), una carta de presentación mostrando su conocimiento del cante, y Fandangos de Huelva (2019), en el que profundizaba en la variedad estilística que atesora este palo tan vinculado a su tierra natal.

Pero mientras todo esto ocurría, en él crecía también una fascinación por otras músicas, las compuestas en el Barroco. Escuchaba a Bach y a Mozart, pero la película Todas las mañanas del mundo (dirigida por Alain Corneau en 1991), le llevó a un lugar nuevo. "Me quedé prendado de la viola da gamba. Ese sonido tan parecido a la voz, capaz de hacer unas melodías tan bonitas... Me enamoré de compositores como Monsieur Sainte-Colombe o Marin Marais..." Fue el impulso que estaba necesitando.

Ahora, Sebastián Cruz ultima un disco en el que ha volcado esa pulsión por la música Barroca desde el flamenco. En él, además de la producción de Winter está la asesoría artística de Pedro G. Romero, la dirección musical de Raúl Cantizano, que también toca la guitarra junto con el maestro Rafael Riqueni y Alfredo Lagos; Proyecto Lorca (los vientos de Juan Manuel Jiménez y las percusiones de Antonio Moreno) y el peculiar contrabajista Marco Serrato, que es miembro del grupo de metal progresivo Orthodox.

"La voz de Sebastián me golpeó de inmediato y me fascinó el concepto musical", explica Winter sobre por qué decidió embarcarse en este proyecto. "Además me siento muy cercano a su carrera, yo también provengo de una familia de carniceros y me han influido muy significativamente algunas películas". Winter y su mujer, Mariko Takahashi, son los creadores de Winter & Winter, el sello responsable de los paseos entre el jazz y la música clásica del pianista Uri Caine, de los últimos discos del batería de jazz Paul Motian o de la serie Audiofilms, que definen como “cine para ojos cerrados”.

Nuevas antiguas melodías

Después del descubrimiento de la viola da gamba, Cruz comenzó a integrar algunas de esas nuevas melodías en los palos tradicionales que él tan bien conocía y a crear sus propias variaciones. Aprovechaba cada viaje con el Ballet Nacional para visitar los museos de las ciudades en las que recalaba, cada libro que caía en sus manos, cada concierto al que podía acudir para profundizar en su pasión. Y mientras, grababa sus creaciones con su teléfono, sin más afán que poder volver a ellas e ir perfeccionándolas. Pero cuenta que, durante un ensayo de El maleficio de la mariposa para el Ballet Flamenco de Andalucía, a Juan Manuel Jiménez, que también estaba en el elenco, le llamó la atención que estuviese leyendo un libro sobre la música del Barroco. Cruz le puso algunas de sus grabaciones. Jiménez, cautivado, le animó a que se lo mostrase también a Pedro G. Romero, que reaccionó de inmediato: "esto hay que ponerlo en marcha, pero ya".

Él ya tenía un gran trabajo hecho sobre las melodías, pero Romero se unió como asesor artístico. "Lo primero que yo tuve en mente era hacer algo más clásico, quizás con guitarra flamenca e instrumentos de cuerda, pero Pedro me dijo: 'no, eso es lo que haría todo el mundo. Nosotros vamos a dar otro giro de tuerca'". Raúl Cantizano, a quien conocía desde que ambos se formaban en la Fundación Cristina Heeren, se incoroporó como director musical y le ayudó a darle forma a sus creaciones. "Raúl ha sabido darle la vibración necesaria, el siglo XXI suena así", dice Romero. Para rematar, buscaron autores de ese mismo tiempo para acomodar las letras: Lope de Vega o Luis de Góngora están entre los autores elegidos.

Ese acercamiento entre el flamenco y el Barroco lleva años explorándose. Lo hizo el violagambista sevillano Fahmi Alqhai, primero junto al cantaor Arcángel (Las idas y las vueltas) y más tarde con Rocío Márquez (Diálogos de viejos y nuevos sones). También lo está haciendo Perrate, en su más reciente trabajo Tres Golpes. Las aproximaciones son diferentes, los instrumentos y las formas musicales también, pero todos indagan en una música que supuso uno de los puntos de arranque para lo que unos siglos después materializaría como flamenco.

