MALOS DEL CINE

Tom Cruise contra el algoritmo: la inteligencia artificial, el nuevo villano de Hollywood

La IA se está configurando como el personaje malvado en la ciencia ficción por su carácter frío y apátrida

Tom Cruise durante la presentación de ’Misión Imposible: sentencia mortal-parte uno’.

Tom Cruise durante la presentación de ’Misión Imposible: sentencia mortal-parte uno’. / HENRY NICHOLS / AFP

Los villanos de las películas de Hollywood son un excelente indicador del estado de paranoia en el que Estados Unidos vive sumergida. Durante la Guerra Fría los soviéticos fueron retratados como los malvados por antonomasia en el cine estadounidense, un rol que tras la caída del Muro de Berlín y especialmente tras los atentados del 11S fue atribuido al mundo árabe. El celuloide ha retratado los temores de un país que han evolucionado desde los nazis o los rusos hacia el terrorismo, los espías rebeldes o la guerra cibernética. Ahora, en una época en la que señalar a nacionalidades como enemigos está más mal visto, la industria cinematográfica parece apuntar hacia otra dirección.

Es lo que sucede en Misión Impossible: Sentencia Mortal - Parte Uno. En el último film de la famosa saga, Ethan Hunt (Tom Cruise) se enfrenta a un rival invisible mucho más peligroso. La Entidad es un sistema armamentístico de inteligencia artificial (IA) desarrollado por el Pentágono que cobra consciencia y se rebela contra su creador. Este algoritmo omnipresente es capaz de hackear sistemas informáticos para destruir de forma autónoma un submarino ruso, pero también de manipular los sistemas de reconocimiento facial de un aeropuerto para protegerse o de crear deepfakes imitando la voz de otros para engañar a los protagonistas. En esta primera entrega no se desvela si responde a los intereses de algún personaje siniestro, pero todo apunta a que se trata de una arma inteligente que actúa por su cuenta.

Explotar el miedo

El temor a que las máquinas cobren vida no es algo nuevo. Desde Metrópolis (Fritz Lang, 1927) a The Matrix (Lana y Lilly Wachowski, 1999), el cine y la literatura llevan décadas imaginando ese escenario en clave distópica. Sin embargo, la séptima entrega de Misión Impossible llega en el mejor momento posible. La popularización de herramientas de IA que, como ChatGPT, son capaces de simular el razonamiento humano ha relanzado ese miedo, sobredimensionado de forma alarmista y con voluntad comercial por parte de la industria tecnológica. La película coincide además con la huelga de actores y escritores que ha paralizado Hollywood, desencadenada en parte por el temor al impacto de esta tecnología. Todo eso refuerza la percepción del algoritmo no como una fórmula opaca con la que grandes empresas median nuestras vidas (lo que es), sino como un agente autoconsciente que se ha rebelado contra los humanos, una idea más anclada a la ciencia ficción que a la realidad.

Curiosamente, esta frenética película de acción fue escrita hace años, cuando el negocio de la IA aún no había eclosionado. En 2018, el director y guionista Christopher McQuarrie y Cruise dudaron sobre si hacer que el algoritmo fuese el villano, una idea "demasiado intelectual para la mayoría de la gente" —según ha explicado en una entrevista en Collider—, pero terminaron viendo la "ansiedad sobre la tecnología" como evolución actual de los temores de la Guerra Fría o del terrorismo. Misión Impossible: Sentencia Mortal - Parte Uno tenía que llegar a las salas en verano del 2021, pero el impacto del covid en la industria obligó a pausar su producción, un retraso que argumentalmente le ha funcionado a las mil maravillas.

Enemigo ideal

Además del caso mainstream de Misión Impossible, en los próximos meses otras películas como Agente Stone y The Creator también abordarán la IA como un foco de desgracias. Instalada en el zeitgeist actual, incluso no hace falta que se corporice como enemigo a batir para que el temor que despiertan sus riesgos permee en la gran pantalla. Sin ir más lejos, el director Christopher Nolan ha asegurado que Oppenheimer, su retrato del padre de la bomba atómica, pretende ser una "advertencia" sobre "las responsabilidades de los científicos que desarrollan nuevas tecnologías que pueden tener consecuencias no deseadas".

La idoneidad de la IA como nuevo malvado de Hollywood también responde a otros factores. El primero es que convertir a una nacionalidad o grupo étnico concreto en el villano de la película puede percibirse como un estereotipo discriminador, lo que le lleva a ser recibido de forma más crítica entre el público. Ese factor tiene también un ángulo comercial, pues identificar al malo con un país puede llevar a un veto del filme que perjudique los intereses comerciales de los grandes estudios. Si el rival de Ethan Hunt fuese un miembro del Partido Comunista de China, Pekín podría prohibir la proyección y las majors perdrían miles de millones de dólares por el camino. La IA no tiene ese problema: es éterea, apátrida y sin rostro. El cine parece haber encontrado en este ente abstracto a su próximo gran villano.