Preguntado por esto, si cree que hay una vinculación especial entre el flamenco y el Barroco, donde algunos investigadores sitúan uno de sus orígenes, Winter cree que es una cuestión de sensibilidad. "Sebastián y Raúl son curiosos, abiertos, escuchan con una mente desprejuiciada", explica. "Zarabanda es algo más que una mezcla de Barroco y flamenco, es la materialización de algo que Sebastián llevaba en su interior más profundo mucho tiempo y que finalmente despertó gracias a Todas las mañanas del mundo".

Otros registros de voz

"Yo siempre he tenido buenas facultades para el cante, un registro de voz muy alto", explica el cantaor, "pero con la viola da gamba he encontrado una sonoridad mucho más profunda, casi misteriosa, que me permite cantar con el alma en registros más bajos". Cruz, además del Barroco, ha tenido otro espejo en el que mirarse: Enrique Morente. Durante la conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA lo menciona varias veces, como la soleá de Albéniz que el granaíno grabó para Carlos Saura en Iberia (2005), e incluso para explicar que la incorporación al disco de Alfredo Lagos y Rafael Riqueni. Ambos trabajaron con él. "Alfredo es muy abierto, te puede dar una sonoridad muy acorde a lo que vas creando. Y el maestro Riqueni... es muy especial, derrama el alma con la guitarra y está muy vinculado a la música clásica también".

Todos ellos aterrizaron en los estudios de La Mina, en Sevilla, para grabar Zarabanda, aunque no era la primera opción de Winter. "Él al principio puso sus pegas, lo estuvo pensando mucho, tiene una forma de trabajar muy metódica y puso algunas condiciones", explica Cruz. "Al final lo convencimos para venir a La Mina donde pasamos una semana completamente dedicados a la grabación, viviendo allí mismo. En los descansos Winter nos contaba anécdotas de su carrera con el móvil en la mano, poniéndonos las músicas de las que hablaba... Fue muy enriquecedor". El productor cree que el lugar de grabación fue determinante. "La Mina es un refugio para la música, no es un estudio estéril como los que yo he conocido en otros lugares. Es un lugar inspirador, con una atmósfera increíble que nos causó un efecto muy positivo a todos los que estábamos allí".

El cantaor Sebastián Cruz, de frente, junto al guitarrista Raúl Cantizano, director musical de 'Zarabanda', en un ensayo en los estudios La Mina de Sevilla, donde se ha grabado el disco.

El cantaor Sebastián Cruz, de frente, junto al guitarrista Raúl Cantizano, director musical de 'Zarabanda', en un ensayo en los estudios La Mina de Sevilla, donde se ha grabado el disco. / Joaquín González Gracias (Cedida)

Música de ida y vuelta y prohibida

La zarabanda fue una danza muy popular en los siglos XVI y XVII que se solía interpretar con guitarra y castañuelas y tenía también canto, con letras pícaras y críticas. Aunque nació en la península Ibérica, primero fue popular en las colonias americanas para regresar a España y terminar siendo prohibida en 1583, por considerarse obscena. Ahora regresa como título del trabajo de Sebastián Cruz, una idea del productor. Winter dice que nació "de manera natural durante la grabación. ¡El título le sienta como un guante!".

Zarabanda ahora necesita de un último impulso para materializarse. Aunque ya está grabado, Cruz ha lanzado un proyecto de micromecenazgo (o crowdfunding) en Verkami para poder acabar de financiarlo. "Necesitamos terminar con unos gastos para poder lanzar el disco", explica el cantaor. Aún quedan alrededor de dos semanas para quien quiera hacerse con algunas de las versiones del disco que están disponibles como 'recompensas'.

Cruz confía en que Zarabanda consiga ver la luz y le permita abrir nuevos espacios para presentarse ante el público ("me encantaría cantar en un museo, o en un festival de música barroca, por qué no") y una nueva forma artística. "Yo pienso que este disco va a marcar un antes y un después en mi carrera. Un punto de partida, un Sebastián Cruz que va a cantar de otra manera..."